A la espera de que la epidemia de coronavirus en Europa llegue a su pico, es decir, al máximo número de casos, los expertos se preguntan qué pasará después.
Una vez haya pasado el “tsunami”, como lo describe el personal médico en Italia, la duda es si el número de casos empezará a caer hasta volver a la normalidad o, al contrario, habrá “réplicas” recurrentes que pondrán de nuevo en dificultades al sistema sanitario.
La directora general de la agencia sanitaria francesa Santé Publique France, Geneviève Chêne, admite que “es demasiado pronto para tener certezas sobre la dinámica de la epidemia”.
Teniendo en cuenta la experiencia de China y Corea del Sur, los primeros países afectados, “vemos que hay una dinámica de un periodo de entre dos y tres meses con una inversión del pico, después de medidas muy estrictas, entre el primer y el segundo mes”, explicó en declaraciones a la radio France Info.
Si fuera así, la caída del número de casos en Francia empezaría en mayo. En China, la ola parece haber pasado. Desde hace varios días el país no registra ningún caso de infección local de covid-19.
Pero el especialista en salud pública y epidemiólogo Antoine Flahault apunta que podría ser un periodo de calma antes de una nueva ola de infecciones. “¿China vivió solo una ola anunciadora (…) y la gran ola todavía está por llegar?”, escribe en la revista médica The Lancet.
Para entender el funcionamiento complejo de las epidemias hay que remontarse a la gripe de 1918 que, en tres olas sucesivas, dejó cerca de 50 millones de muertos y luego desapareció.
¿Por qué la “gran gripe” desapareció? Es una cuestión que intriga a los matemáticos, entre ellos a los escoceses William Ogilvy Kermack y Anderson Gray McKendrick, que crearon modelos para entender su evolución.
En su análisis descubrieron que una epidemia desaparece no por “falta de combatientes” -una situación en la que un agente infeccioso desaparece junto a los enfermos que mata- sino por la adquisición de una “inmunidad gregaria”, explica Flahault, director del Instituto de Salud Global de la Universidad de Ginebra (Suiza).
“La inmunidad gregaria es la proporción de personas inmunizadas contra el virus (por infección o por vacuna cuando existe) necesaria para bloquear cualquier riesgo de resurgimiento de la epidemia”, explica a la AFP.
Esta proporción depende de la facilidad con la que el virus se transmite de una persona infectada a una persona sana. De manera esquemática, cuanto más contagiosa es la enfermedad, mayor tiene que ser la proporción de personas inmunizadas para que la epidemia se detenga.
Flahault calcula que en el caso del nuevo coronavirus “se necesitaría entre un 50 y un 66% de personas infectadas y luego inmunizadas para apagar la pandemia”.
Pero el nivel de contagiosidad (llamado ‘R’) varía a lo largo del tiempo en función de las medidas sanitarias que se aplican (cuarentena, medidas barrera, confinamiento) y también de las condiciones climáticas.
Si ‘R’ es inferior a uno, es decir, que un enfermo contamina de media a menos de una persona, “entonces la epidemia se detiene”, explica Flahault.
– “Resurgimiento” –
Pero “no necesariamente se apaga, en particular si la proporción de inmunizados no llega a entre 50% y 66%. Puede hacer una pausa. Es lo que pasa actualmente en China, igual que en Corea”, asegura.
“Los frenos sanitarios o meteorológicos son transitorios” y, cuando desaparecen, la epidemia vuelve a arrancar hasta llegar a la inmunidad gregaria, apunta el especialista francés.
El jefe de servicio de enfermedades infecciosas del hospital de París Pitié-Salpêtrière, François Bricaire, también cree posible un resurgimiento de la epidemia. “La reaparición del covid-19 es una posibilidad, con eventualmente un resurgimiento estacional”, explica a la AFP.
Según la experta australiana en enfermedades infecciosas Sharon Lewin, el nuevo coronavirus podría volver tras la ola actual.
“No sabemos si volverá” reconoce, y recuerda que el SRAS (Síndrome Respiratorio Agudo Severo), también provocado por un coronavirus, mató a 774 personas en 2002 y 2003 y luego desapareció gracias a estrictas medidas de “distanciamiento social”.
Todo esto podría cambiar si, como promete la industria farmacéutica, se logra una vacuna dentro de 12 o 18 meses.