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Por JUAN T H 

Altice

En política hay sumas, que restan. Sumas que no aportan nada, que lejos de hacer bien, hacen mal, que lejos de contribuir con el éxito de un candidato, lo conducen a la derrota. 

¡Alianzas que deben ser rechazadas de plano! 

La degradación de la práctica política es alarmante en nuestro sistema de partidos. No hay principios, lealtad, fidelidad, ni valores éticos y morales. De hecho, como dice el tango Cambalache, “los inmorales nos han igualado” en un país donde “da lo mismo un burro que un gran profesor”. 

Adecentar la política es tarea de los políticos, de los llamados “líderes políticos”, que han dejado de ser parte de la solución para convertirse en parte del problema. Hay que cambiar, darle contenido ético a la política, donde la palabra sea un templo sagrado lleno de credibilidad.  

Lo del domingo pasado me llenó de vergüenza. El acuerdo o alianza con el minoritario Partido Cívico Renovador (PCR), que preside el general retirado Jorge Zorrilla Ozuna, que proclamó al presidente Luís Abinader como su candidato dejó mucho que desear. 

El político tuvo el atrevimiento y la desfachatez de pedir, públicamente, en el Estado “ahora y después” de asumir la conducción del Estado durante el próximo cuatrienio. ¡Uf! 

Había que ver la cara del presidente Abinader cuando “juró” que le daría puestos públicos ahora y en el futuro. Ese “tigueraje” político (oportunismo) no lo esperaba. Su rostro era un poema. (Había que verlo). En un momento pensé que su reacción sería otra, que respondería bruscamente como lo habría hecho yo, que tengo fama de intolerante y bocón. Pero no, tragó en seco. Su ingenuidad o su decencia fue puesta a prueba, una vez más. (Abinader es un caballero. Su educación y formación familiar no le permitan algunos exabruptos). 

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Nadie, durante un acto de proclamación de un candidato presidencial fruto de una alianza, había llegado tan lejos como el general Zorrilla Ozuna, un político sin dudas muy hozado, que ha respaldado a todos los candidatos de partidos en el poder, y obtenidos beneficios personales por ello. 

Hay que buscar en la Internet los discursos de ese señor respaldando a Miguel Vargas Maldonado y al presidente Danilo Medina, que encabezó uno de los gobiernos más corruptos que ha tenido la historia del país, ocupando la dirección del Instituto Nacional de Estabilización de Precios, INESPRE. También respaldó la candidatura de Gonzalo Castillo, para quien tuvo palabras de elogio, asegurando que ganaría las elecciones presidenciales superando ampliamente al candidato del PRM, Luis Abinader.  ¡Joyas literarias que bien pueden ser publicadas en una antología de adulonería política! 

Estoy seguro, absolutamente, que el doctor Guillermo Moreno, ni Minou Tavares Mirabal, para solo citar dos casos, hubieran actuado tan indignamente, faltándole el respeto a la solemnidad del presidente de la República. 

El acto del domingo pasado debe llevarnos a una reflexión profunda sobre el sistema de partido y el modelo de elección de candidatos municipales, congresuales y presidenciales. 

Creo que, si Abinader gana las elecciones de mayo próximo, como todo parece indicar, logrando mayoría en la cámara de diputados y     senadores, debe producir cambios sustanciales en la ley electoral, volviendo a una sola elección cada cuatro años, el mismo día. Igualmente sería conveniente reducir el porcentaje para la elección del presidente de la República, que no sea el 50 más uno, que es tan difícil de lograr, obligando a los partidos grandes a realizar alianzas con los oportunistas y trepadores, chaqueteros que sólo buscan beneficios. Puede ser un 40 o un 45%. Si la diferencia   entre el primero y el segundo lugar es de, por lo menos diez puntos, no sea necesaria una segunda vuelta, porque con diez puntos de diferencia la expresión popular ya está dada. 

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Hay que modificar ley electoral, la de partidos y movimientos políticos, prohibir el transfuguismo, revisar el voto preferencial, que lejos de favorecer la democracia y con ello los procesos electorales, los está dañando, porque los “banqueros” o “riferos”, tienen la capacidad de comprar la voluntad popular, como ha estado sucediendo. Competir con el dinero sucio no es posible. Un dirigente o militante político decente, profesional meritorio, con vocación de servicio, no puede competir con el dinero de los “banqueros y riferos”. 

Lo ocurrido el pasado domingo durante el acto de proclamación del presidente Abinader, por el PCR de Zorrilla Ozuna, debe llevarnos a pensar sobre el rumbo que está tomando el sistema político electoral del país, que amerita cambios radicales para hacerlo avanzar y fortalecer el sistema democrático del que tanto hablamos. 

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