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Por JUAN T H  

Altice

La inteligencia política junto con la capacidad de conceptualizar en el Partido de la Liberación Dominicana parecen haber desaparecido tan pronto comenzaron las acusaciones en contra de importantes figuras de ese partido que ocuparon posiciones relevantes en el gobierno que encabezó Danilo Medina, que lo salpican directamente convirtiéndolo en un preso de confianza, durmiendo con ropa temiendo que en cualquier momento el Ministerio Público toque su puerta para interrogarlo y someterlo a la justicia por complicidad en los hechos de corrupción cometidos durante su gestión de ocho años.  

El propio Danilo Medina advertía, durante una de las tantas campañas electorales en la que participó, incluso cuando dijo que el Estado lo venció, en la contienda contra su excompañero Leonel Fernández, que los políticos acusados de corrupción se molestan cuando le dicen ladrón y que siempre alegan persecución política cuando son sometidos a la acción de la justicia, que es justamente lo que hace en estos momentos. 

El PLD, encabezado por su presidente Danilo Medina dice que en el país se ha iniciado una persecución política contra sus dirigentes, que el propósito del gobierno es destruir al PLD con fines electorales para garantizar su reelección. Insisto, la capacidad política ha descendido notablemente en el PLD, que comenzó siendo un “partido de cuadros”, no de “masas”, donde había que estudiar política a través de una revista y un periódico. Los “círculos de estudios” eran famosos, como famoso era el “profesor” Juan Bosch que todos los días pronunciaba un discurso que eran verdaderas cátedras políticas. Ahora sucede que en el PLD los dirigentes no saben nada de política, porque una cosa es “persecución política” o “represión política”, que tiene que ver con la ideología, con la religión o con lo social, y otra cosa muy distinta es la persecución por los delitos penales cometidos durante el ejercicio del poder.  

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En el país no hay persecución política; nadie está siendo perseguido por sus ideas, apresado, o torturado, no hay un exilado o asesinado por razones políticas, ideológicas o religiosa, racial, etc. En este país por fin se está combatiendo contra la corrupción, aquí estamos terminando con la impunidad que durante más de 60 años han mantenido los sectores económicos, políticos y sociales del país.  

Aquí no se persigue a nadie por su militancia política o ideológica; no hay un solo torturados, un solo exilado, un solo muerto. Las leyes anticomunistas fueron abolidas tras la llegada del PRD al poder en 1978, cuando los presos políticos fueron puestos en libertad, se permitió el retorno de los exilados y terminando con la cacería de los dirigentes políticos de izquierda que se produjeron durante los doce años de “la dictadura yanqui-balaguerista”. En esa ápoca si había persecución política; ahora no, ahora se persiguen delincuentes políticos, que es distinto.  

Haber escogido el camino de la confrontación, enviar a la gente a la calle, buscando uno o varios muertos, alegando persecución política es un error garrafal que demuestra la miopía política de los dirigentes del PLD, su desesperación, después de haber cometido los mayores actos de corrupción de toda la historia del país, recuren a un argumento gastado y desacreditado como la “persecución política”, cuando lo que debieron hacer fue exigir  el cumplimiento estricto del “debido proceso” sin lesionar la presunción de inocencia de todo imputado.  

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Acusar a la magistrada Mirian Germán de ser un instrumento político al servicio de la reelección del presidente Luís Abinader es un absurdo, un disparate mayúsculo, porque el mandatario ha demostrado que no interfiere en los asuntos de la justicia. Los hechos dicen más que las palabras, como lo demostró en una carta que debe leerse entre líneas del consultor jurídico del Poder Ejecutivo, Antoliano Peralta, donde niega cualquier vínculo político-jurídico coyuntural con la Procuradora Germán, a quien le guarda, como toda la opinión pública, admiración y respeto.  

La alegada “persecución” política es imposible de demostrar en un país democrático donde se respetan los derechos humanos fundamentales, la Constitución y las Leyes. Pero, además, amigos, los fiscales y los jueces, en su inmensa mayoría, fueron designados por los que dicen hoy estar siendo perseguidos. Un absurdo, un disparate de marca mayor fruto de la desesperación de quienes se sienten “atrapados y sin salida”, en una especie de cuerda floja.  

Además, el principal beneficiado con los apresamientos y encartados en actos de corrupción, en última instancia, no es Luís Abinader, es Leonel Fernández, porque los peldeístas decepcionados o disgustados no irán al PRM, irían a la Fuerza del Pueblo casi de manera natural. Y lo menos que desea al PRM y el gobierno es fortalecer al expresidente Fernández. Lo mejor sería, estratégicamente, es que ambos partidos se mantengan divididos, porque la tesis maquiavélica, “divide y vencerás”, sigue siendo válida.  

En este país nadie está siendo perseguido por razones políticas, aquí se están persiguiendo ladrones políticos, que no es lo mismo, ni es igual. (¡He dicho!)  

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