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España es el país con mayor tasa de donación de todo el mundo. Sin embargo, todavía un 10% de pacientes fallece mientras espera recibir un órgano. Este proceso puede generar dudas entre los que quieren ser donantes, como si la edad es un obstáculo o cuáles son los requisitos.

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Dicen que el ser humano se compone de cuerpo y alma. Con la segunda, después de cientos de miles de años de existencia, no sabemos todavía muy bien qué ocurre después de la muerte, ni siquiera de qué se trata. Cada uno tiene su propia teoría y creencia. En el caso del cuerpo, la cosa se complica menos. Es lo único que permanece tangible y concreto, al menos durante un tiempo, después de la muerte. Con él hemos surcado ríos, mares y océanos por los que el destino nos ha empujado. Y, aun cuando la nave ha naufragado, nuestro cuerpo todavía puede hacer algo por sus semejantes. Metáforas aparte, nos referimos a la donación de órganos.

España es el país con mayor tasa de donación de todo el mundo. De acuerdo con el último balance de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), a lo largo de 2021 se llevaron a cabo 4.781 trasplantes de órganos en nuestro país. No obstante, a pesar de ser líderes en este ámbito, aproximadamente un 10% de pacientes fallece mientras espera recibir un órgano, según la ONT. Por esta razón, siempre viene bien recordar cómo ser donantes, además de otras dudas que puedan surgir. 

¿Quién puede ser donante?

A priori, cualquier persona puede ser donante de órganos y tejidos salvo que presente alguna contraindicación. En este sentido, Eva M. Flores, coordinadora médica de trasplantes del Hospital Universitario de La Paz, argumenta que, a grandes rasgos, no podrán donar quienes padezcan enfermedades que puedan transmitirse a los receptores. “Básicamente, son aquellos que sufran un cáncer activo o un tumor que se pueda metastatizar o que tengan alguna infección aguda, además de alguna enfermedad hematológica”, subraya la experta. 

Flores distingue entre dos tipos de donantes: el vivo y el cadáver. En cuanto a este último, también se puede clasificar en dos variantes:

  • Donante cadáver cuya muerte ha sido certificada por criterios neurológicos. “Es lo que llamamos muerte encefálica y son aquellos individuos que suelen sufrir hemorragias, ictus o traumatismos craneoencefálicos masivos”, apunta la especialista.
     
  • Donante cadáver cuyo fallecimiento se ha certificado por criterios cardiocirculatorios. Se conoce como donación en asistolia y engloba tanto a pacientes que han perdido la vida fuera del hospital y a los que se reanima con la única función de poder donar porque la muerte ya es irreversible, como a sujetos que, ya ingresados, se les va a adecuar las terapias de soporte vital. En lugar de fallecer en la Unidad de Cuidados Intensivos, lo hacen en el quirófano con el objetivo de ser donantes. 
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¿Cómo hacerse donante?

En teoría, no hace falta requisito ninguno para donar órganos. De hecho, la ley española expresa que toda persona que resida en España es donante salvo que manifieste lo contrario. Sin embargo, este consentimiento presunto no se lleva luego a la práctica. “Cuando una persona fallece en condiciones de ser donante de órganos, siempre se le pregunta a la familia la voluntad del fallecido respecto a este tema”, afirma Rocío Vega, enfermera coordinadora de trasplantes de la ONT. 

Por esta razón, Flores advierte de la importancia de trasladar a los familiares la intención de donar porque, al final, son ellos los que van a autorizar la extracción de órganos. En caso de que la familia desconozca el deseo del difunto, lo que se hace es orientarla, para que tome una decisión final, de aquellas cualidades que el fallecido tuviese para donar. 

“Actualmente, alrededor de un 14% de familias en España se niega a la donación. De forma más positiva, aproximadamente, el 85% de ellas, llegado el momento, autoriza el trasplante de órganos”, explica Vega.

Asimismo, a través de la ONT se puede solicitar la tarjeta del donante, tanto de forma física como digital. Según Flores, “es un documento que testimonia nuestro deseo de ser donante de órganos, pero hay que tener en cuenta que esta tarjeta no tiene validez legal”. De ahí, insiste la experta, la necesidad de comunicar a los familiares el hecho de querer ser donante. 

Este registro, llamado de últimas voluntades o testamento vital, recoge una serie de cuestiones referentes al proceso de morir, entre las que se incluye el tema de la donación de órganos. En teoría, este documento prevalecería sobre cualquier indicación que diera la familia. “El problema es que es un mecanismo que todavía la mayoría de la población no tiene articulado, por lo que el camino habitual para proceder a la donación y obtener una autorización es preguntar a la familia”, comenta Vega. 

¿La edad es un obstáculo?

En realidad, no existe un límite de edad para ser donante, pero es cierto que cuanto más años tenemos, menos probabilidades hay de que algún órgano sea válido. En este punto, Flores aclara que hay que individualizar cada caso, pues un paciente de 60 años con mucha patología asociada puede ser un peor donante que otro de 70 que cuente con una salud perfecta. “Para ser donante en asistolia siempre es mejor que sea menor de 75 años, pero para aquellos que han sufrido muerte encefálica, hay casos mayores de 80 con bastantes buenos resultados”, indica. 

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“Lo normal es que estemos trasplantando páncreas hasta los 55 o 56 años como mucho. En el caso del corazón, el corte de edad es de 60 años”, ejemplifica Vega. 

¿Cómo queda el cuerpo del donante?

La donación de órganos supone una intervención quirúrgica, por lo que quedará una cicatriz que se sutura y en la que se colocan apósitos. “Tenemos muchísimo cuidado y respeto con el cuerpo del donante y nos aseguramos de que quede perfectamente, en las condiciones óptimas para entregárselo a la familia”, subraya Flores. 

La coordinadora médica de trasplantes sostiene que algo que preocupa especialmente a las familias es la donación de las córneas, y puntualiza que lo que se quita de ella es “como una lentilla, una capa superficial, por lo que no se nota nada en absoluto”. 

Vega especifica, además, que si lo que se donan son huesos, estos se reconstruyen. Por otra parte, cuando se trata de órganos, se coloca después un relleno de la estructura abdominal.

Donar el cuerpo a la ciencia

La donación del cuerpo a la ciencia es algo diferente a donar órganos para, posteriormente, realizar un trasplante. En el primer caso, “se da íntegramente el cuerpo, incluidos los órganos, a una universidad para su estudio. No se puede donar órganos para un trasplante y el resto del cuerpo darlo a la ciencia, puesto que faltarían estructuras anatómicas para la investigación”, explica Vega. 

¿Qué se puede donar?

En principio, todos los órganos se pueden donar, “dependiendo lógicamente de la edad y de las enfermedades que esa persona tenga”, matiza Vega. Así, la especialista señala que se puede donar los pulmones, el corazón, los riñones, el hígado, el páncreas y el intestino. 

Una vez que se lleva a cabo la donación de órganos, se procede a la de tejidos. La diferencia es que, mientras que en el caso de los primeros se tiene conectado al donante a un respirador para que los órganos tengan circulación sanguínea y estén oxigenados, en los tejidos no es necesario que esté conectado ya”, expone. Asimismo, también se pueden dar los huesos, los tendones, los cartílagos y las córneas

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