La frase “Dejen eso así” me recuerda una que escuché con frecuencia a mi llegada a Brasil: “Pode piorar”, que traducida sería: puede empeorar. También decían otra que significa, “podría ser peor”. Ambas venían seguidas de una explicación de por qué debería dejar las cosas como estaban: lo más seguro si movía algo, empeoraría.
En mi país la frase: “Dejen eso así”, se une a otras tantas que ayudan a formar un muro muy alto en el perímetro de nuestra zona de confort individual. Lo que perjudica de manera extrema nuestro vecindario… y peor, nuestro futuro.
Protegerme por acostumbrarme a la nueva situación hace que los demás jueguen con esa mentalidad, aprovechándose de la misma y destrozando mejores posibilidades de vida, individual y comunitaria. Por el simple provecho personal.
Si alguien raya nuestro vehículo; si quien limpia vidrios en el semáforo nos tira la esponja enjabonada; si un hijo nos falta el respeto; si alguno nos toma el estacionamiento; si nos asaltan en la calle; si nos roban en el negocio; si un empleado hace algo indebido; si un político cambia las reglas; si un gobernante recibe dinero para aprobar un proyecto; si una empresa sobrevalua obras; etc. ¿“Dejen eso así” es lo que corresponde?
“Mi derecho inicia donde termina el ajeno”. Es una frase que quizá nos ha llevado a tomar la que protagoniza este escrito como buena, válida y de provecho. ¿Dónde veo el problema?
Donde lo he visto desde el inicio. Hay algunos que no se conforman con el derecho que les toca, sino que extienden su frontera entrando al derecho que me toca a mí, quitándome el propio y con ello encogiendo mi territorio de acción.
Algunos deliberadamente trazan su propio territorio y ahí termina la repartición justa de derechos… y la injusticia no es buena consejera. “Dejarlo así” no es la mejor de las soluciones. Existen reglas que debemos cumplir y derechos que tenemos que hacer cumplir.
Si las instituciones no funcionan debemos hacer cumplir el derecho a tener instituciones que funcionen. No debemos andarnos por las ramas, si lo que está mal es la raíz es hora de sanear el árbol desde sus cimientos.
¿Se atreve a no “dejar así” la próxima situación que le pase, ya sea con su hijo, algún empleado, etc.?
Por Diego A. Sosa