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La psicoanalista Daniela Furst explicó a Infobae que los trastornos que más aparecen son la anorexia y la bulimia. En su mayoría ocurren en las mujeres y en la pubertad. Qué rol juegan la culpa y la vergüenza en los atracones, otro de los trastornos más comunes. Señales para identificar el problema

Altice

Por Milagros Hadad

Los trastornos de la alimentación, conocidos también como trastornos de la conducta alimentaria, son enfermedades médicas de gran gravedad, que poseen una base biológica, y se caracterizan por ser trastornos significativos en los patrones de alimentación y comportamientos relacionados.

Algunos de los más comunes son la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa, el trastorno de atracón, el trastorno de evitación y restricción de la ingesta de alimentos. Cada uno de estos trastornos tiene síntomas distintos, aunque a veces pueden superponerse. Si una persona experimenta cualquier combinación de estos síntomas, es posible que tenga un trastorno de la alimentación y se recomienda que sea evaluada por un profesional médico u otro proveedor de atención sanitaria.

“Todos tenemos en alguna medida trastornada la relación con la comida. El vínculo con la comida trasciende absolutamente la función nutricia. El consumo excesivo está asociado a ciertas frustración. El lugar que ocupa la comida en la cultura habilita a que sea menos condenado socialmente”, dijo a Infobae la psicoanalista Daniela Furst (MN 22726), especialista en adicciones y adolescentes.

Milagros Hadad Con Daniela Furst Trastornos Alimenticios

Milagros Hadad Con Daniela Furst – Trastornos Alimenticios

Luego de la pandemia, fueron justamente los adolescentes, quienes duplicaron la cantidad de casos de trastornos de alimentación. Un informe realizado por los Centros para el control y la prevención de enfermedades (CDC por su sigla en inglés) de Estados Unidos, proporcionó nuevos detalles sobre los tipos de problemas de salud mental que afectan a una generación de adolescentes. El estudio reveló que la proporción de visitas por trastornos alimentarios se duplicó entre las adolescentes, provocada por factores de riesgo relacionados con la pandemia como la falta de estructura en la rutina diaria, la angustia emocional y los cambios en la disponibilidad de alimentos, exacerbados por la reducción del acceso a la atención de la salud mental durante la pandemia.

Ahora bien, ¿qué rol que juega la alimentación en las personas? “Atraviesa básicamente nuestra vida desde que nacemos y la relación con la comida está para situarlo en un lugar entre medio de ese bebé que nace desamparado totalmente y esa madre o sustituto, o quién ocupe su función, que lo alimenta. Entonces el vínculo que tenemos con la comida trasciende absolutamente la función nutricia, tiene una satisfacción libidinal”, explica Furst.

mujer restriccion alimentaria

La edad de comienzo de los TCA se adelantó, sobre todo en los trastornos que tienen que ver con la restricción alimentaria

Y sigue: “Hay una satisfacción cuando el bebé come, ni hablar cuando somos adultos, y por otro lado en este encuentro con el otro, es un encuentro en donde está no sólo la comida, sino las caricias, la mirada, el baño de palabras. Entonces cuando pensamos en nuestra relación con la comida, tenemos que indefectiblemente pensar en la constitución subjetiva”.

— ¿Qué sería esto?

— Lo voy a decir fácil, es cómo se va armando nuestra mente la frustración, la satisfacción, la posibilidad de espera, la posibilidad de que el otro te decodifique, porque muchas veces, por ejemplo, el bebé llora, y tal vez la madre inevitablemente va y le da de comer. Ocurre que por ahí ese bebé tiene cólicos o tiene frío.

— ¿Cuáles son los trastornos de alimentación que ves más seguido en tu consultorio?

—Tienen que ver con la anorexiala bulimia y los famosos atracones. Cuando hablamos de anorexia, a mí me gusta situar en general, cuándo arranca que tiene que ver con la pubertad; y por otro lado, también se suele asociar la anorexia con lo femenino, porque de 10 personas, 9 son mujeres y 1 es varón en estos trastornos. No así en los atracones pero sí en la anorexia y la bulimia.

— ¿Este dato se relaciona con que la mujer tiene una presión más grande para ser estéticamente delgada?

— Creo que la presión tiene que ver, claramente. Pero cuando pensamos los trastornos alimenticios, no hay que echarle tanta culpa a lo cultural. Creo que, por supuesto, esto de los mandatos de belleza, donde la belleza que está tan homologada con la delgadez, existe. Estamos invadidos de imágenes que muchas veces para las mujeres nos son insoportables, porque son ideales imposibles de alcanzar. Pero hay otros factores que también están en juego. Seríamos demasiado vulnerables si pensamos que por lo cultural se desencadena una anorexia.

— ¿Entonces los trastornos alimenticios no siempre tienen que ver con llegar a un cuerpo determinado, sino con la distintas personalidades y características de esa personalidad?

— En general muchas veces cuando se habla, por ejemplo de anorexia, sí. Es cierto que al principio hay una hipervaloración de la delgadez y que se empieza a dejar de comer para estar más delgada. Aparecen los ayunos, aparecen el ejercicio excesivo, la distorsión de la imagen corporal. Pero también es cierto que cuando la anorexia es grave, por ejemplo, a la mujer no le importa que se vea mal, que se vea fea, lo que quieres es verse delgada. Entonces ahí digamos el ideal de belleza está corrido.

— ¿Podemos pensar que todos en alguna medida tenemos un trastorno alimenticio?

— Diría que todos tenemos en alguna medida trastornada la relación con la comida que es diferente a tener un trastorno. Un trastorno sería un conjunto de síntomas y signos que hacen a una psicopatología. Sí es cierto que todos podemos tener trastornada la relación con la comida. Por ejemplo, hay gente que dice: “Cuando yo estoy triste, no tengo hambre”. O el que menciona lo contrario: “Cuando estoy triste, me como todo”. O por ejemplo, hay otras personas que manifiestan: “Cuando voy a una fiesta, estoy tan contenta o tan contento, que no puedo parar de comer y después cuando termina la noche, no puedo ni moverme”. Entonces si lo pensamos desde este lado, la relación con la comida estaría trastornada porque no es sano ni no comer, ni comer de más. Ahora, cuando hablamos de un trastorno lo que tenemos que pensar es que hay ciertos factores predisponentes”. Por ejemplo, una baja autoestima, situaciones de bullying en la infancia, situaciones de abusos sexual, también familias demasiado controladoras. Hay determinadas características en los contextos que favorecen, no determinan, que puedan darse este tipo de patologías.

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— Quería hablar con vos de los atracones. Creo que es un tema que no se menciona tanto. ¿Qué son y por qué se producen?

— Los atracones serían un consumo excesivo de comida en muy poco tiempo, mucho más de lo que cualquier persona consumiría en una misma situación. La otra característica es la sensación de pérdida de control. El que tiene un atracón come muchísimo, después siente que no puede parar y no solamente esto, sino que generalmente vienen ciertos sentimientos de culpa y de vergüenza. Nada en el psicoanálisis se puede generalizar, pero sí es cierto que muchas veces el consumo excesivo está asociado a cierta frustración de la vida cotidiana en relación al amor, al trabajo, a ciertos vínculos, cierta frustración con uno mismo, por no haber podido manejar determinada cuestión. Entonces suele aparecer el consumo, la alimentación descontrolada como una manera de autocalmarse, pero en este “autocalmado”, por llamar de alguna manera, o autoterapia mortífera, porque hace mal, muchas veces lo que se hace es entrar en un ciclo. Acá hay una distinción que es clave: los atracones así como los definimos, aislados, no van de la mano de conductas compensatorias como el uso de laxantes de diuréticos, vómitos, ayunos después o gimnasia descontrolada, como se da en la bulimia.

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— ¿Por qué crees que hay personas que van directamente a la comida para poder lidiar con esas emociones, ya sea la frustración, la soledad, el aburrimiento? ¿Por qué la comida y no otra cosa?

— Vamos a hacer una distinción: no todas las personas ante ciertas situaciones de frustración apelan a la comida. Podríamos pensarlo como una sustancia de elección. Hay otras personas que se sienten muy mal y tal vez consumen alcohol o consumen otro tipo de drogas. El tema del consumo de la comida aparte está socialmente aceptado. Porque no es lo mismo alguien que va al kiosco y se compra un montón de golosinas y se da un atracón, que otro que se va a un lugar a comprar alcohol y sale con cinco botellas de vino. Entonces el lugar que ocupa la comida en la cultura habilita a que sea menos condenado socialmente.

— Recién mencionabas que la comida está presente, no sólo cuando se están tapando emociones negativas, sino cuando hay un festejo, cuando uno se siente emocionado, es decir, que la comida entra en muchísimas emociones diferentes.

— Total. Hay algo que se llama la comensalidad, que es el encuentro con otros para comer en donde lo que se comparte son valores, historias, cuentos, anécdotas, risas, a veces llantos. El lugar de la comensalidad hoy un poco se está perdiendo, antes todos comíamos a la noche en familia, hoy por suerte muchos lo pueden hacer. Pero tal vez otros también tienen el celular, entonces ese encuentro con el otro también es muy difícil. Pero sí es cierto que en relación a la comida esto del festejo de los encuentros, es un objeto de intercambio. Muchas veces uno prueba algo rico y pensas en alguien que querés mucho y decís, “cómo me gustaría que tal y tal persona lo prueben” y hasta se regala comida. En los cumpleaños se manda una torta. La comida tiene una connotación muy amorosa.

— ¿Por qué pensás que como sociedad le damos tanto valor a la imagen corporal?

— En la sociedad hoy, y sobre todo en la cultura donde vivimos, está sobrevalorada la imagen asociada a la delgadez. Pero si lo pensamos desde un lugar más macro, la imagen está sobrevalorada en todo sentido. Pensemos este ejemplo: en Instagram la gente sale y comparte una foto de lo que está comiendo y muchas veces el compartir la imagen de la comida o de los tragos también; lo que está diciendo es que tiene vida social, que está con gente, que está disfrutando y todo esto se transmite a través de la imagen. Entonces siempre digo, no te creas todo lo que ves, porque tal vez en esa misma situación se están peleando o hay una situación complicada, pero el poder de la imagen es muy fuerte, y creo que es tarea también de cada uno, ya sea un espacio analítico o un espacio personal, no quedar tan esclavizados en relación con las imágenes. Y lo mismo digo con la delgadez: tengo pacientes jóvenes que tal vez están en un proceso complicado con su cuerpo, no necesariamente con un trastorno alimenticio declarado, pero donde la están pasando mal y me han dicho que iban a dejar de seguir determinadas cuentas porque veían esos cuerpos y se sentían muy mal.

 Creo que con los años la exigencia de tener un cuerpo hegemónico fue bajando un poco. Noto un cambio en el sentido que la diversidad de los cuerpos que vemos es más grande. ¿Crees que hay un progreso en eso o seguimos igual que hace 10 o 15 años?

— Creo que en eso hay un progreso a nivel social, porque hoy esto de los cuerpos hegemónicos son cuestionados, por suerte. Y con el tema de la Ley de los talles, creo que en un punto sí. Sin embargo, como te decía al principio, cuando hablamos de patologías alimentarias, están en juego la baja autoestima, la baja tolerancia a la frustración, ciertas conductas obsesivas y compulsivas y eso es independiente de lo que pasa afuera. Tal vez lo que pasa afuera acrecienta determinadas situaciones que se empiezan a desencadenar o que tal vez ya están. Me parece espectacular que no se siga celebrando la delgadez cuando no es ni sinónimo de belleza, ni sinónimo de salud tampoco.

— ¿Qué rol juegan la culpa y la vergüenza en los trastornos alimenticios?

— La culpa y la vergüenza suelen estar totalmente presentes en los atracones y en la bulimia, después de los vómitos o de las conductas autopunitivas que realizan las personas. Lo que sí una emoción que está en todos los trastornos es la tristeza. Debajo de un trastorno de alimentación hay una profunda tristeza, muchas veces una depresión enmascarada, un duelo no resuelto, pero ese cuerpo que sufre refleja un alma que sufre. Entonces muchas veces cuando decimos trastornos alimentarios son trastornos de las emociones que se manifiestan en un consumo patológico de comida, porque el tema es lo que subyace en estos casos.

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— ¿Hay una intención de querer lastimarse cuando una persona se da un atracón?

— Sí, el atracón está asociado a la pulsión de muerte que todos tenemos, pulsión de vida y pulsión de muerte, que están entrelazadas y que conviven con nosotros, que a veces necesitamos para abordar determinadas situaciones y que están presentes en la vida cotidiana. Cuando uno tiene un atracón es como si el mundo se detuviese y el otro no existe. De hecho suelen comer también a escondidas, no solo durante el atracón, hay cierta ruptura en la comensalidad. Entonces, esto tiene una cuestión de autoagresión muy grande. Y si lo pensamos por ejemplo en casos de abuso sexuales en niños, esto aparece en la vida adulta. Muchas veces uno no lo recuerda, está como tapado. Cuando aparecen estas cuestiones de los trastornos de alimentación, aparecen recuerdos y la culpa que se traduce en estos actos autoagresivos que tienen que ver con los atracones.

Los padres son los primeros referentes que todo niño tiene de cómo "debe ser" la relación con la comidaLos padres son los primeros referentes que todo niño tiene de cómo “debe ser” la relación con la comida

 Estaba leyendo en un libro que decía que la comida es un “microcosmos de la relación con el resto de tu vida”. ¿Qué opinas sobre eso?

— Está buena la frase, me gusta. Creo que sí, porque la relación que tenemos con la comida puede funcionar como una metáfora para ejemplificar otras cosas de nuestra modalidad y de nuestros vínculos. Me viene a la cabeza cuando alguien dice “me como todo lo del otro”, es decir el otro le dice cosas y si uno no se define, se come todo. Y causalmente también se come todo. O personas que siempre les cae mal la comida y cuando está con personas que no se siente cómodo, le duele la panza. Entonces creo que sí, que puede ser como un modelo para pensar la generosidad. Hay personas muy generosas y esto también se manifiesta en la comida. Gente que tal vez sabe que al otro le gusta mucho algo y a través de la comida hace esta demostración de amor y que tiene que ver absolutamente con ese tipo de personalidad. Puede aplicar muy bien esa frase.

— ¿Cuáles crees que es el top tres de los causantes de un trastorno alimenticio?

— Las causas son plurales, o sea, se han hecho un montón de investigaciones y cada vez que se quiere arribar a una, dos o tres causas, siempre se dice que las causas son biopsicosociales. Si tuviera que decirte de la mayoría de las anorexias, muchas veces la causa tiene que ver con la entrada en la pubertad. Porque en la pubertad aparecen los caracteres sexuales, cambia el cuerpo, aparecen los impulsos sexuales también, la mirada del otro, la propia mirada y muchas veces las púberes viven los cambios físicos como intrusiones, como algo que no me pertenece, como un cuerpo extraño que da rechazo, que da asco. Es muy común, que cuando empieza a cambiar el cuerpo, las chicas empiezan a usar remeras o buzos grandes para que no se noten las formas.

Entonces muchas veces, cuando no se puede atravesar esta etapa y se desencadena una anorexia, tiene que ver con ese primer periodo de la pubertad. Después también creo que la baja autoestima es una gran causa y el perfeccionismo que va de la mano. Muchas veces el perfeccionismo tiene que ver con estos ideales tan altos, que cuando yo no puedo acceder a ellos la autoestima va a disminuir. Y el tema de las depresiones, de duelos no resueltos. Es policausal.

Es recomendable atender este tipo de trastornos desde una edad tempranaEs recomendable atender este tipo de trastornos desde una edad temprana

— Entre las personas que tratás y que lograron superar un trastorno alimenticio, ¿crees que hay un factor común que los ayudó a superarlo?

— Yo trabajé y trabajo hace muchos años con trastornos de la alimentación, y creo que uno de los factores más importantes, como analista, es ser humilde y no creer que nos la sabemos toda. Y poder abrir el juego para trabajar interdisciplinariamente. Cuando los casos son leves no hace falta, pero si no es así, por supuesto, es importante el acompañamiento de una nutricionista. Y si es necesario de un psiquiatra también. Por otro lado a mí me parece que el punto más importante es el vínculo entre el terapeuta y el paciente de forma tal que todo esto que se actúa, se come de más, no se come, ayuna, vomita, es un plano de acción. Hay que ir trabajando de a poco para que eso se pueda ir subjetivando. Y se pueda empezar a poner en palabras todo eso que no se dice. Si yo tuviera que decirte cuál sería el factor central del tratamiento, es la cura por la palabra. Muchas veces tenemos que incluir a la familia también.

— Entonces ¿no hay un tratamiento modelo?, ¿Es caso por caso?

— Exacto. Hay tantos trastornos de alimentación como personas hay. Con lo cual es importante tener en cuenta que no es como cuando vas a un negocio y hay un montón de remeras. Esto es como un traje a medida para cada paciente, porque tenemos que trabajar con su historia, con su manera de vincularse, con su subjetividad, con sus emociones específicas. Entonces pensar en el caso por caso también alivia. Porque sino a veces lo que hacemos es buscar las recetas mágicas. No hay recetas mágicas y existe una posibilidad de trabajar el uno por uno.

* Daniela Furst es Psicoanalista, con posgrado en Psicosomática psicoanalítica (UBA) y Pensamiento sistémico, maestría en programación neurolinguística. Especialista en adicciones y adolescentes

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