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Por JUAN T H

Altice

No sé si ustedes, queridos lectores, conocen al ministro de Interior y Policía, Jesús -Chú- Vásquez Martínez, exgobernador, con apenas 24 años,  de su provincia María Trinidad Sánchez,  por la que también fue senador en más de una ocasión,  presidente del Senado, antiguo dirigente del Partido Revolucionario Dominicano: amigo del líder  José Francisco Peña Gómez, del cual heredó el estilo de discursear y llegar a las masas; compadre dos veces del ex presidente  Hipólito Mejía;  fundador del Partido Revolucionario Moderno, que en su momento se lo echó encima recorriendo el territorio nacional en más de una ocasión, junto con otros destacados miembros, para que se convirtiera en una fuerza política capaz de ganar las elecciones pasadas, como en efecto ocurrió, con Luís Abinader como candidato.

Buen jugador de dominó -la universidad del dominó- y buen disertador. Ese Chú, que vive en la misma casa en Nagua desde hace más de 30 años, y en el mismo apartamento de los que construyó Balaguer en el sector del Jaragua, cuarto piso  sin ascensor, desde hace más o menos el mismo tiempo, lo conozco desde comienzo de los años 80. Productor de cocos hace años, de donde obtiene su principal ingreso económico. 

Ese Chú Vásquez tal vez no sea el ministro más popular del gobierno que encabeza Luís Abinader. Por alguna razón el presidente le asignó una tarea muy dura y compleja, que no produce aplausos ni simpatías: reformar la Policía Nacional y terminar con la corrupción, tanto en la institución del orden público, como en el propio ministerio que dirige. Ambas tareas requieren de voluntad política y de valores de trabajo, sacrificio y honestidad.  Al ministerio de Interior y Policía no se puede ir a buscar aplausos ni simpatías.  Sanear el ministerio de Interior era -y sigue siendo- una tarea difícil.  Pero, como el ministro no fue con el propósito de ganar adeptos, ha cortado por un lado y por el otro evitando las fugas que eran por un lado y por el otro.   Al igual que el presidente Abinader, Chú tiene amigos y compañeros, pero no tiene cómplices “para lo mal hecho”. 

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La Policía es un problema, porque se trata de una banda armada corrupta que durante 80 años actuó como tal, robando y matando sin que ninguna autoridad interviniera para impedir tales desmanes, porque no había autoridad moral para frenar que se hiciera lo que desde el poder hacían los políticos que gobernaban el país, hasta que llegó el presidente Abinader y “le metió mano” con la autoridad ética y moral que le da su conducta desde la presidencia del país. 

Reformar la Policía es más difícil y complejo que impedir la corrupción  en el ministerio de lo Interior. Asumir con responsabilidad esa labor tiene sus riesgos.  Hacer lo que hasta ahora se ha hecho, con el respaldo del presidente y de una buena parte de la sociedad civil, destacándose -hay que decir- la Fundación Institucionalidad y Justicia que dirige el doctor Servio Tulio Castaños Guzmán, entre muchos otros. 

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Los avances son cada vez más notorios y significativos en materia de reforma policial. (Ningún medio de comunicación ha destacado, por ejemplo, -es una lástima- que el  pasado 4 de diciembre en la República Dominicana solo se produjo un  homicidio, y fue por suicidio). Las estadísticas sobre violencia en los últimos dos años hablan por sí mismas.  La gente no lo percibe, pero avanzamos en la reforma. Claro que falta mucho por recorrer, mucho por hacer, pero la voluntad política se expresa todos los días con las acciones que desde el Palacio Nacional se adoptan y que van directa, como una correa de transmisión, hacia el ministerio de Interior  y de ahí hasta la dirección de la Policía. Es la primera vez que el jefe directo, inmediato de la Policía es el ministro, no el general que encabeza la institución. 

Conversé largo y tendido con el ministro Chú Vásquez sobre lo que entiende debe hacerse en los próximos meses en materia de reforma policial, lo que él cree se debe seguir haciendo, los errores que se deben corregir, lo que debe pasar en los barrios, las reformas en el sistema vial, los automóviles, las motocicletas, los camiones y patanas, etc.   El ministro tiene una visión holística. En el próximo trabajo les hablaré sobre los proyectos que tiene el ministro de Interior y Policía, tanto para la Policía, como para los barrios populares, donde terminó el pacto que  hicieron las autoridades anteriores con el narcotráfico y el microtráfico en esos sectores.  

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