El caso del ingeniero Leonardo Faña debe servirle de ejemplo a todos los funcionarios del gobierno del Partido Revolucionario Moderno para que sus vidas no sean destrozadas por una denuncia de agresión sexual.
En los gobiernos del PLD las amantes y amigas de los funcionarios eran de todos conocidas, al igual que las cabañas veraniegas donde se hacían fiestas con chicas denudas para complacer a los invitados especiales, sin que se publicara. Las “chapeadoras”, dominicanas, venezolanas y colombianas rondaban las oficinas públicas. En las campañas electorales eran contratadas para encabezar las caravanas de los candidatos. Las “oficinas” en suite que tenían contratadas algunos ministros donde hacían orgias con secretarias, asistentes y amigas, se conocen bien. En los restaurantes las cuentas de los ministros y directores generales eran exorbitantes, de hasta 300 mil pesos en una sola noche. Las botellas de Moet Chandón, de diez y doce mil pesos, eran habituales. En los gobiernos del PLD las “champaneras” estaban en el poder. Todo pagado con dinero del pueblo. Los bares y restaurantes donde eran cotidianos los funcionarios hicieron mucho dinero. Muchos comunicadores eran vistos frecuentemente compartiendo animada y complacientemente con sus amigos del PLD. Los peledeistas desde que llegaron al poder se mudaron del barrio, cambian las esposas y hasta los amigos.
Se supone que el gobierno del PRM, bajo la dirección de Luís Abinader es distinto. El presidente no tiene “segunda base”, primero porque no está en su base cultural, y segundo, porque Raquel Arbaje no se lo permitirá nunca. En el antedespacho del presidente vemos a mujeres que lo acompañan desde hace muchos años, como Noelia Rivera y Mercedita Pichardo, casadas, con hijos y hasta nietos. La oficina de Luis no parece un burdel, ni un postítulo, como todavía existente algunas. Eylin Beltrán es su asistente personal, un profesional del derecho, joven, con un comportamiento correcto.
Con Leonardo Faña las autoridades han actuado con saña como si quisieran dar un ejemplo, o un daño. El PRM condenó a Faña antes que la justicia, y el sistema judicial antes que la ley. La presunción de inocencia nunca se tomó en cuenta. ¿Extraño, no?
La versión de la señora que acusa al ex director del Instituto Agrario y viejo dirigente de los agricultores no me parece creíble, está llena de fantasía y de contradicciones propias de una telenovela. Por lo demás, no me imagino al señor, que tiene un matrimonio estable durante muchos años, acosando a una mujer de manera obsesiva y patológica. No es el Faña que yo conozco. Una mujer no se monta en un carro, da vueltas, se da cuenta que la conducen a una cabaña, dizque se niega, pero termina en Bonao, a 90 kilómetros de la ciudad donde dice que fue drogada y manoseada. No, no le creo una palabra. Su historia sencillamente no es creíble. Faña, me temo, cayó en un gancho. Y lo peor, su vida y la de su familia, deshecha.
El ¡tránquenlo! Va primero que la investigación. Y si es verdad que la acosaba, entonces que pague las consecuencias. Se de casos de mujeres, que en su disputa con los hombres, se agreden ellas mismas y luego hacen la denuncia de agresión y hasta de intento de violación. Se que se trata de un tema muy sensible, pues casi a diario hombres matan a sus parejas o ex parejas. Esa es una tragedia nacional.
Todo el que me ha leído por más de 40 años sabe que soy defensor a rajatablas de los derechos de la mujer, de su integridad y dignidad, que apoyo las tres causales, el aborto puro y simple, que me opongo a la violencia familiar en cualquier circunstancia; he dicho que el amor no mata, ama, pero las cosas han llegado a un extremo que un piropo o un guiño, una mirada pícara, un beso al aire constituyen una agresión, casi un crimen. Viva la robótica. ¡Uf!
Por JUAN T H