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Por Lourdes Santos M.A Psicopedagoga

Altice

Educar en esta época es un desafío ya que es difícil que los adolescentes sigan los consejos de los padres, puesto que los hijos entienden que los padres vienen de otra época muy distinta y en pocas palabras están pasado de moda, por tal razón se produce una contradicción conceptual, conductual que conlleva a una situación en cierto sentido caótica. Por eso es importante fomentar la confianza, respeto, tolerancia, responsabilidad y la comunicación, ya siempre serán el motor que les anime a obtener buenos resultados.

Es elemental destacar la importancia de saber que la adolescencia no es una etapa de rebeldía, sino un periodo vital entre la pubertad y la edad adulta. Según la Organización Mundial de la Salud la adolescencia es el período comprendido entre los 10 y 19 años. La pubertad o adolescencia inicial es la primera fase, comienza normalmente a los 10 años en las niñas y a los 11 en los niños y llega hasta los 14-15 años. La adolescencia media y tardía se extiende, hasta los 19 años. A la adolescencia le sigue la juventud plena, desde los 20 hasta los 24 años de edad.

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También se llama adolescencia, porque sus protagonistas son jóvenes que no son aún adultos pero que han dejado de ser niños. Es una etapa de descubrimiento de la propia identidad (psicológica y sexual) así como la de autonomía individual.

Conociendo sobre los cambios que experimentan los adolescentes en el periodo de desarrollo en el aspecto biológico, psicológico, sexual y social, es una realidad que la familia debe de fortalecer su núcleo, educando en valores haciendo un trabajo de prevención desde la infancia de su hijo o hija, debe velar por fomentar la confianza. Al niño desde pequeño hay que establecerle una agenda de algunas responsabilidades, al momento de empezar a darle confianza de salidas a jugar o compartir con sus amigos y compañeros de edad poner límites a la hora de entrada y salida.

Esos límites muchas veces se vuelven complicados porque los adolescentes no entienden la postura del padre o la madre ante los altos riesgos psicosociales que existen, pues vivimos en una sociedad muy violenta y sin límites, donde los grandes delincuentes son adolescentes y jóvenes; frutos de la influencias de los grupos pares.

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Es importante reconocer que los padres no pueden ser amigos de sus hijos, “son sus padres”, sin embargo pueden lograr que los hijo o hijas se sientan en confianza con ellos en cualquier situación”.

Hoy día los padres son muy permisivos con las relaciones sentimentales de sus hijos y como consecuencia tenemos que vivir con alarmantes sucesos, casos de violencia, drogadicción, adolescentes y jóvenes muertas y desaparecidas por el mal manejo de las relaciones y desorientación en las mismas.

Esto es un problema para las familias y por ende para la sociedad, debido a que las adolescentes están construyendo su propia personalidad que parte de su poco conocimiento y orientación ante la vida y aún no están definiendo hacia donde van y la proyecciones futura. Además experimentan lo que comúnmente se llama ¨amor platónico¨, es decir hoy pueden sentirse perdidamente enamoradas o enamorados pero mañana no.

Vivimos en un país y con una cultura en que hace falta reorientar nuestros valores y las familias, donde nuestros jóvenes a temprana edad necesitan de una educación sexual que parta de crear en ellos un autoconcepto sano y una autoestima equilibrada.

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