VÍA CONTRARIA
Por Víctor Bautista
Twitter: @ViktorBautista
e-mail: [email protected]
La comunicación táctica, que tiende a construir una reputación excelente, toma siempre en cuenta el componente de la prevención como factor esencial para la correcta gestión de probables crisis, a las que está expuesto cualquier ente corporativo o institucional.
La pendiente enjabonada en que se convirtió el desmentido de un supuesto acuerdo para un contrato grado a grado con garantía soberana para la inversión de una empresa china en el país, pudo haberse evitado con un procedimiento simple.
Esto consistía, sencillamente, en haber divulgado el acuerdo, fotografías incluidas, al momento de ser suscrito, explicando que la concreción de la inversión estaría sujeta a un proceso de licitación como estipulan las leyes dominicanas.
Una vez más se confirma que en estos tiempos el silencio no es rentable, especialmente cuando se trata de asuntos públicos. La reserva, la discreción o el secretismo con que se manejó el citado acuerdo, apuntaló una crisis de comunicación.
Sólo bastó que un portal especializado en temas de infraestructura divulgara la noticia –sin tomar en cuenta el contexto del marco legal local, que no necesitaba conocer- para que el morbo brotara y descubriera lo que algunos interpretaron como una mala intención.
La versión del contrato grado a grado hubiese quedado conjurada la misma noche en que corrió como río desbordado por Whatsapp, si la CDEEE admitía que en realidad se produjo la firma de un documento en China, pero que se trataba de acuerdo de intención.
Haber optado por negarlo todo –cuando en la esfera digital circulaba el irrefutable testimonio gráfico de la firma- fue un grave error que tardíamente hubo que enmendar en una suerte de autodesmentido.
El enfoque preventivo de la comunicación no sólo debió tomar en cuenta a los públicos externos sino también a los internos, vale decir a las instancias del Gobierno al más alto nivel, pues luce que el acuerdo de intención no era del dominio del Palacio Nacional.
La transparencia evita dolores de cabeza. La verdad, aunque duela, previene las crisis y si eclosionan de todos modos resulta más fácil domininarlas y cerrarlas con éxito.