“Pues sabemos que la creación entera gime y sufre hasta ahora dolores de parto” (Romanos 8:22)
Rafael Baldayac
Es difícil creer lo que estamos viviendo ahora. Países con fronteras cerradas, grandes eventos deportivos cancelados, servicios suspendidos; supermercados abarrotados y sin productos básicos; hoteles vacíos. Y, lo peor, médicos y enfermeras en hospitales que no dan abasto con cerca de 20 mil personas fallecidas.
Las cifras son alarmante: Un total de 500 mil infectados, mientras millones de gentes asustadas aisladas en alrededor de 200 naciones afectadas por esta peste y en cuarentena general, según datos de la OMS.
El gemido de la creación es evidente cuando un virus microscópico es capaz de causar miles y miles de muertes en todo el planeta. Nuestra generación nunca había experimentado una pandemia a este nivel, y los cristianos en todo el mundo buscamos qué podemos aprender y cómo debemos actuar en medio de esta situación.
Eso motiva la pregunta, ¿profetizó la Biblia el Coronavirus? ¿Es COVID-19 una de las plagas bíblicas? Sí, la Biblia profetizó enfermedades y plagas. Actualmente vivimos en una tierra disfuncional.
La Biblia habla de plagas significativas antes de la segunda venida de Cristo: “Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores” (Mateo 24:7-8)
Jesús advierte a sus discípulos en Lucas 21:11. “Habrá grandes terremotos, y plagas y hambres en diversos lugares; y habrá terrores y grandes señales del cielo”,
Estos pasajes muestran una tierra inquieta y en tribulación, mencionando específicamente la existencia de plagas y hambruna como antesala del fin (Lucas 21:9). Estas profecías han guardado a la Iglesia por 2,000 años de aquellos que pretenden ser el Mesías (Lucas. 21:8).
El gemido de la creación es evidente cuando un virus microscópico es capaz de causar miles y miles de muertes.
En Apocalipsis 6:8 hay otro pasaje importante: “Y miré, y había un caballo amarillento. El que estaba montado en él se llamaba Muerte, y el Hades lo seguía. Y se les dio autoridad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con pestilencia y con las fieras de la tierra”.
Aquí, el desatar el cuarto sello abre el espacio para que un caballo “amarillento” (o “muy pálido”, es decir, enfermo) traiga dolor y muerte a través de guerras, enfermedades, y desastres naturales. Estos sellos son desatados como juicio de Dios a una tierra sorda frente al llamado del evangelio.
El gemido de la creación es evidente al ver los árboles caer y los animales sufrir, pero es particularmente evidente cuando un virus microscópico es capaz de causar miles de muertes y paralizar todos los sistemas humanos.
Como Dios declaró, vivimos en una tierra disfuncional, pero debemos admitir que muchas de las profecías bíblicas relacionadas a tiempos apocalípticos siguen siendo un misterio. No podemos afirmar que conocemos más que lo que el Padre quería que supiéramos sobre el regreso de Jesús.
No ignoremos la advertencia de Jesús: “Pero de aquel día y hora nadie sabe, ni siquiera los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino solo el Padre” (Mateo 24:36). Cristo deja en claro que nadie conoce el momento de su segunda venida.
Sin embargo, no cabe duda de que vivimos tiempos calamitosos, sin precedente para esta generación. Los expertos en el tema hablan de casi medio millón infectados de Covid-19, lo que implicará muchas muertes más. Y con toda probabilidad falta mucho tiempo para que los mercados económicos se recuperen.
Estos no son tiempos para la ansiedad, sino para la oración. Yo quiero creer que estas son señales antes del fin. Me uno a la Iglesia que ha clamado ¡Maranatah! por 2.000 años.
Maranatha significa “el Señor viene”. Esta expresión aparece solamente una vez en la Biblia con el apóstol Pablo (1Corintios 16:22) “El que no ame al Señor Jesucristo, sea anatema [maldito]. ¡Maranatha! [El Señor viene]”
Abundan en la Biblia pasajes que aluden a la inminente vuelta de Jesús a la Tierra. “El Señor está cerca” (Filipenses 4: 5b). “Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca” (Santiago 5:8).
Incluso, el propio Jesucristo lo confirma prometiendo su regreso en un pasaje del Apocalipsis: “Ciertamente, vengo en breve” (22: 20 b).
Ante este pandemia no son tiempos para la ansiedad, sino para la oración (Filipenses 4:6-7), una época especial para hacer la voluntad de Dios al amar a los mas necesitados, (viudas y huérfanos como dice Santiago 1:27), y a los ancianos que son particularmente los mas susceptible a esta enfermedad de Coronavirus.
En la Biblia, las viudas y los huérfanos eran una representación apropiada de los pobres, pues a la muerte del esposo y padre o de ambos progenitores, los familiares vivos posiblemente se quedaban solos y en la indigencia.
El patriarca Job dijo: “Yo libraba al afligido que clamaba por ayuda, y al huérfano de padre y a cualquiera que no tuviera ayudador” (Job 29:12).
No podemos decir con certeza que el coronavirus es el cumplimiento de una profecía bíblica específica, pero podemos tener absoluta confianza en que Dios es justo y soberano.
“Y cuando estas cosas comiencen a suceder, alzarse y levantad vuestras cabezas, porque vuestra redención está cerca”. Lucas 21:28.