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El pívot, que ganó 11 anillos en 13 temporadas en Boston, ha fallecido a los 88 años. Fue la primera estrella negra de la historia de la NBA y activista de los derechos civiles

Altice

Por LUCAS SÁEZ-BRAVO

En el olimpo del baloncesto habita ya Bill Russell (Monroe, Lousiana, 1934), fallecido este domingo a los 88 años de edad, un jugador legendario no sólo por lo logrado, un palmarés único, también porque cambió la historia de una de las franquicias más laureadas del deporte mundial y se convirtió en la primera estrella negra de la NBA. Él, que tanto sufrió y luchó contra el racismo.

Cuando se retiró en 1969, con 36 años (un promedio de 15 puntos y 22,5 rebotes por encuentro), lo hizo conquistando el que era su anillo número 11 en 13 años como profesional en los Boston Celtics. Como todo en su carrera, el adiós fue inigualable, un séptimo partido en Los Ángeles ante los Lakers, el eterno rival. Russell, que mantuvo una rivalidad única con su némesis Wilt Chamberlain, que fue capaz de dominar el baloncesto desde la defensa como nunca antes se había visto, escribió los capítulos más gloriosos de la franquicia verde.

Bill Russell leyenda del baloncesto y activista de los derechos civiles1
Russell, con Auerbach.Bill ChaplisAP

Había llegado a los Celtics de Red Auerbach precedido por su leyenda universitaria y tras rechazar una astronómica oferta de los Harlem Globetrotters. Con San Francisco había conquistado la NCAA dos años seguidos (1956 y 1957) tras ganar 55 partidos de carrerilla. Había crecido en Oakland, donde llegó con nueve años procedente de Lousiana y donde su familia sufrió problemas de racismo. Su 207 centímetros, su impresionante envergadura y sus piernas privilegiadas hicieron de él un auténtico especialista defensivo que memorizaba los movimientos de sus rivales. Una revolución. En los Juegos Olímpicos de Melbourne ganó el oro y debutó en los Celtics en diciembre: en su cuarto partido atrapó 34 rebotes ante Filadelfia.

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Con Russell los Celtics estaban fundando una de las dinastías más largas en la historia del deporte. Ya en su primera temporada ganaron el anillo, aunque en la siguiente, en la que había sido nombrado MVP, cayeron en la final ante los Hawks después de que se lesionara el tobillo y tuviera que jugar mermado. A continuación, ganarían ocho veces consecutivas la NBA.

Russell y aquellos míticos Celtics de Bob Cousy, John Havlicek. Tom Heinshon, Bill Sharman o Sam Jones, entre otros, pasaron por encima de franquicias destinadas a ganar y de jugadores legendarios. Pero ninguna rivalidad como la que mantuvo con Chamberlain, dos pívots antagónicos. Se enfrentaron cara a cara en 142 ocasiones, con 88 triunfos para Russell y 74 para Chamberlain, quien no ganó ninguna de las series a siete partidos contra los Celtics.

“Chamberlain fue el más increíble físico que conocí. No existía nada que no pudiera hacer en una cancha de baloncesto. Un año promedió más de 50 puntos. Pero había una cosa que no podía hacer, vencernos. Recuerdo como Bill Russell, mucho más ligero, corría la cancha de arriba a abajo hasta agotarlo”, rememoraba Auerbach aquellos duelos de gigantes.

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Al final de la temporada 65/66, Auerbach anunció a Russell como su sustituto en el banquillo verde, compaginando el cargo con su labor en la pista. El pívot se convirtió en el primer entrenador negro de la historia de los deportes profesionales en EEUU. Se acabó la racha, pero Russell supo reconducir a los Celtics hasta dos anillos más. Después, ya retirado, fue entrenador de los Supersonics y los Kings, sin mucho éxito.

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En 2009, David Stern le puso su nombre al trofeo que se entrega al MVP de las Finales. Cinco veces MVP, 12 All Star… pero, sobre todo, como ha reconocido Adam Silver en un comunicado, “el campeón más grande de la historia de los deportes colectivos”. Y un enorme luchador contra el racismo que sufrió en su infancia e incluso en su época universitaria. San Francisco, el primero equipo en alinear a jugadores negros, padeció burlas, insultos e e incluso el rechazo de hoteles a aceptar a huéspedes con ese color de piel.

“Nunca me permití ser una víctima”, repetía Russell, que en 2010 recibió la Medalla de la Libertad, la máxima distinción a la que puede aspirar un civil en Estados Unidos. elmundo.es

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