La mayoría de los expertos coinciden en que nos esperan grandes cambios en la economía, los negocios, las relaciones internacionales, la política interna y la esfera social, entre otros campos
La pandemia de coronavirus aún no ha alcanzado su pico en la mayoría de los países, pero economistas, politólogos y filósofos ya se están preguntando cómo será el nuevo mundo cuando hayamos vencido la enfermedad. La mayoría coinciden en que son inevitables importantes cambios en la economía, los negocios, las relaciones internacionales, la política interna, la esfera social, la medicina y el comportamiento humano. Al mismo tiempo, en ocasiones, la incertidumbre asociada con la pandemia da lugar a pronósticos directamente opuestos. Estas son algunas de las teorías sobre el futuro que nos espera después del coronavirus.
Economía tras el covid-19: Muchos escenarios y poca certeza
Es difícil hacer pronósticos sobre una pandemia que está en pleno apogeo, no tiene análogos y es causada por un virus del que aún no se saben muchas cosas con certeza. Los economistas tienen que sumar a ello la incertidumbre asociada con el comportamiento de la población y de las empresas, que, a su vez, se ven influenciadas por una gran cantidad de pronósticos económicos y epidemiológicos de diversa calidad que les llegan a través de las redes sociales.
La economía mundial volverá a la normalidad algún día, pero el ritmo de la recuperación y el alcance del daño dependerán de la rapidez y del coste que tenga detener el virus. En una serie de estudios, expertos de McKinsey, la consultora más grande del mundo, han analizado todos los escenarios posibles del impacto del coronavirus en las principales economías del mundo.
El escenario optimista prevé que, tras una recesión aguda de uno o dos trimestres, se producirá una pronta recuperación.
Según escenarios pesimistas, la pandemia paralizará la economía mundial durante varios meses o incluso trimestres y/o habrá un segundo brote después de que las medidas de cuarentena en diferentes países se debiliten. En este caso, la situación actual se convertirá en una crisis financiera en toda regla con quiebras masivas, el desempleo estructural en lugar del temporal, la destrucción de activos y de bienestar de los países, y con posibles daños estructurales en la economía.
Escenario optimista
La condición principal de este escenario es que la pandemia se controle de manera eficaz en EE.UU. y Europa con entre dos y tres meses de cierre económico, es decir, hasta el final del segundo trimestre de 2020.
En este caso, China perdería un 3,3 % del PIB en el primer y segundo trimestre, pero se recuperaría rápidamente y volvería al nivel de producción de finales de 2019 para el otoño. En general, el crecimiento anual del país para 2020 terminaría más o menos plano.
En EE.UU., la recesión sería más profunda, perdiendo hasta el 8 % del PIB para el segundo trimestre, la mayor caída desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Después de la pandemia, habría una recuperación rápida, logrando el nivel de producción de 2019 a fines de 2020.
La Unión Europea, incluso en el escenario más optimista, perdería casi el 10 % en el segundo trimestre y volvería a niveles anteriores a la crisis solo a principios de 2021. En 2020, la economía europea perdería alrededor del 4 %, el peor indicador desde la crisis de 2009.
La economía mundial, después de experimentar una disminución de casi el 5 % en el segundo trimestre, volvería a la normalidad a finales de año, si bien la tasa de crecimiento anual disminuiría en un 1,4 %.
Los cambios en diferentes áreas de la vida no serán profundos ni irreversibles, pero la velocidad de recuperación de distintas industrias no será la misma. Así, el turismo, los viajes aéreos, las industrias orientadas a la exportación y las que forman parte de las cadenas internacionales, así como los sectores tradicionales de servicios y entretenimiento que reúnen a grandes cantidades de personas tardarían más en recuperarse.
Lo más probable es que el calendario de recuperación en el mundo y en diferentes países se vea como la letra V (una fuerte y rápida disminución y una recuperación igualmente aguda) o la letra U (la recuperación se retrasará ya que muchas empresas tendrán que restaurar las cadenas de producción y volver a contratar empleados).
Escenario pesimista
Existe una serie de escenarios pesimistas para la economía. Los peores sugieren que todos los intentos de detener la pandemia fracasarán y los Gobiernos no podrán ayudar a las empresas y los bancos, muchos de los cuales colapsarán, provocando una crisis de deuda y una falta de liquidez. El colapso de bancos y empresas destruirá todo el sistema financiero mundial y la producción, y la crisis se prolongará durante muchos meses (gráfico en forma de letra L).
McKinsey describe con detenimiento otro de los escenarios oscuros, pero que no es el menos pesimista:
China se recuperaría más lentamente y se vería afectada por la caída de las exportaciones al resto del mundo. El PIB del gigante asiático perdería un 2,7 % en 2020, y su economía solo se recuperaría a mediados de 2021.
EE.UU. perdería más del 8 % del PIB y la UE, casi el 10 %. Regresarían a niveles de 2019 solo en 2023.
El mundo en general se recuperaría un año antes, en el tercer trimestre de 2022.
La consultora destaca que, mientras que los países en desarrollo que han enfrentado crisis monetarias tienen cierta experiencia en eventos de esta magnitud, el impacto económico no tendría precedentes para la mayoría de las personas que viven hoy en economías avanzadas.
Preguntas en el aire
Al mismo tiempo, hay varias incógnitas sobre el mundo después de la pandemia que discuten científicos y analistas, y las que resume el periodista Dmitri Kuznets en un artículo para el portal Meduza.
¿El fin de la globalización?
El proceso de rechazo a la globalización, que ya se ha venido desarrollando durante una década, podría acelerarse debido a la pandemia y la crisis asociada (especialmente si es profunda y prolongada). Las empresas que solían ser beneficiarias de la globalización comenzarán a buscar localizar la producción abandonando cadenas de producción complejas.
¿China, el nuevo líder mundial?
China se ha beneficiado de la globalización más que cualquier otro país, pero ya ha comenzado a reconstruirse hacia una economía autosuficiente centrada en un mercado interno en crecimiento. Además, el país logró combatir el covid-19, de modo que ahora todos los demás Gobiernos se ven obligados a seguir sus pasos y adoptar sus métodos.
Por otro lado, Pekín está lejos de ser visto como un ‘líder’ de la lucha contra el virus: algunos políticos, incluido Donald Trump, ven a China como el culpable de la pandemia, mientras que la percepción positiva que tiene la sociedad estadounidense del país asiático está ahora en su nivel más bajo en 20 años. Con todo, la rápida recuperación de China (que podría convertirse en la única locomotora del crecimiento mundial durante mucho tiempo, si logra evitar un segundo brote) podría cambiar la situación.
¿Vigilancia total?
Tanto China como otros países, como Corea del Sur, han recurrido a tecnologías de vigilancia para detectar y aislar a los infectados. Así, una empresa surcoreana ha desarrollado una aplicación que analizaba datos abiertos e identificaba a los contagiados, cuya ubicación se mostraba en un mapa con una precisión de 100 metros. La recompensa para los ciudadanos cuya privacidad fue invadida fue la victoria sobre la epidemia casi sin cuarentena y otras medidas restrictivas, gracias a estas tecnologías y a un programa de pruebas masivas para detectar el virus. Muchos países y ciudades están desarrollando ahora sus propios medios tecnológicos de vigilancia para compartir el coronavirus. La pregunta principal es si las autoridades dejarán de usar estas herramientas efectivas después de la pandemia.
¿Más confianza en los científicos?
Se estima que la lucha contra una epidemia debería aumentar la confianza en los científicos y profesionales médicos. De hecho, algunas encuestas confirman que, respecto a la información médica, los ciudadanos prefieren confiar en los profesionales en lugar de, por ejemplo, amigos o sacerdotes. Al mismo tiempo, al inicio del brote se observó un auge de publicaciones científicas y pseudocientíficas, algunas de las cuales fueron refutadas más tarde. En este contexto, muchos países han intensificado la lucha contra las noticias falsas, pero allí se esconde otro peligro: que este pretexto sea utilizado contra datos científicos que no complazcan a las autoridades. Sea como fuere, la futura confianza en la ciencia dependerá, probablemente, de la rapidez con que se detenga la pandemia.
Los negocios en línea versus la industria tradicional
Aunque parece que todos los servicios en línea deberían beneficiarse en un momento en que sus rivales tradicionales se ven obligados a cerrar o reducir las ventas debido a la cuarentena, muchos de ellos se ven abrumados ahora por una creciente demanda. Todavía no es posible predecir cómo será la industria cuando regresen los competidores ‘analógicos’, indica Kuznets, sugiriendo que quizás habrá un renacimiento del negocio tradicional.
¿Cambiará el valor de la vida humana?
En el mundo moderno, se cree que el valor principal es la vida humana, pero si la cuarentena se prolonga y la estructura de la economía comienza a colapsar, podría conducir a un grave dilema ético, indica el periodista. Este dilema, según medios británicos, fue formulado con claridad por Dominic Cummings, asesor principal del primer ministro Boris Johnson, quien supuestamente declaró que lo más importante es obtener “inmunidad colectiva”, y “si eso significa que algunos jubilados mueren, pues una pena”.