Juan Guaidó: ¿Encrucijada política tras ocho meses como presidente encargado de Venezuela?
El declive en el poder de convocatoria de Juan Guaidó
Desde que Juan Guaidó asumió como presidente encargado de Venezuela el 23 de enero, fue visto como la gran esperanza para la oposición al chavismo. Sin embargo, en la actualidad atraviesa un momento político complicado, reconocido tanto por aliados como por adversarios.
Su capacidad de convocatoria ha disminuido notablemente. Mientras algunos partidos de su coalición negocian directamente con el gobierno de Nicolás Maduro, Guaidó enfrenta fuertes críticas por fotografías en las que aparece junto a individuos señalados como paramilitares en Colombia. Estos hechos han generado semanas turbulentas y crecientes cuestionamientos sobre su liderazgo.
Oposición dividida y diálogo estancado
Han pasado ocho meses desde su juramentación y Guaidó debe manejar tensiones internas: por un lado, sectores que le piden mayor moderación y diálogo; por otro, quienes exigen radicalizar la lucha para derrocar a Maduro. Sin embargo, ni la moderación ni la radicalización se han concretado plenamente.
El último intento de diálogo con el oficialismo, mediado por Noruega en Barbados, fracasó hace dos semanas. Además, las multitudinarias movilizaciones que encabezó entre febrero y mayo han dejado de verse en las calles venezolanas.
Un golpe adicional fue la salida de su aliado clave, John Bolton, quien dejó su puesto como Consejero de Seguridad Nacional en el gobierno de Donald Trump.
Legitimidad y respaldo internacional
A pesar de las dificultades, Guaidó mantiene la presidencia de la Asamblea Nacional y sostiene la legitimidad de su liderazgo. Insiste en que la única instancia válida para negociar con el oficialismo es el Parlamento.
Además, destaca que más de 50 países reconocen su autoridad como líder legítimo de Venezuela y exige a esos gobiernos mayor presión contra Maduro, a quien califica como “usurpador del poder”. Este respaldo fue reafirmado por países latinoamericanos durante la reciente Asamblea General de las Naciones Unidas.
En medio de la crisis, Guaidó conserva el apoyo mayoritario de la oposición y ha convocado a los venezolanos a prepararse para continuar la lucha con nuevas acciones.
De enero a mayo: auge y movilización
La proclamación de Guaidó como presidente encargado en enero sorprendió y generó grandes expectativas. Esto se tradujo en masivas movilizaciones opositoras que sacudieron las calles de Caracas y otras ciudades.
En febrero, la llamada “avalancha humanitaria” organizada desde Cúcuta (Colombia) intentó ingresar ayuda internacional, pero fue bloqueada por el régimen de Maduro. La mayoría de las donaciones provenían de Estados Unidos, su principal aliado.
Durante esa fase, la coalición de países americanos del Grupo de Lima reiteró su reconocimiento a Guaidó, y la Organización de Estados Americanos (OEA) abrió espacios al embajador del “presidente encargado”.
En abril, Guaidó lanzó la “Fase Final de la Operación Libertad” e intentó cercar el palacio presidencial de Miraflores, sin éxito. A su lado estaba Leopoldo López, su mentor político recientemente liberado.
Según Jesús “Chúo” Torrealba, exsecretario general de la coalición opositora, hasta ese momento la efervescencia social era evidente, pero las protestas multitudinarias han desaparecido desde entonces.
Torrealba señala que, aunque este no es el mejor momento para Guaidó en términos de popularidad, mantiene un capital político importante y es “el único político venezolano que podría encabezar una propuesta de cambio democrático”. Sin embargo, advierte que ese respaldo no es eterno y puede agotarse.
Las tres facciones que dividen a la oposición venezolana
Tras la “Fase Final”, las acciones callejeras convocadas por Guaidó han perdido fuerza y asistencia. Las manifestaciones locales por demandas específicas continúan, pero con menor impacto.
En los meses siguientes, el diálogo entre gobierno y oposición en Barbados fracasó: Maduro abandonó las negociaciones en agosto y Guaidó hizo lo propio el 15 de septiembre. Al día siguiente, el oficialismo y cuatro partidos opositores firmaron un acuerdo que incluía la reincorporación de diputados chavistas a la Asamblea Nacional y la reestructuración del Consejo Nacional Electoral.
Este periodo intensificó las divisiones internas en la oposición, que ahora se fragmenta en tres grupos: la facción moderada, la de centro -donde se ubica Guaidó- y la radical.
El diputado opositor Timoteo Zambrano, del partido Cambiemos, que firmó el acuerdo con el gobierno, critica la línea política rígida de Guaidó y lamenta la falta de resultados tangibles para la población.
“Hubo mucha oferta y no se concretó nada. No hay realizaciones concretas”, afirma Zambrano, quien sostiene que atender la emergencia social es clave para evitar la desconexión con la ciudadanía.
Para Zambrano, Guaidó “no está en un buen momento” y debería replantear su estrategia, incluso sumarse al esquema de acuerdos con Maduro.
Por su parte, Chúo Torrealba explica que muchas decisiones tomadas por Guaidó no contaron con consenso amplio, lo que originó grietas en la oposición. Desde la juramentación hasta el diálogo en Barbados, la iniciativa política fue tomada por un sector que no consultó a toda la diversidad opositora.
El tiempo, el mayor enemigo del liderazgo opositor
Desde la Asamblea Nacional, se minimizan las escisiones internas y se apunta al paso del tiempo como el principal reto para Guaidó.
La diputada Manuela Bolívar, cercana a Guaidó y también de Voluntad Popular, reconoce la presión social por una solución rápida y admite que “el tiempo afecta tanto a ciudadanos como a políticos”.
Bolívar asegura que la oposición ha intentado diversas vías “constitucionales, pacíficas e institucionales” para avanzar hacia una transición democrática.
Sin embargo, destaca que el tiempo también juega en contra del régimen, generando divisiones y debilitando su estructura totalitaria.
Respecto a si es el peor momento para Guaidó, Bolívar relativiza la caída en popularidad debido al miedo y la censura que limitan la expresión pública en Venezuela.
Sobre los partidos que negocian con el gobierno, les resta representatividad y legitimidad, pues llegaron al Parlamento como parte de la unidad opositora.
En conclusión, asegura que pese a las dificultades, Guaidó y su movimiento mantienen el respaldo mayoritario de la oposición venezolana.
Incidentes que golpean la imagen de Guaidó
Más allá de las divisiones y diálogos fallidos, dos escándalos recientes han cuestionado la imagen de transparencia que promueve Guaidó.
En junio, se denunció un presunto desvío de fondos destinados a apoyar a migrantes venezolanos en Colombia, involucrando a dos emisarios de Guaidó. Ambos fueron removidos de sus cargos y Guaidó ordenó una investigación judicial en Bogotá.
Este caso fue utilizado por el régimen para acusar a la oposición de corrupción, generando críticas incluso entre aliados como el secretario general de la OEA, Luis Almagro, quien pidió rendición de cuentas.
Más recientemente, aparecieron fotografías de Guaidó con personas señaladas como miembros del grupo paramilitar colombiano Los Rastrojos. Las imágenes, tomadas en febrero en Cúcuta, mostraban a un hombre con lo que parecía un arma.
El chavismo ha utilizado estas fotos para desacreditar a Guaidó y vincularlo con bandas criminales, mientras que expertos colombianos calificaron la situación como políticamente irresponsable e ingenua.
Guaidó rechazó inmediatamente las acusaciones y el gobierno colombiano afirmó que el líder opositor solo contó con apoyo oficial durante su paso por el país.
La diputada Manuela Bolívar defendió la integridad de Guaidó y su legitimidad para liderar la transición democrática.
¿Una nueva convocatoria para recuperar el impulso?
Este 23 de septiembre se cumplieron ocho meses desde que Juan Guaidó asumió como presidente encargado.
A pesar de los obstáculos, Guaidó afirma que “la dictadura está vencida en muchos terrenos”, comprometiéndose a mantener cohesionada a la oposición.
El 19 de septiembre reiteró su enfoque en una “solución urgente” para Venezuela, respaldado por más de 50 países que lo reconocen como autoridad legítima.
Su propuesta es crear un “Consejo de Estado Plural” que convoque elecciones presidenciales, siempre que Nicolás Maduro abandone el poder primero. A cambio, Guaidó se compromete a renunciar a su investidura como presidente encargado.
Aunque esta iniciativa fue rechazada en las negociaciones de Barbados, Guaidó no renuncia a su lucha y pide “más apoyo y presión” de la comunidad internacional y, sobre todo, de los venezolanos.
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Este análisis revela un panorama complejo donde el liderazgo de Juan Guaidó enfrenta retos internos y externos, mientras la oposición venezolana busca nuevas estrategias para lograr una transición democrática en el país.

