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VISIÓN GLOBAL

Altice

MADRID.- Es entendible que parte de la población, compuesta por personas cuyo nivel de análisis compite con una cualquiera de las 425 especies de insectos que registra la Entomología, tenga una actitud contra las vacunas anti-coronavirus. 

Una población que carece de la mínima idea de cómo se forjan los procesos científicos que concluyen en los medicamentos para combatir los males orgánicos que atacan al ser humano y a otros del género animal, puede dejarse llevar por todos los disparates que circulan por las redes sociales. 

Esas personas no tienen porqué saber–como tampoco yo– que para el desarrollo de las vacunas para enfrentar los efectos letales del coronavirus han trabajado miles de científicos a escala planetaria, laborando contra el reloj para tener a tiempo un control medianamente efectivo contra el mal. 

Pero que una población ilustrada y otra medianamente ilustrada tengan una retórica anti-vacunas sobre la base de suposiciones es un desatino y un desafío sin posibilidad alguna de éxito contra la ciencia médica. 

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Una narrativa parda que se sustenta en cuentos de camino, ideas locas lanzadas como teorías y una pobreza argumental que se cae sola. 

Lo que sí está fundamentado es lo contrario de lo que sostienen aquellos. 

Cuando salieron las vacunas ya el mundo caminaba a los 100 millones de contagiados y más de tres millones de fallecidos; el planeta estaba paralizado; todos estábamos en las fronteras de la histeria global, en fin, la ruina en camino. 

Sin embargo, al comenzarse la inmunizacion y lograda la aplicación de las dos dosis recomendadas por los científicos, el mundo ha respirado con una ligera confianza de que el imaginario túnel del lugar común ha encendido más de una luz y se espera que esté iluminado todo el trayecto que nos queda por recorrer. 

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Muchas economías han empezado un relanzamiento paulatino y tomando las debidas precauciones han levantado algunas restricciones, todo luego de lograr aplicar las dos dosis a la mayoría de su población adulta y totalmente inmunizada la de más riesgos. 

Tal es el caso de España, donde se han aligerado las drásticas medidas adoptadas por la pandemia, y ser uno de los países europeos donde el virus impactó con tal ferocidad letal que mató en los primeros meses a más de 30,000 españoles. 

La flexibilidad ha venido tras la aplicación de millones de dosis de vacuna anti-covid que han disminuido sensiblemente la ocupación hospitalaria. 

Por eso a ningún español sensato se le ocurría cuestionar el rigor científico de las vacunas. Lo indagué con médicos, profesores universitarios con quienes me codeé en Santander y en Madrid; pero tampoco lo hacen con las personas sencillas. 

Por Nelson Encarnación 

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