Por Jorge Moronta
A raíz de la decisión que tomara el ex senador de la provincia Santiago de los Caballeros, Julio César Valentín, de abandonar las filas del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), en el cual militó y defendió por más de 37 años, se ha desatado una andanada de ataques despiadados a su figura, muchos han llegado incluso a lo personal. Y es normal que a si suceda, porque se grita cuando hay dolor y si duele es porque el golpe ha sido fuerte. Sin embargo, una opinión en particular me ha llamado la atención, además de por la calidad humana y profesional de quien proviene, por la amistad que me consta han sostenido por muchos años Valentín y esa persona, me refiero al respetable periodista Julio Martínez Pozo.
El veterano, ilustre y cotizado periodista, ha sido de los más acérrimos críticos del camino tomado por el también expresidente de la Cámara de Diputados, movido tal vez por la sorpresa de la noticia, por no haber sido consultado por su dilecto amigo o por otros motivos que desconocemos, el periodista ha reaccionado con una rabia poco común en un comunicador caracterizado por sus brillantes y certeros comentarios que sirven de referencia para mucho políticos y analistas, incluyendo a quien suscribe. Martínez Pozo esboza varias razones que, según sus fuentes habrían sido las causas de la salida de Valentín del PLD, las cuales pasamos a enumerar:
Que habrían influido motivaciones económicas. Nada más lejos de la realidad camarada Martínez Pozo, quienes lo conocen saben que Valentín nunca ha tenido ni ambicionado dinero, tiene múltiples defectos, pero este no está en la lista, de hecho una de las principales limitaciones de sus campañas ha sido las estreches económica, es justo reconocer que en este aspecto, el flamante alcalde de Santiago le lleva la milla, la capacidad Abel para manejar recursos es, cuando menos, asombrosa, todavía queda en la memoria de los santiagueros como en el año 2016, en solo dos meses aplastó al entonces hombre fuerte del presidente Danilo Medina en la provincia, el fenecido Monchy Rodríguez, en una contienda en la que según los expertos se manejaron cientos de millones de pesos; aunque Monchy contó con el apoyo de gran parte del gobierno, fue superado fácil y ampliamente por la avalancha de recursos del entonces presidente de la Cámara de Diputados.
En la pasada contienda, todo parece indicar que los recursos económicos tampoco fueron un tropiezo para que se alzara con el contundente triunfo. Realmente sería una mezquindad negarle a Abel Martínez esa habilidad para conseguir y manejar grandes sumas de dinero. Valentín no la tiene ni la ha tenido jamás, por el contrario, muchos estiman que ese ha sido uno de sus principales errores. Por tanto, no pueden endilgárseles motivaciones pecuniarias a una persona que habiendo ocupado cargos importantes en el estado, se manejó con tal pulcritud y transparencia que hoy nadie puede, de manera seria, señalarle ninguna fortuna ni bienes que no pueda justificar con sus ingresos.
El ilustre comunicador alega también que Valentín no pudo haber tenido motivaciones ideológicas puesto que en los años que estuvo su partido en el poder no las manifestó. Nada más lejos de la realidad, Valentín siempre fue un voz disidente y contestataria, aunque muy respetuosa de varias posiciones y actitudes de su partido, para muestra ahí está su más reciente libro, ¨Los Movimientos Sociales Dominicanos en el Siglo XXI¨ donde hace una autocrítica a su partido por no haber sabido manejar con inteligencia las demandas de los grupos sociales y por el contrario, enfrentarlos como si fueran sus adversarios. Valentín criticó y enfrentó dicha actitud, tanto a lo interno como de forma pública. Por tanto no es justo alegar que es ahora cuando el exsenador descubre sus contradicciones ideológicas con su organización, dicha posición viene de lejos. Claro que la escogencia de uno de los principales promotores de las posiciones radicalmente conservadoras y antiprogresistas debían detonar su decisión, sus principios y valores políticos fueron derrotados y, en lo adelante, su partido estará dirigido por una persona cuyas ideas son diametralmente opuestas a las suyas. ¿Debía quedarse ahí?, ¿acaso eso no sería traicionarse a sí mismo y a miles de hombres y mujeres que durante años lo han seguido precisamente por sus ideas progresistas? En lo personal, creo que no, un hombre sin principios ni ideales es un hombre sin honor y ese no sería Valentín.
También le escuché decir que el apoyo de Valentín a Francisco Domínguez Brito fue solo de boca y que no movió ni un dedo en su favor, totalmente erróneo mi estimado, Valentín sí apoyó de forma contundente a Domínguez Brito y la muestra es que habiendo sido superado ampliamente en la contienda general, 63-19, Francisco ganó abrumadoramente en las demarcaciones de los alcaldes que se fueron con él. De hecho, me atrevo a afirmar que este apoyo fue determinante para que Francisco Domínguez Brito lograra, al menos, un honroso segundo lugar y no un tercero como lo proyectaban la gran mayoría los analistas políticos y las encuestas de opinión.
Por último, y la más grave e injusta de las afirmaciones es que la decisión fue tomada por mezquindad envidia o celos político, ¡aaay Martínez Pozo! eso si que es muy injusto decirlo, todos los que conocen la relación de Valentín y Abel saben que el primero siempre fue como un hermano mayor para el segundo, que desde que sus carreras políticas coincidieron andaban como Batman y Robin por todos lados, que cuando el ahora alcalde ganó su primera diputación en el año 2002, Valentín, que ya llevaba cuatro años como diputado, orientó y guio a su entonces entrañable amigo por el escabroso mundo político capitalino. Que cuando Valentín fue presidente de la Cámara de diputados en el período 2006-2010, las atenciones y los privilegios de los que disfrutaba el diputado Martínez Durán, por encima de todos los demás congresistas, le granjearon múltiples contratiempos a Valentín en su cargo, lo cual nunca le hizo cambiar su trato protector y distinguido para con él.
En el pasado reciente, cuando Abel se presentó para su reelección a la alcaldía de Santiago, cuyas elecciones previstas para el 15 de febrero, finalmente se celebraron en marzo del 2020, Valentín trabajó como el que más para que su amigo lograra alzarse con la victoria en una contienda en la que el PLD perdió la mayoría de sus principales plazas. Sin embargo, dos meses más tarde al tocarle el turno a Valentín, este no corrió con igual suerte, su esfuerzo no fue retribuido, incluso hay quienes dicen que su primer revés electoral fue celebrado por algunos. No obstante, nadie puede decir que escuchó de labios del entonces senador de Santiago alguna injuria o reclamación por lo sucedido, por el contrario acogió con humildad y mansedumbre su derrota y aprovechó el tiempo para dedicarse a la lectura y a escribir, práctica que por cierto, estimado Martínez Pozo, no es incompatible con el buen ejercicio de la política, por el contrario, puede resultar peligroso confiar los destinos de una nación a personas de escasa instrucción.
En fin que comprendo su preocupación distinguido amigo, y estoy seguro que sus planteamientos han sido motivado por el cariño y el afecto que sé le dispensa a su amigo Valentín, que a usted este acontecimiento le tomó por sorpresa y es como si un hermano se haya marchado sin siquiera despedirse, esbozarle sus razones ni pedirle un consejo, pero tengo la absoluta certeza que en algún momento podrán sentarse a compartir sus respectivos argumentos con la altura intelectual y profesional que se, les caracteriza a ambos.
Afectuosamente,
Jorge Moronta