2024 ha sido un año histórico para el bitcoin, la criptomoneda más popular, que ha repuntado más de un 120% desde enero. Eventos clave como la aprobación de los fondos cotizados (ETF) y la victoria de Donald Trump han marcado un antes y un después en su historia, disparando su valor por encima de los 100.000 dólares.
El punto de partida fue el 10 de enero, cuando la Comisión de Valores y Bolsa (SEC) dio luz verde a los ETF de bitcoin, sellando su entrada al mundo financiero tradicional. Este avance, liderado por gestoras como BlackRock, Fidelity y Grayscale, permitió que los inversores minoristas e institucionales adoptaran masivamente el activo. En menos de un año, los ETFs alcanzaron 100.000 millones de dólares en activos gestionados.
Otro evento significativo fue el halving de abril, que redujo a la mitad las recompensas por minar bitcoins, limitando su oferta. Este suceso históricamente ha impulsado fuertes subidas en el precio de la criptomoneda.
La victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales también impulsó el mercado. Su postura favorable hacia las criptomonedas y propuestas como el Bitcoin Act of 2024, que prevé que Estados Unidos adquiera un millón de bitcoins en cinco años, generaron euforia en los mercados. Aunque estas iniciativas han enfrentado escepticismo, representan un respaldo sin precedentes para la industria.
El año también marcó una recuperación reputacional tras el colapso de FTX en 2022. La recuperación de fondos por parte de los administradores de la empresa ayudó a restaurar la confianza en el sector. Además, el nombramiento de figuras criptofavorables en el gobierno de Trump consolidó un entorno regulatorio más laxo.
No obstante, el año también estuvo marcado por la volatilidad. Tras alcanzar los 100.000 dólares, el bitcoin cayó a 92.000 dólares tras anuncios de la Reserva Federal sobre la moderación en los recortes de tipos de interés. Este comportamiento refleja la sensibilidad del activo a las condiciones macroeconómicas y al sentimiento del mercado.
A pesar de los riesgos, 2024 consolidó al bitcoin como un activo de inversión clave, cimentando su posición como “oro digital”. Expertos coinciden en que su adopción institucional y estatal tiene un amplio margen de crecimiento, augurando un futuro prometedor, aunque no exento de desafíos.