Por JUAN T H
Alguien dijo, hace muchos años, que el error más común entre los políticos era el abuso en el uso de las palabras. ¡Y tenía razón!
El poeta Gustavo Adolfo Bécquer dijo: “las palabras son del aire y van al aire”. Un refrán de origen bíblico afirma que “el que mucho habla, mucho yerra”.
Los políticos suelen hablar por hablar, mentir sabiendo que miente, sin tomar en cuenta la memoria de la gente, ignorando que vivimos en la era digital donde todo queda grabado, que nada se pierde anclado en las nubes. Lo que usted diga hoy le será recordado en el futuro, no importa el tiempo que haya pasado.
Los expresidentes Leonel Fernández y Danilo Medina sufren de un Alzhéimer político que le permite olvidar los años que estuvieron en el poder, las cosas que en la oposición prometieron hacer y luego, ya en el poder hicieron todo lo contrario. No recuerdan los altísimos niveles de corrupción durante los 20 años que se mantuvieron dirigiendo los destinos del país; no recuerdan la falta de transparencia, la impunidad, ni el enriquecimiento ilícito de la mayoría de los funcionarios y dirigentes de su partido que no resisten una “auditoria forense, ni visual”, que secuestraron la justicia a través del Ministerio Público y de los jueces, incluyendo los de las “Altas Cortes” para garantizar impunidad judicial.
Hablan como si tuvieran calidad ética y moral para hablar. Y lo hacen todos los días, con un desparpajo monumental. Es como si no fueran dominicanos, como si no nacieron en este país y como si no hicieron, desde el gobierno, todos los desmanes que hicieron. ¡Increíble como hablan Danilo y Leonel! ¡Wao!
Aun retumban en los oídos del pueblo, las palabras del profesor Juan Bosch asegurando que ningún peledeísta se enriquecería con los dineros del pueblo, lo que no ocurrió. Los dirigentes del PLD, encabezados por Leonel Fernández ¡padre de la corrupción post Balaguer!, traicionaron la filosofía ética de Bosch, sino que se enriquecieron exponencialmente, sin que nadie terminara en la cárcel tras ser enviado a los tribunales y condenados, adquiriendo el carácter de la cosa irrevocablemente juzgada.
Leonel prometió, solemnemente, que todo el que intentara un acto de corrupción sería enviado a la cárcel, emulando al profesor Juan Bosch que canceló a su amigo de 15 años, que hasta dormía en su casa, Virgilio Gell. Durante los 20 años del PLD, ningún funcionario o dirigente del partido, fue encarcelado. ¡Ningún expediente alcanzó el carácter de la cosa irrevocablemente juzgada! ¡Impunidad total durante 20 años! Las denuncias de corrupción iban y venían. ¡Un escándalo sustituía al siguiente! La respuesta: ¡El silencio! Los medios de comunicación convertido en voceros del oficialismo. El PLD no mataba periodistas, los compraba, ¡les llenaba la boca de papeletas!
Danilo Medina, el más cínico, mediocre y mentiroso de todos los políticos que hemos tenido en los últimos 60 años, que llegó a la presidencia impuesto por Leonel Fernández quien, según sus propias palabras, dispuso de 40 mil millones de pesos, el petróleo de Venezuela y 90 millones de raciones alimenticias para “los muertos de hambre” del país, dijo, en campaña, que solo aspiraría a un solo mandato, para luego irse a su casa. Dijo muchas cosas, prometió que haría “lo que nunca se había hecho” en materia de honestidad y transparencia. (Hizo todo lo contrario, solo le faltó ponerle un motor fuera de borda al país para robárselo)
¡Habló hasta irse de mierda!
Durante sus dos mandatos, la corrupción llegó hasta la puerta de su casa. (No está preso por la complicidad del Ministerio Público) Fue en este país donde Odebrecht instaló su oficina de soborno, autorizada por el presidente Medina, por razones de seguridad de la empresa brasileña.
Su jefe de campaña electoral, el brasileño Joao Santana, salió esposado extraditado, acusado de corrupción por el escándalo Odebrecht, que sobornó a ministros, viceministros, diputados, senadores, periodistas y alcaldes, por más de 150 millones de dólares.
Tres expresidentes, Hipólito Mejía, Leonel Fernández y Danilo Medina, fueron señalados por haber otorgado los mayores contratos de construcción. Solo Hipólito negó cualquier vinculación con actos reñidos con la ética y la moral. Llegó a pedir una investigación, prometiendo que entregaría su patrimonio y el de su familia, se encontraban algún nivel de complicidad durante los cuatro años que estuvo en el poder. Los demás, Leonel y Danilo, que fueron los que firmaron los mayores contratos, guardaron un silencio cómplice, sepulcral; nunca hablaron del tema. (Hechos, no palabras)
Vale destacar que ningún funcionario judicial se trasladó a Brasil para hacer una investigación sobre “los sobornos del hombre del maletín” a los principales políticos, diputados y senadores de todos los partidos, como si hicieron otros gobiernos. El expediente elaborado por el Procurador Jean Alan Rodríguez, preso por corrupción, no buscaba justicia, buscaba impunidad, como así ocurrió como lo denunció la magistrada Mirian Germán, por lo cual pagó un precio muy caro siendo desconsiderada durante el pleno del Consejo Nacional de la Magistratura por el propio presidente Medina y por su vasallo, el Procurador Jean Alain Rodríguez. (Hechos, no palabras).
Y como si fuera poco, cuando preguntaba ¿”de qué corrupción me hablan, ¿dónde están los casos de corrupción de este gobierno? ¡Díganme!” Poco después nos enteramos de los escándalos mayúsculos de corrupción de sus hermanos, hermanas, cuñado, su jefe de seguridad personal que mantenía una red de generales tanto de las Fuerzas Armadas como de la Policía Nacional.
“Las visitas sorpresas”, una estafa que superaba los 40 mil millones de pesos, que no sé porque razón el PRM no quiso utilizar como arma política durante la campaña electoral del 2020.
No puedo dejar de recordar que Dañino intentó, primero, reelegirse procurando que el transitorio de la Constitución que le impedía continuar en el poder fuera modificado para rehabilitarlo. También intentó robarse las elecciones de medio tiempo mediante un fraude colosal que por fortuna no prosperó, entre otras razones, por la intervención del gobierno de Estados Unidos. (La llamada de Pompeo)
¡Hechos, no palabras!
¿Ese es el hombre que hoy nos dice que el pueblo debe evaluar al gobierno por las palabras, no por los hechos? Con qué calidad ética y moral. Acaso olvidó todos los desafueros que se cometieron durante sus ocho años de gobiernos.
Cuando yo era niño había un anuncio en radio que decía: “Cuente los Austin”. Ahora debemos acuñar: ¡Cuente los expedientes de corrupción durante los 20 años del PLD y la Pupú! ¡Cuente los presos por corrupción durante los gobiernos de Dañino!
¡Hechos, no palabras!

