Por Franklin Rosa
La humanidad ha logrado un nivel de conciencia sobre el cambio climático; los organismos internacionales como la ONU han logrado consensuar en el Acuerdo de Paris una agenda verde, que pretende revertir los daños ecológicos del planeta, por la explotación extrema de los recursos naturales, principalmente por las energías fósiles, petróleo y carbón, dos fuentes contaminantes con grandes emisiones de C02, de efecto invernadero, ocasionando el calentamiento global.
La agenda verde tiene como objetivo borrar la huella del carbono para el año 2050.
La estrategia de la agenda verde es desarrollar las energías alternativas o renovables, solar y eólica, transformar el parque automotriz del mundo en autos eléctricos e incrementar el uso de gas natural.
La arquitectura del plan de la agenda verde comenzó en Europa con el cierre de las plantas de carbón, el apagón de las plantas de energía nuclear, la producción masiva de paneles solares y de turbinas eólicas, y el uso creciente del gas natural en los procesos industriales, hogares y en la producción de energía eléctrica.
Con la caída de la URSS, y su integración al mundo capitalista, la globalización de la economía mundial se hizo realidad, las multinacionales tomaron el control de la economía mundial, diseñaron a su antojo la cadena de valor y de suministros, especializando todas las fuerzas productivas de las naciones.
Asia pasó, con China a la cabeza, a ser el foco de inversión de los fondos de pensiones y de los organismos financieros internacionales como el Fondo Monetario Internacional – FMI, el Banco Mundial – BM-, transformando a China y parte de Asia en la fábrica del mundo.
Rusia, se le asignó, con sus grandes recursos naturales, ser la gasolinera de Europa, suministrando petróleo, carbón, gas natural, y desarrollando una red de gasoductos para todo el continente europeo. Alemania es su principal cliente, obteniendo ingresos, en la actualidad, por más de mil millones de dólares diarios.
Estados Unidos como potencia hegemónica y centro unipolar de gobernanza mundial se asignó el privilegio de manejar a su antojo la finanza mundial con el dólar, divisa de reserva y de intercambio. Con el sistema SWIFT, de pago y transferencia global, como arma de bloqueo y sanciones a los países que enfrentan al imperio. Los EU con su poder hegemónico eliminó el patrón oro del dólar, pasando a ser una moneda fiduciaria, un papel sin valor. Los bancos centrales de las grandes potencias capitalistas reproducen de manera inorgánica está moneda fiat, hipertrofiando el mercado de deudas y ocasionando crisis periódicas, inflación y recesión.
La agenda verde logró, en toda Europa, el uso del gas natural ruso como energía de transición a las energías alternativas, y se planteó la transformación total del parque automotriz a eléctrico para el año 2035.
El gran problema de la agenda verde, desde la óptica del imperio, es la gran dependencia de Europa del gas natural ruso que ha mantenido durante décadas un suministro confiable y un gas natural barato que garantizó el éxito económico de Alemania y de parte de Europa.
La guerra Rusia-Ucrania ha sido orquestada por EU para romper esa dependencia de Europa del petróleo y gas Ruso, y orientar su dependencia al petróleo y gas natural de fracking de los Estados Unidos que es más caro en un 30% y su proceso más contaminante para el medio ambiente.
La realidad de este cambio de dependencia es que Estados Unidos no produce ni tiene la infraestructura para sustituir a plenitud el gas natural ruso y el gélido invierno que se aproxima hará estrago en sus pueblos y economías.
El objetivo geoestratégico que prima en la guerra Rusia- Ucrania es destruir al socio capitalista y competidor de Estados Unidos, Rusia, castrarla económica y militarmente para que no sea un poder militar junto a China en el nuevo orden multipolar que se viene gestando.
La guerra ha destruido la agenda verde, Europa desprecia el gas Ruso y vuelve de nuevo al carbón, a la leña, a las plantas nucleares y al uso masivo del petróleo y gas de fracking.
Ha fracasado la agenda verde, hay que postergarla para un nuevo periodo de paz, si la guerra de los imperios capitalistas por la hegemonía mundial lo permite.