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Por Nelson Encarnación

En el año 2000, recién salido del Gobierno, contra Leonel Fernández se desató una feroz campaña dirigida desde el Palacio Nacional, consistente en atribuirle una serie de hechos reñidos con las buenas prácticas en la administración de los recursos públicos, la cual daría como resultado la prisión de varios de sus colaboradores.

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Pero la cabeza que se buscaba era la suya, razón por la cual el expresidente decidió acudir a la Procuraduría General de la República (PGR) a reclamar que se le sometiera a la justicia si existía algún indicio contra él.

Como es lógico que ocurriera en un líder de sus dimensiones, Fernández fue acompañado por decenas de dirigentes, algunos importantes, y cientos de militantes del Partido de la Liberación Dominicana, quienes fueron atacados a bombazos por tropas policiales que habían rodeado el edificio de la PGR.

El resultado de aquel ataque fue varios afectados por los gases, algunos de los cuales tuvieron que ser ingresados en  centros médicos con síntomas de asfixia.

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La historia se repitió, sin la agresión física, en el año 2012 recién instalado Danilo Medina en el Gobierno—paradójicamente llevado por Leonel, pues él no valía dos pesos en términos electorales—, esta vez con una campaña bestial que procuraba denostar a Fernández de todas las formas posibles.

Se empezó primero con el famoso maletín lleno de facturas del que habló el simulador de Medina, siguiendo con el famoso y mentiroso déficit fiscal de 200,000 millones de pesos.

En este nuevo trance, Leonel volvió a dar la cara como se espera en una persona responsable de sus actos.

A estas alturas se habrán dado cuenta de que procuro establecer la diferenciación entre una persona responsable y un cobarde que se escuda en otros para que asuman su defensa.

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Ese es Danilo Medina, quien frente a las graves imputaciones que le ha hecho el presidente Luis Abinader, prefiere delegar en políticos de tercera la respuesta a un acusador de primera, suponiendo que la discusión se puede diluir con la lectura de un documento carente de sustentación y que no aborda la cuestión a profundidad.

Lo que el presidente Abinader dijo fue que Danilo dirigió una estructura delictiva que se dedicó a la corrupción y a fomentar la impunidad, por lo que carece de sentido venir a recrear los hechos de 1984, ocurridos en un Gobierno del partido que le llevó de candidato en 2016 y a su alter ego Gonzalo Castillo en 2020.

En conclusión, la población lo que espera es que Danilo dé la cara frente a lo que se le reclama, mientras el Gobierno no debe distraerse respondiendo a mandaderos, sino profundizar hasta donde haya que llegar.

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