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Por JUAN T H

Altice

El Partido de la Liberación Dominicana (PLD) dejó de ser un proyecto político de liberación nacional el día que murió el profesor Juan Bosch; el día que firmó un pacto racista con el doctor Joaquín Balaguer para impedir que el doctor José Francisco Peña Gómez ganara las elecciones y se convirtiera en presidente de la República; el día que llegó al poder y el presidente Leonel Fernández olvidó el ideal de su líder, lo enterró en el patio del partido, y adoptó las prácticas políticas y los postulados de Balaguer y Vincho Castillo, convirtiéndose así en un “servidor de pasado en copa nueva”, como dice el cantautor Silvio Rodríguez en su emblemática canción “La Masa”.

El PLD se convirtió en un proyecto económico, no político. El grupo fundamental que asaltó la dirección del partido se mantuvo unido acumulando dinero y poder durante los últimos 16 años de su “Era” de 20 años. El fracaso de 1996-2000 le sirvió de experiencia para, en caso de volver al gobierno, como en efecto ocurrió, el núcleo que integraba el Comité Político se alineó alrededor de Leonel Fernández entendiendo que era la única figura -no la mejor ni la más idónea- para ganar las elecciones del 2004. ¡Y las ganó!

En manos de Fernández y del grupo que lo acompañó en la empresa, el Estado se convirtió en una fuente de acumulación originaria de capital. En ese proceso surgieron dos grupos claramente definidos: el de Leonel, que estaba en el poder, y el de Danilo Medina, que también estaba en el poder, pero que no se conformaba con la cuota asignada. Quería más; lo quería todo.

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Llegó un momento en que la ruptura era inevitable. Danilo se impuso después de haber sido “derrotado por el Estado” de Leonel. El grupo de Danilo llegó con hambre al gobierno. Instaló una mafia parecida a la “Cosa Nostra” siciliana. La competencia entre los funcionarios de Danilo y los exfuncionarios de Leonel no tenía limites: competían por demostrar quien tenía la mejor villa en Casa de Campo, la mejor finca, los mejores apartamentos, los vehículos de mayor cilindraje y lujo, las amantes chapeadoras más hermosas y costosas, los hijos estudiando becados en Estados Unidos y Europa, etc.

Danilo y su grupo querían 12 años amamantando la teta del Estado, como los tuvo Leonel. La reelección era necesaria, pero había que modificar la Constitución, lo cual no fue posible porque Leonel se opuso reclamando el cumplimiento de los acuerdos del 2015 que Danilo nunca cumplió. Fue entonces cuando vino la debacle. Danilo forzó la división imponiendo a Gonzalo Castillo como candidato haciendo mil diabluras.

 A pesar de los intentos de Danilo de boicotear las elecciones, de hacer fraudes, de imponerse por la fuerza, no pudo. El gobierno de Estados Unidos impuso las reglas del juego. El PRM ganó las elecciones en circunstancias un tanto extrañas muy difíciles.

¿Qué mantuvo al PLD en el poder por tantos años? La unidad primaria del grupo de dirigentes que elaboró un proyecto más que político, económico. El país no progresó, pero sus dirigentes sí. ¡Y mucho! 

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El país siguió siendo pobre y atrasado, pero los dirigentes del PLD se enriquecieron. “Ir al partido para servir al pueblo”, dejó de ser la consigna. Se sustituyó por “Ir al partido para servirse del pueblo” y empobrecerlo y corromperlo.

El PLD fue, desque llegó al poder, un proyecto económico, no político. El que no lo crea sólo tiene que hacer “una auditoria visual” del antes y el después, con muy honrosas excepciones. “Llegaron en chancletas y se fueron en yipetas”.

El PRM debe marcar una diferencia histórica. No puede ser un proyecto económico, sino político, con el propósito irrenunciable de producir los cambios que reclama el país. Hablo de un proyecto de nación alrededor de la visión progresista y democrática del presidente Luís Abinader.

El núcleo fundamental del presidente tiene que mantenerse unido monolíticamente con ese propósito. El dirigente, por muy alto o encumbrado que no esté de acuerdo con las buenas prácticas políticas de transparencia, la lucha contra los vicios del PLD, que renuncie o lo renuncien. La democracia exige que la minoría se subordine a la decisión de la mayoría. el principal activo en estos momentos del PRM y del país es Luís Abinader. Este es su tiempo, su momento.

En ese sentido creo correcta la decisión del PRM de una convención de delegados sin mayores contratiempos y sin traumas. Repetir los errores del PRD, con las tendencias, las rebatiñas entre compañeros que terminaban a sillazos, patadas y balazos, no se pueden repetir.

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