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Por JUAN T H

Altice

¿El PRM es un partido político o una maquinaria electoral para ganar elecciones cada cuatro años? Me pregunto.

He llegado a la conclusión de que el Partido Revolucionario Moderno (PRM) llegó al poder sin estar preparado, no sólo para llegar al poder, sino para manejar correctamente el poder.

El PRM, me temo, llegó al poder por una coyuntura política que históricamente se explica en el fracaso del modelo político clientelar, corporativo, patrimonial y corrupto que impuesto el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) durante los 20 años que se mantuvo en el poder, convirtiendo Estado en fuente de enriquecimiento ilícito de la mayoría de sus dirigentes, tras el metódico secuestro del Sistema Judicial (jueces y fiscales) para garantizar su impunidad.

(Más de cuatro años después del PLD haber salido del poder por la fuerza, no ha sido posible condenar a los corruptos, a pesar de las pruebas presentadas en los tribunales por el “Ministerio Público Independiente”)

El país se cansó del PLD. El hartazgo no tuvo límites. El partido único, hegemónico, se destruyó así mismo por la ambición desmedida de sus líderes, Leonel Fernández y Danilo Medina, los padres de la corrupción moderna, que terminó dividiéndolos y permitiendo que Luís Abinader, que había abandonado no hacía mucho tiempo el PRD junto con Hipólito Mejía, ganara las elecciones del 2020 prometiendo un cambio sustancial no sólo en la manera de hacer política, sino en el Estado.

Gracias a una buena gestión de gobierno, sobre todo durante la pandemia del coronavirus, Luís Abinader y el PRM, ganan nuevamente las elecciones, pero sin lograr grandes avances, principalmente en Educación y en la Justicia. Quedan aún algunas tareas pendientes. Una de ellas, sin entrar en mayores detalles, es la creación o formación de un partido político. El PRM no es un partido político, es más que todo, una “maquinaria electoral” clientelar.

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Hay muchas cosas por definir y por hacer en el PRM para convertirlo, como decía Peña Gómez, en la “esperanza del pueblo dominicano”, es decir, en una organización con una estructura orgánica disciplinada, coherente en su plataforma ideológica, unido, con un estatuto democrático; un partido al servicio del país, no de grupos tendenciados con aspiraciones muy particulares que nada tienen que ver con el engrandecimiento y desarrollo de la nación. Eso no existe actualmente. Y como van las cosas, no creo que exista. Los dirigentes del PRM, en su mayoría están en una loca carrera por sustituir al presidente Abinader en menos de cuatro años, no en sentarse a discutir los problemas nacionales y ofrecerle a la sociedad las posibles soluciones.

Si el PRM no quiere terminar en la quiebra ética, moral y política, como el Partido Reformista, el PRD, el PLD o la Fuerza del Pueblo, tiene que reflexionar, verse por dentro.

Las aspiraciones presidenciales no son malas en sí mismas, pero, “lo primero es lo primero”. Y lo primero ahora y siempre, es el país, lo segundo el partido como   instrumento de transformación y cambios, y, por último, la presidencia de la República. Como he dicho otras veces, “el todo es más importante que cualquiera de sus partes”. Por lo tanto, lo primero es el país, luego el partido, no como una maquinaria electoral para ganar elecciones, sino como instrumento fundamental para conducir un proceso de cambios y transformaciones.

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El poder por el poder envilece y corrompe, no sirve más que para acumular riquezas personales, no para desarrollar un país como el nuestro con tanta falencias y desigualdades. Precisamos de un partido con propuestas concretas sobre el Sistema Educativo, Judicial, Agrícola, el problema haitiano, cultural, etc. Me preocupa mucho lo que está pasando en el PRM, su falta de visión estratégica a largo plazo. La mayoría de sus dirigentes y funcionarios gubernamentales creen que será fácil mantenerse en el poder más allá del 2028, dada la debilidad de la oposición, que al igual que la izquierda parece haber desaparecido. Y no es así. Vienen tiempos difíciles. Y hay que estar preparado para enfrentar los desafíos venideros.

Este cuatrienio será muy duro y difícil, política y socialmente. Hay muchas tareas pendientes, muchos retos por vencer. Y solo un buen presidente como Luís Abinader, con un partido fuerte, bien organizado, disciplinado y educado, podrá salir airoso y garantizar la continuidad en el poder con el candidato que elija el partido. Si Abinader fracasa, fracasa el país, fracasa el partido y fracasan todos los “presidenciales”, que cada día son más. Si Abinader no hace un buen gobierno, lo más probable es que el PRM vuelva a la oposición. Y no olviden que es “mejor arriba con presión, que abajo con depresión”. ¿Estamos claros?

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