La Canarinha, festiva y en su salsa, homenajea a Pelé con una goleada liderada por Vinicius y Neymar. El viernes se enfrentarán a Croacia por un puesto en las semifinales
JOSÉ SÁMANO
Elpais.com
Brasil goleó en su salsa en una noche de lo más canarinha, con fútbol y samba por igual. La selección de Tite se procuró un partido playero, casi en chanclas ante la telonera Corea del Sur. En el regreso de Neymar, a los amarillos les bastó un tiempo para convertir su duelo de octavos de final en un sambódromo, porque reivindicaron por igual cada gol, hasta cuatro, como su modo fiestero de celebrarlos. Una juerga tan entredicho en la más solemne Europa. Un homenaje a Vinicius, por ejemplo. Y no digamos a la sonrisa infinita de Ronaldinho.
Ya en cuartos, a Brasil le espera la perdurable Croacia de Modric. Si España no se va este martes por la cuneta ante Marruecos, en la siguiente ronda el Mundial de casi toda la vida, en Qatar o donde sea, en verano o en invierno: Brasil y Argentina contra seis europeos. Un clásico tras otro.
De momento, jornada grande para Brasil: fútbol y bailoteo en una misma noche, el no va más para la Canarinha. De dama de honor hizo Corea del Sur, de paso por una celebración que no era suya. Cada ataque brasileño del primer periodo se cerraba con champán. Antes de los diez minutos ya había madrugado Vinicius. Un golazo con mucha miga. Y no porque un barcelonista —Raphinha— se enrollara con un madridista —Vinicius—. Cuando la pelota le llegó al del Real Madrid dentro del área, por delante tenía una barricada, con el portero Kim y otros cuatro camaradas custodiando la red. Vinicius, imperturbable, puso el tiempo entre paréntesis. Templó, calculó, echó un vistazo y cuadró la pelota al fondo de la portería.
Un gol en paz. Un brindis de Vinicius, quien ya liga con el gol con toda familiaridad. El toque final necesitaba de mucho sosiego. El que se percibe en este sedado Vinicius brasileño, nada que ver con el airado Vinicius madridista, tan bronco con adversarios, árbitros y los del anfiteatro de turno.
En Brasil o en Qatar nadie discute que se bailen los goles, no como España, donde se piden condenas. Así que la sala abierta para Vinicius y su primer gol como mundialista. En la coreografía, Neymar —director de orquesta—, Paquetá y Raphinha.