Adriano Espaillat
Congresista por el Distrito 13 de NY
Las remesas de los dominicanos del exterior ayudan en gran medida a cerrar la brecha entre ricos y pobres en la República Dominicana, y representan un soporte vital para la economía de la nación.
De acuerdo con la nueva Encuesta Nacional de Gastos e Ingresos de los Hogares 2018 publicada esta semana por el Banco Central de la República Dominicana, entre los ingresos de los hogares más pobres y los de los más ricos de la República Dominicana hay un abismo de 77,814 pesos al mes, que podría ser todavía mayor si las familias más pobres no recibieran remesas.
Para los hogares que sufren más exclusión social, la situación podría ser peor. Según la Encuesta, un 39% de sus ingresos provienen de remesas que les envían sus familiares, lo que representa un enorme alivio económico para estas familias y una menor presión social para el Estado.
Las contribuciones de los dominicanos del exterior en términos de remesas son tan importantes para la economía dominicana, que recientemente el gobernador del Banco Central, Héctor Valdez Albizu aseguró que los ingresos por remesas compensaron la caída del ingreso de divisas del sector turístico, afectado por la “campaña mediática” relacionada con la muerte de una decena de turistas estadounidenses a comienzos del año 2019 en hoteles del país, fallecimientos que, según las investigaciones oficiales confirmadas por el FBI, se debieron a causas naturales.
El descenso del número de turistas extranjeros fue compensado en parte por el aumento de los viajes de los dominicanos residentes en el extranjero, que subieron un 15.2% durante el periodo de descenso, según el Banco Central.
Los informes económicos son claros en señalar que los más de 3 millones de dominicanos que residen fuera de la isla contribuyen al bienestar socioeconómico de la República Dominicana.
Sin embargo, a los dominicanos que residimos en el exterior no se nos toma en cuenta para la toma de decisiones del país, y es como si el liderazgo nacional nos ignorara y nos tratara como “una nación invisible”.
Y prueba de ello es que a los dominicanos del exterior se nos negó el derecho de elegir y ser elegible en las primarias de octubre del año pasado, un derecho consignado en la Constitución de la República Dominicana; y el liderazgo nacional ni siquiera tuvo la delicadeza de invitarnos a participar en el diálogo realizado en el Consejo Económico Social (CES), a fin de que contribuyéramos en la busca de una solución a la crisis generada luego de la suspensión de las elecciones municipales del 16 de febrero.
Parece que el liderazgo nacional olvida que las circunscripciones del exterior tienen una población de dominicanos mayor que varias provincias del país juntas, y que los hombres y mujeres trabajadores que contribuyen en todos los órdenes al desarrollo de la República Dominicana se han ganado con creces un espacio en la toma de decisiones del país, especialmente en los momentos de crisis.
Los dominicanos del exterior mantienen una actitud vigilante, activa y solidaria con el país. Mientras los jóvenes dominicanos se manifestaban en la Plaza de la Bandera en la República Dominicana, más de 7 mil jóvenes dominicanos del exterior se manifestaron en las calles del Alto Manhattan por la preservación y fortalecimiento de la democracia del país.
Ya es hora de que haya un puesto permanente en la mesa de diálogo en la República Dominicana para los dominicanos de la diáspora. Todos, los de aquí y los de allá, somos una sola nación, y como nación debemos trabajar juntos en procura de un mejor bienestar para el pueblo dominicano.