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Cuando dos personas llevan un tiempo significativo en una relación, uno de sus principales deseos es que no se apague la famosa llama de la pasión. Con este objetivo y para combatir la monotonía en la intimidad, la pareja puede optar por incluir en su vida sexual una herramienta de estimulación, como es el mirar pornografía.

Altice

Para Silvia Guevara, médica sexóloga, una pareja puede decidir ver pornografía para dar variedad a su vida sexual, tener mayor estimulación y utilizarla como un instrumento más.

En ese sentido, señaló que la pornografía puede ser una aliada. “Si entendemos que usarla es similar a ver una película de ciencia ficción, podemos, luego de consultar con nuestra pareja, descubrir qué funciona bien como una herramienta adicional que nos estimula y nos agrada”, agrega la experta.

Para ello, indicó que es necesario tener claro que ese contenido es solo un recurso para propiciar una intimidad distinta y más interesante, siempre que ambos estén de acuerdo.

¿Cuándo hay un problema?

Sin embargo, la experta enfatizó que es necesario marcar límites, ya que caso contrario pueden surgir inconvenientes como:

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|Necesidad de ver estos videos sexuales, ya que sin ellos no se alcanza la excitación

|El disfrute de solo un miembro de la pareja, mientras que el otro lo hace bajo imposición

|El surgimiento de inseguridades debido a comparaciones respecto al físico

|Ansiedad por un buen desempeño

|Frustración debido a altas expectativas

Adicionalmente, si el tema se convierte en una adicción, según el psicólogo Diego Guaranda, existirá eyaculación retardada o precoz, y un deseo sexual anormal, ya sea aumentado o disminuido.

Según un informe de Save The Children, los jóvenes acceden a la pornografía a partir de los 12 años, utilizándola como fuente de entretenimiento, información y educación.

La pornografía

 “Cuando ves estos videos desde tan joven, el cerebro todavía está inmaduro y se está desarrollando; entonces todo lo que yo voy consumiendo, voy asumiéndolo como real”, explicó Guevara.

Y justamente el no poder diferenciar la vida real de la ‘perfección’ que se ve en la ficción, hace que hombres y mujeres al momento de la intimidad estén preocupados por temas como el tamaño del pene, la duración del tiempo de erección, la forma de los senos, que no exista vello corporal, etc.

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Y es ahí cuando aparecen los problemas de autoestima, agrega Guaranda. “En consulta mencionan cosas como que ‘mi pareja le presta más atención a la actriz (o al actor) que está viendo’, ‘este personaje tiene una figura esbelta y yo no soy así, yo soy gordita, tengo mis kilitos de más’, entre otras”.

Además, aparte de idealizar un estándar en términos físicos, se resta importancia a temas como el preámbulo o el juego previo, la utilización de preservativos, entre otros detalles que por lo general no se muestran en los videos sexuales.

“Están enfocados en que la sexualidad tiene que comenzar de una forma, que a todas las mujeres les gusta hacer una felación, que siempre el hombre está dispuesto y erecto y que ambos deben tener un orgasmo para demostrar que hubo un disfrute”, señaló la sexóloga.

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