JUAN T H
De Liverpool, Inglaterra, surgió un grupo de jóvenes que formaron The Beatles que trascendió por todo el planeta, generando un movimiento que, según mi fallecido amigo Alberto Cortez, “fue más social que musical o artístico”, con figuras de la estatura artística de John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr. Eran los gloriosos años 60, cuando surgió un movimiento juvenil de hembras y varones que irrumpieron en el escenario político y social reclamando participación, haciendo sentir su voz, rompiendo esquemas y derribando valores tradicionales de un mundo que parecía colapsado. Los Beatles no fueron una casualidad, como tampoco lo fue aquel “Mayo Francés” ni muchos otros acontecimientos políticos, militares, artísticos y culturales.
El movimiento Hippie, jóvenes contestatarios, contracultural, pacifista, amor y paz, libertad absoluta, prohibido prohibir. No a la guerra, si al amor. Los años 60 marcaron el paso de la historia de las próximas décadas. Su influencia persiste hoy día.
Mientras ese fenómeno adquiría dimensión mundial, en Latinoamérica, principalmente, se conoció como “Nueva Ola”, con una fuerte influencia del Rock And Roll. Nacieron muchos grupos y artistas en Argentina, Chile, Uruguay, Ecuador, Venezuela, México, Perú, etc. El Club del Clan, oriundo de Argentina tuvo su impacto en el Puerto Rico y en Santo Domingo. Aún recuerdo a Palito Ortega, Lucecita Benítez, Leo Dan, Roberto Carlo, Nelson Ned, Claudia de Colombia, Los Ángeles Negros, Chucho Avellanes, Lissette Álvarez, Carlos Pizarro, Lucho Gatica, Milton Peláez, los Cinco Latinos, entre muchos otros que posteriormente dieron un salto enorme en términos de calidad. Lucecita, la voz de Puerto Rico, para solo citar un caso.
Podría escribir o emborronar cientos, miles de cuartillas, como dijera el Che, tratando de explicar el fenómeno artístico cultural de los años 60 del siglo pasado en la coyuntura política, económica y social de entonces, pero no tengo el espacio, ni el tiempo para hacerlo desde un punto de vista analítico histórico que requiere de una investigación rigurosa, solo hago una simple reseña para destacar la calidad de sus intérpretes del movimiento, donde no primó la vulgaridad, el mal gusto, los falsos valores ni el ultraje a los idiomas inglés, francés, alemán, italiano o español, como sucede ahora con un spanglish, que no es una cosa ni la otra. El sentido del arte se mantuvo, tanto en la música como en la composición, el canto, la pintura, la literatura, la poesía, etc. Fueron años de gloria para las artes, predominantemente.
La juventud de entonces, consciente, dio pasos agigantados en todos los países del mundo hasta conquistar espacios impensables, no sólo en el arte y la cultura, sino también en la política y la economía, encabezando revoluciones y emancipando a sus pueblos contribuyendo con su liberación, aunque luego abortaran por la intervención imperialista y fascista.
En la República Dominicana –igual que en muchos otros lugares- se ha producido un retroceso caracterizado por la falta de valores éticos y morales propiciados desde el poder político y económico para enajenar y mantener embrutecida la juventud para que no luche, para que se mantenga postrada ante los vicios del alcohol, las drogas y otras sustancias alucinógenas. No es casual que más del 60% de los jóvenes entre 18 y 25 años de edad se quieran marchar del país, y que más del 20% ni estudia ni trabaja. Como marcha la cultura de un pueblo, música, literatura, canción, pintura, etc., así marcha país.
Me pregunto cuáles serán los referentes culturales de mis hijos y nietos. Los míos: Marx, Mao, Lenin, El Quijote, Kafka, Neruda, Bosch, Balaguer, Ingenieros, Paz, García Márquez, Borges, Pedro Mir, Manuel del Cabral, Miguel Hernández, Machado, Jean Paul Sartre, Serrat, Silvio, Milanés, Patxi Andión, Víctor Manuel, Mercedes Sosa, Alfredo Zitarrosa, Moya Pons, Lucho Gatica, Marco Antonio Muñiz, Fello Solano, Nini Cáffaro, Danny Rivera, Simone de Beauvoir, Guillen, Raphael, Tito Rodríguez, Gramsci, Blades, Manolo, Caamaño, Peña Gómez, Lope Balaguer, José Manuel Calderón, Leo Fabio, Horacio Quiroga y Horacio Guaraní, Johnny Ventura, Anthony Ríos, Lucecita, Lissette, entre muchos otros.
Lamento decirlo, pero el país que le dejaré a mis hijos y nietos será peor, una pocilga, que el que me dejaron los jóvenes de la Trinitaria, la Raza Inmortal, los Constitucionalistas de Abril, los guerrilleros de Caracoles y los Palmeros, entre otros revolucionarios que aportaron sus preciosas y valiosas vidas por un país libre y soberano donde primara la justicia, la libertad y la prosperidad. ¿Habrá valido la pena…? ¡Pregúntele al PLD!