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El Subdirector de Audiencias y SEO Editorial de la publicación estrella de Estados Unidos nació en una familia de inmigrantes dominicanos y edificó su camino venciendo inseguridades y tropiezos. Cuenta a Infobae cómo llegó a ser uno de los máximos referentes en generar tráfico en la web

Altice

Esa es la frase que eligió poner en su presentación en la web del diario Claudio Eduardo Cabrera (37), subdirector de audiencias, SEO Editorial, de The New York Times, una de las publicaciones más importantes del mundo. Cuando uno comienza a conocer su historia, estas palabras adquieren mayor sentido.

Claudio es de esas personas que sin proponérselo, con un hilo de Twitter en el que cosió experiencias sin filtros edulcorados, se ha convertido en un faro que ilumina a los que andan con sus sueños rotos o dormidos.

Para aquellos que deambulan sin fuerzas, para seguir luchando por la igualdad de oportunidades o les falta el aliento para mantener intacta la fe en sí mismos, va esta historia.

Espinas en el camino

Claudio nació dentro de una familia humilde en un barrio pobre de Nueva York. Sus padres, hoy ya retirados, son inmigrantes que llegaron en los años 70, desde República Dominicana a Estados Unidos, buscando el progreso. Claudio, su padre, era taxista; Maritza, su madre, asistente ejecutiva. Tuvieron dos hijos, Claudio y Yadira (que es gerente de eventos en una compañía), y ya han celebrado 42 aniversarios juntos.

De chico, a Claudio, lo único que le despertaba verdadero interés era “la pelota”. Entre todos los deportes, escogió el básquet. Era un adolescente un poco peleador y, admite, que alguna vez le faltó el respeto a los profesores. Se ríe al contarlo y asegura que fueron cosas menores, pero supone que esto puede sorprender a quienes lo conocieron ya de grande: “Soy calladito, no hablo tanto… Saber que fui, por momentos, un adolescente así, puede sorprenderlos”.

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El básquet fue la primera pasión de Claudio Cabrera

El propio Claudio contó muy bien sus primeros años y frustraciones, con sencillez y sin dramatismos, en un hilo de Twitter, el pasado 10 de marzo de 2021:

“No crecí rico. Crecí en un barrio. Tropecé muchas veces en mi vida. Hice algunas de las cosas que probablemente piensas que no haría. Pensé en jugar baloncesto hasta que me rompí el ACL (se refiere al ligamento cruzado anterior de la rodilla). Y luego me rompí el menisco. Luego tuve una microfractura. Luego me rompí el ACL otra vez…Tuve cuatro cirugías de rodilla en 7 años. Todos esos campamentos que me tenían en una lista ya no me llamaron. Todas esas cartas de reclutamiento que esperaba nunca llegaron. Pensé que no tenía ninguna esperanza. No puse atención durante la escuela secundaria (…) Apliqué para Harvard y Duke con un promedio C. Creía en mí mismo pero no me esforzaba. Todos me rechazaron. Terminé teniendo que empezar de nuevo en la universidad comunitaria. Iba y venía dos horas cada día. Estaba tan deprimido”.

Claudio siempre supo que, con sus bajas notas, sus posibilidades de ingresar a las prestigiosas universidades de Harvard, Duke o Chicago, eran ínfimas. Lo intentó de todas maneras, pero fracasó. Finalmente, entró a la City University of New York- Brooklyn College. Fue en esos años, que una profesora lo acercó al periodismo luego de ver sus escritos sobre historia. Y así entró al periódico de la institución.

“Cuando salí de ahí y me gradué, ya tenía el chip de la confianza”, reconoce. La inseguridad lo había llevado a mentir, algunas veces, sobre la universidad a la que asistía. Cuando le preguntaban decía otra de mayor renombre. Un amigo, años después, se animó a preguntarle por qué había mentido. Claudio le respondió con total sinceridad: “Quería sentir que pertenecía”.

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Al principio, reconoció, mentía cuando hablaba de la universidad a la que había asistido

Un artículo con premio y el arte de competir

Cuando se graduó, ya estaba decidido a ser periodista. Consiguió un puesto en un periódico pequeño, el New York Amsterdam News. Fue crucial. Empezar en un sitio de menor exposición, le brindó mejores oportunidades.

“Como es un periódico local pequeño, me dieron la oportunidad cubrir lo que pasaba en Nueva York…”, cuenta hoy desde su departamento, donde realiza su trabajo en forma remota. Está seguro de que si hubiera tenido la misma oportunidad, en ese momento, en diarios importantes de la talla del New York Times o del Wall Street Journal, hubiese terminado haciendo fotocopias y recogiendo las tazas de café de los periodistas más importantes.

Lo cierto es que al diario New York Amsterdam News, llegaban cientos de faxes cada día. En la redacción no les prestaban demasiada atención. Pero un día, su editor, vio uno que le interesó y le dijo: “Oye, debes cubrir esa historia y seguirla”. Era sobre lo caro que resultaban las comunicaciones telefónicas para los familiares de los presos en Nueva York. Esas familias humildes pagaban cifras astronómicas de miles de dólares.

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Claudio investigó y escribió su artículo. En 2006, la Asociación de Prensa Independiente, lo premió por ese reportaje. Tenía sólo 22 años.

En el año 2018, cuando ya trabajaba en The New York Times, tuvo una alegría más: saber que aquella nota había tenido repercusión porque el estado de Nueva York, finalmente, cambió la ley para que esas comunicaciones sean gratuitas.

“Me sorprendió después de tanto tiempo… y me dio alegría. Yo no cambie la ley porque había muchos reporteros que escribieron sobre el tema, pero me siento parte de los que ayudamos a cambiarlo”, asegura.

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A los 22 años recibió un premio por uno de sus reportajes

En aquel reciente hilo de Twitter que mencionamos antes, escribió una máxima que remite a la época de su primer trabajo: “No te alejes de los lugares que son pequeños porque esos son los lugares que te darán una oportunidad real para crecer”.

En el año 2011, Claudio descubrió otro mundo ligado al periodismo: el mundo SEO (Optimización de Motores de Búsqueda por sus siglas en inglés). Los motores de búsqueda son sistemas informáticos que se rigen por palabras clave para buscar en la web. Gracias a estas herramientas es que se logra crecer en audiencia, incrementar el tráfico web y tener mayor visibilidad.

“Empecé a hacer SEO cuando trabajaba en InteractiveOne. Yo ya sabía que quería quedarme en el mundo del periodismo, pero no quería seguir siendo reportero ni editor. Estaba cansado. Una persona que hacía SEO me dijo: ‘Tú debes hacer esto con los titulares y los términos y te puede ayudar a aumentar los usuarios’. Al principio, no le presté atención. Lo hice unas cuantas veces y vi que ayudó a la visibilidad. A las tres semanas él se fue de la compañía y yo era la única persona que sabía algo de SEO, pero al mismo tiempo no lo sabía muy bien, solo había aprendido lo básico. No me dieron plata, ni títulos, pero yo era joven y dije… bueno lo hago”.

Un año después se cambió a la empresa Black Enterprise: “Ahí comencé a aprender mucho más. Era el gerente de Audiencia. Estuve dos años”.

Sus habilidades digitales estaban en pleno desarrollo y se siguieron consolidando cuando Claudio dio un salto laboral y entró en CBS, el conglomerado mediático estadounidense, donde siguió destacándose por su trabajo aumentando hasta el cien por ciento la cantidad de visitantes.

Se estaba convirtiendo, aunque todavía no era totalmente consciente, en un líder de desarrollo de audiencias en los Estados Unidos.

¿Por qué se aburrió de ser reportero y de la edición? Responde: “Para mí, que soy una persona que hizo mucho deporte y le gusta competir, hay un aspecto del SEO que tiene que ver con la competencia… ¡Uno siempre quiere ganar y estar liderando! Con SEO yo podía ver los resultados inmediatamente. Tanto lo que hacía bien, como lo que hacía mal”.

El Síndrome del impostor

En agosto de 2016, lo contactaron por la red de trabajo Linkedln. Fue toda una sorpresa. Justin Bank, editor en jefe de Internet y audiencia del periódico de The New York Times, le escribió para conversar del trabajo que estaba realizando en CBS. Claudio no esperaba que fuera una entrevista laboral, pero lo era. Dos meses y ocho entrevistas después, era contratado por uno de los periódicos más importantes del mundo.

Algo con lo que ni siquiera había soñado.

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Claudio Cabrera participando de una reunión de trabajo

Aquel hijo de inmigrantes había desembarcado en el imponente edificio (en el número 620 de la Octava avenida de Nueva York), a metros de Times Square. Pero Claudio se sentía un impostor.

El síndrome del impostor, es un trastorno psicológico, por el cual algunas personas exitosas sienten que no son merecedoras de sus logros. Eso era exactamente lo que le pasaba a él: “Pensé… cómo voy a hacer para que los editores blancos confíen en mis ideas y estrategias. Me olvidé de todo lo que había logrado, que fui nombrado uno de los diez expertos de medios más respetados en los Estados Unidos”, explica.

Estaba muy contento por él y por su familia, pero empezó a exigirse demasiado.

“El primer día en ese edificio grandísimo fue intimidante. Éramos un equipo de dos personas y yo quería lograr éxitos y resultados rápido”, recuerda Claudio.

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Esos primeros tiempos no fueron fáciles: “Pensaba que si no obtenía buenos resultados enseguida me iban a sacar para poner a otra persona. No había tanta gente de color, ni tanta gente que supiera español…Yo no tenía el mismo background del resto, que se conocían desde la universidad… Había grupitos de los que yo no era parte, pero no porque no me dejaran entrar, pero tú sabes, naturalmente te sientes así”, se sincera.

Empezó a mandar mails a otras personas de la compañía: les pedía quince minutos para tomar un café. En esos ratos de charla, conseguía consejos y que le contaran cómo había sido la adaptación de cada uno de ellos al mega medio periodístico. “En esos primeros tiempos, habré tomado café con 40 personas”, se ríe. La verdad es que escuchar la experiencia de otros, lo ayudó. Tres o cuatro meses después, ya se sentía cómodo.

El equipo creció y hoy ya planean, hacia fin de año, ser ocho: “¡La broma en el Times es que yo nunca duermo! que mando correos a las horas más raras, ¡a las 3 de la mañana!”, confiesa Claudio, “Ahora estoy mejor. Trabajo horas más normales, como de 9 a 18. Antes trabajaba, muchas veces, hasta la una de la madrugada”.

Sobre sueños futuros

Cuando Claudio entró al Times todavía vivía con su familia. Un año después, en 2017, se mudó solo. Hace un año y medio que está de novio con Irene, que trabaja en una compañía de música.

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Por la pandemia, Claudio Cabrera tiene más tiempo para pasar junto a su familia

Hace cuatro meses pudo por fin relajarse y tomarse una semana y media desconectado de todo. Partió con Irene a Jamaica y “casi” (notemos el casi) no tocó la computadora. Fue todo un logro. Asegura que eso benefició también a su equipo porque lo ayudó a ganar confianza sin su presencia.

Suele recibir quejas de amigos y de su familia por no soltar el celular, pero no se lo nota muy convencido de hacerlo. Reconoce, riendo: “Uno debe chequear cada 15 o 20 minutos…”.

Ha trabajado duro para mejorar el tráfico en la web, pero también asegura que es importante tener un artículo o una nota bien escritos. Que no da lo mismo, que está claro que la calidad no debe sacrificarse para crecer en usuarios.

Asevera que en el área de audiencias “todo es más difícil para alguien de color en una compañía mayormente blanca. Eso es cierto, pero ahora siento que me respetan. No voy a decir que el color no se ve, pero pienso que me ven como a una persona que tiene una buena idea de lo que es el periodismo en The New York Times”.

La pandemia mantiene a casi el 98 por ciento de los empleados de la empresa en sus casas, pero Claudio cree que el retorno al mítico edificio está cerca. “Quizá será con menos frecuencia”, anticipa. “Fue difícil estar encerrados. Pero después del primer tiempo, empecé a correr y a pasar más tiempo con mi familia y con mi novia. ¡También gasté menos dinero porque no salí! Hubo algunas ventajas. Pero bueno, todavía estamos en Pandemia. Mis padres ya se vacunaron porque son mayores de 60 años. Quizá yo pueda hacerlo en mayo o junio. No se sabe todavía”.

Claudio empezó a hacer terapia en el año 2014. Sigue yendo dos veces al mes porque le ayuda tener con quien hablar de lo que siente y de lo que vive.

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Desde que ingresó hasta la fecha, el crecimiento del tráfico de The New York Times fue de un 40 por ciento

Hablemos, le digo entonces, de los nuevos sueños. Dice que sueña con casarse y formar una familia en un par de años y, también, con seguir creciendo.

“… soy el manager y tengo cosas que quiero lograr y seguir aprendiendo sobre SEO y audiencias. Pero para decirte la verdad lo más importante ahora para mí es que crezca mi equipo, darles oportunidades para que progresen en sus carreras”.

Sus logros están a la vista y, desde que ingresó hasta la fecha, el crecimiento del tráfico de The New York Times fue de un 40 por ciento. No hay dudas de que Claudio contribuyó llevándolo a sumar récords de audiencia.

Le pido, para cerrar, un consejo para los desmotivados:

“Hay que entender que la ruta, para cada persona, es diferente. No hay que esperar que las oportunidades te lleguen; hay salir a crearlas, a buscarlas. ¡Dar un paso adelante! No se puede uno sentar a esperar, hay que empujar”. infobae.com

Por Carolina Balbiani

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