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Rafael Baldayac

Altice

Conocemos como “cuarentena” al periodo de aislamiento preventivo al que se somete a una persona, lugar o animal por razones sanitarias. Todavía hoy se le llama así porque en sus orígenes bíblicos ese período de tiempo correspondía a 40 días.

La Biblia se adelantó a la microbiología. En una época en la que se desconocían los microbios patógenos, los virus y agentes infecciosos, las Escrituras previenen determinados comportamientos y ponen de manifiesto así la sabiduría infinita que subyace detrás de sus páginas.

Comúnmente los motivos por los que se decide poner a alguien o algo en aislamiento, tras producirse una infección (ya sea por algún virus o bacteria) eran básicamente con el fin de que no se extendiera y evitar el contagio del resto de la población.

Se conoce también como cuarentena al periodo inmediatamente posterior al parto, necesario para que la mujer se recupere totalmente tras el alumbramiento y vuelva a su estado anterior al de la gestación.

Este espacio de tiempo es también llamado “puerperio”. Suele durar entre seis y ocho semanas, es decir, alrededor de 40 días, tal como dice la Biblia. Levítico 12:1-4, se refiere directamente a la purificación de la mujer judía después del parto.

De manera que la cuarentena postparto es un periodo delicado en la vida de la mujer, que la medicina moderna ha reconocido como tal y ha corroborado por completo con la Biblia.

Una vez más, resulta sorprendente cómo los hebreos de la antigüedad pudieron tener tal conocimiento de la fisiología femenina, a no ser por supuesto, que les fuera revelado por inspiración divina.

Además en la Biblia aparecen ciertas disposiciones concretas, dentro de las reglamentaciones de impureza, que también tuvieron aplicaciones sanitarias muy beneficiosas para el pueblo hebreo.

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Y reitero, era una época en la que se desconocían los microbios patógenos, como virus, bacterias, hongos, protozoos y priones que podían causar enfermedades mortales, pero el Manual de Vida se adelantó a la ciencia de la microbiología.

Una de estas medidas sanitaria la encontramos en Levítico 13:45-46, donde se legisla contra la lepra, una enfermedad infecciosa causada por una bacteria (Mycobacterium leprae) que se caracteriza por provocar lesiones y heridas en la piel, las mucosas y el sistema nervioso periférico. Aunque es difícil, el contagio de la lepra se puede producir de persona a persona a través de gotitas nasales y orales.

Hoy es posible curarla, sin embargo en la época bíblica el hecho de hablar con un leproso o estar junto a él era peligroso, de ahí que la única medida efectiva para evitar el contagio era el aislamiento de tales enfermos del resto de la sociedad.

¿Cómo sabía el autor del Pentateuco la causa del contagio de la lepra si aún no se conocían las bacterias?

El hecho de acuñar con el término cuarentena al aislamiento o espacio de tiempo de 40 días (Quaranta giorni) proviene de la Edad Media, cuando hicieron aparición varios brotes epidémicos como la “peste”, enfermedad contagiosa de gran mortandad.

De manera que los médicos de la época tuvieron que decidir aislar a los afectados para evitar que se contagiase el resto de la población (era muy común hacer pasar esa cuarentena a los barcos y pasajeros que llegaban de largos viajes transoceánicos).

Es decir que las Sagradas Escrituras reflejan una sabiduría que supera con creces los conocimientos humanos de todas las épocas.

Desde la antigüedad el número cuarenta ha estado vinculado a muchos episodios que quedaron reflejados en los libros sagrados. De hecho, en la antiquísima Ley Mosaica o de Moisés, en la que posteriormente se basan muchas otras religiones modernas.

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Son continuas las referencias que se hace al 40: los años en que Moisés vivió como pastor de ovejas en Madián (Éxodo 2:15); los días en el que, también Moisés, permaneció en el Monte Sinaí antes de bajar con las tablas de los Diez Mandamientos.

“Y Moisés estuvo allí con Jehová cuarenta días y cuarenta noches; no comió pan, ni bebió agua; y escribió en tablas las palabras del pacto, los diez mandamientos. (Éxodo 34:28)

También los años a los que los hebreos fueron castigados a vagar por el desierto (Éxodo 16:35); o los días y noches que Jesucristo pasó de ayuno en el desierto y vivió el episodio en el que fue tentado por el diablo (Mateo 4:2, Lucas 4:2).

Esta devoción religiosa por el número cuarenta también es la responsable de la duración del tiempo de Cuaresma (periodo comprendido entre el final del Carnaval e inicio de la Semana Santa).

Y como vimos más arriba, el tiempo de cuarentena para una mujer tras el parto proviene directamente de la Palabra de Dios y fue heredada dicha tradición desde la Ley Mosaica, tal y como recoge el Levítico 12:1-8 en el Antiguo Testamento.

Finalmente este hecho se refleja en los cuarenta días que tuvo que esperar María tras dar a luz a Jesús para presentarlo a los sacerdotes del Templo de Jerusalén.

“Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está escrito en la Ley: Todo varón primogénito será consagrado al Señor”. Lucas 2: 22-40.

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