Madres Unidas de Hatillo lideran un modelo de economía circular reconocido como práctica prometedora por el CONEP y el PNUD
Bartolo García
Barrick Pueblo Viejo continúa avanzando en iniciativas de sostenibilidad que integran a las comunidades vecinas, impulsando oportunidades reales de desarrollo económico. En Hatillo, provincia Sánchez Ramírez, esta visión ha tomado forma a través de un programa innovador liderado por la Asociación Madres Unidas, compuesto mayoritariamente por mujeres jefas de hogar.
La empresa ha dado apoyo técnico, financiero y comercial a este grupo comunitario para transformar la fibra de coco —un residuo agrícola abundante en la zona— en mantas utilizadas en procesos de rehabilitación ambiental dentro de la operación minera. Esta materia prima natural se ha convertido en un insumo esencial para revegetación, control de erosión y recuperación de suelos.
El proyecto ha demostrado ser un ejemplo exitoso de economía circular, donde un desecho adquiere valor ambiental y social. Por su enfoque sostenible e inclusivo, fue reconocido recientemente como una de las 19 iniciativas catalogadas como Prácticas Prometedoras por el CONEP y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Desde su inicio en 2013, la iniciativa ha impulsado la capacitación técnica de decenas de mujeres, quienes han aprendido a fabricar las mantas de coco y gestionar de manera eficiente la producción y comercialización del producto. Este fortalecimiento organizacional ha permitido consolidar un modelo empresarial comunitario con impacto duradero.
En términos económicos, el programa comenzó con una inversión inicial de US$51,946 y ha generado más de RD$33.3 millones desde su fundación. Solo la producción destinada a Pueblo Viejo representa unos RD$29.1 millones, demostrando el potencial económico del proyecto.
Actualmente, la Asociación Madres Unidas de Hatillo cuenta con 38 mujeres activas en el proceso productivo, con ingresos que oscilan entre RD$24,252 y RD$30,000 mensuales, dependiendo de la temporada y la demanda. Además, alrededor de 150 mujeres adicionales se benefician de manera indirecta mediante subcontrataciones en épocas de mayor producción.
El impacto no es únicamente social y económico: también tiene un alcance ambiental significativo. Hasta la fecha, se han utilizado 181,390 metros cuadrados de mantas de coco para la restauración y revegetación de áreas intervenidas por la actividad minera, favoreciendo la regeneración de flora nativa y la estabilidad del suelo.
Esta práctica ha permitido reducir el uso de materiales sintéticos y promover soluciones basadas en la naturaleza, alineando las operaciones de la empresa con estándares internacionales de sostenibilidad ecológica.
La iniciativa contribuye a varios Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), entre ellos la erradicación de la pobreza, la igualdad de género, el trabajo decente, la producción responsable y la protección de los ecosistemas terrestres. Su naturaleza multidimensional ha sido clave para su reconocimiento como un proyecto replicable a nivel nacional.
Barrick Pueblo Viejo reiteró que este tipo de alianzas comunitarias son esenciales para fortalecer la economía local y fomentar un desarrollo más inclusivo en las zonas de influencia. La empresa reafirma su compromiso con proyectos que integren innovación, equidad y responsabilidad ambiental.
Las mujeres de Hatillo, por su parte, han expresado el orgullo de formar parte de un programa que les permite generar ingresos estables mientras aportan a la recuperación del entorno natural. Su liderazgo se ha convertido en un símbolo de resiliencia y emprendimiento comunitario.
Con esta iniciativa, Pueblo Viejo fortalece la visión de una minería responsable que acompaña a las comunidades, impulsa capacidades locales y aporta soluciones reales a los desafíos ambientales.
La operación minera recordó que el 98% de su fuerza laboral es dominicana y que su compromiso es continuar desarrollando proyectos que promuevan bienestar social, sostenibilidad ambiental e innovación productiva en la región.

