Por JUAN T H
El expediente del SeNasa es una muestra más que fehaciente de la descomposición social que sacude el país, desprovisto de valores éticos y morales.
El morbo ciudadano, expresado a través de las redes sociales y de grupos que pretenden pesar en río revuelto para sacarle provecho político, no pueden conducir la investigación del Ministerio Público, ni las decisiones finales de los jueces; es la aplicación estricta de la ley, la que debe imponer sanciones, sin presiones de ningún sector, social o político.
No son diez, doce o quince, los implicados en uno de los mayores escándalos de corrupción de los últimos años, no solo porque se trata de una suma millonaria, que, según algunos, sobrepasa los 50 mil millones de pesos, sino porque afecta al pueblo de manera muy sensible.
No hablo de los ciudadanos a los que le impusieron drásticas medidas de coerción, como al doctor Hazín, hablo de políticos sin escrúpulos, de médicos generales, cirujanos, psiquiatras, ortopedas, cardiólogos, dueños de laboratorios y de farmacias, enfermeras, directores de clínicas y de hospitales, que permitieron operaciones de pecho abierto, y hasta quimioterapias a pacientes sin cáncer o que no las necesitaban, gastroentéricos haciendo colonoscopias y endoscopias innecesarias, que los pacientes no requerían, Obstretas-Ginecologos haciendo cesarías y abortos rutinariamente. Todos ellos violaron el juramento hipocrático, poniendo en riesgo la salud de la gente, sobre todo gente humilde de escasos recursos económicos o sin ningún recuerdo.
No hay dudas de que el gobierno tiene algún nivel de responsabilidad en todo lo ocurrido, porque los controles, la fiscalización, no fueron efectivas. Alguna autoridad debió percatarse del dispendio. No es posible que un fraude de 50 mil millones de pesos pasara desapercibido. ¡No es posible! Alguien debe responder por eso. ¡Alguien debe ser sustituido por tan grave inadvertencia! ¿O no, presidente?
(No puedo dejar pasar por alto la participación, de un modo o de otro, de periodistas, comunicadores y abogados que sabían que “algo huele mal en Dinamarca” y no dijeron nada)
Se trato, mis amigos, de un crimen masivo de lesa humanidad, que no puede quedar impune. Es obligatorio, sentar un precedente, dar un ejemplo castigando realmente a los respónsales.
Todo el que hizo una mala práctica médica, consciente, no solo debe ser despojado de su “execuátur”, para que no pueda ejercer jamás la medicina, debe ser sometido a la justicia por haber violado un principio fundamental, como el de proteger la vida humana.
En el caso SeNasa hay muchos involucrados, más de lo que la gente supone. Ese entramado corrupto provocó la muerto y lesiones permanentes, de quien sabe cuántos ciudadanos, tiene que pagar sus culpas.
El expediente de SeNasa me recuerdo otros, igualmente denigrantes, como el de la quiebra bancaria que sacó al presidente Hipólito Mejía del poder, provocando un déficit del PIB del 21% y medio millón de pobres, el de Odebrecht, sobornos a ministros, diputados y senadores de todos los partidos por 150 millones de dólares, el de Fungloede, Sun-Land, el peaje sobra, la sobrevaluación en un 30% de los túneles, los elevados y el metro que Leonel Fernández y Dañino Medina exhiben con orgullo.
La corrupción, ya lo he dicho, es un mal endémico. Se instaló con la llegada del ladrón y asesino de Cristóbal Colón. Desde entonces el cáncer de la corrupción hizo metástasis, enfermando todo el tejido social del país.
No obstante, el presidente Luís Abinader, que ha probado tener “tiene amigos, pero no cómplices”, en el gobierno, contrario a sus antecesores, tiene una oportunidad histórica para establecer “un antes y un después” con el expediente de SeNasa, enviando a la justicia a todos los implicados en el caso, sin distinción política, económica y social. Qué no haya vacas sagradas. ¡coño!

