Nelson Encarnación
La administración del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, se ha caracterizado por la provocación sistemática y la creación de incertidumbre en los más diversos aspectos de la cotidianidad global, desde el quiebre de viejos entendimientos hasta la hostilidad comercial a China.
Trump es, en cierta medida, un peligro universal cuyas dimensiones están aún por verse pero que no tardarían mucho en ser puestas al descubierto.
Este 20 de enero arriba al tercer aniversario como inquilino de La Casa Blanca, lo que significa que el 21 ingresa a la cuenta regresiva de un cuatrienio que ha estado caracterizado por la búsqueda constante de la crispación, los conflictos y la puesta en marcha de una de las gestiones más desacreditadas de la larga historia democrática de los Estados Unidos.
Es tanto ese desprestigio del Gobierno estadounidense que de haber sido gobernante en otra nación y en otro tempo, ya habría sido desalojado del poder por no estar apto para dirigir un Estado.
Trump es un rufián investido con el inmenso poder que ostenta el presidente de los Estados Unidos, una especie de emperador global al que se le teme siempre y a veces se le ama.
Este año, por el temperamento que caracteriza a un personaje díscolo, el mundo estará en vilo, pues si Trump llegase a percibir que su reelección está en cuestionamiento, ya sea por los efectos del impeachment que lleva adelante la Cámara de Representantes motivado en las múltiples tropelías que ha cometido, o bien porque su popularidad cae por otros motivos relacionados, es muy probable que recurra al ardid que suelen emplear los mediocres.
Esto es, ante el debilitamiento interno apelan a la creación de situaciones externas con tal de aglutinar apoyos, partiendo de la realidad de que ante conflictos internacionales que involucran al país, lo más probable es que los ciudadanos tiendan a colocarse detrás de su líder por un elemental instinto de supervivencia nacional.
Una eventual caída en la popularidad del mandatario sería un pase directo a un escalamiento del conflicto con Irán, llegando incluso a atacar de forma masiva el país persa, aun cuando se sabe que las consecuencias serían catastróficas para la paz mundial, pues Irán no son sólo los iraníes sino un conjunto de derivaciones geopolíticas y geoeconómicas de difícil control.
¿Qué papel juegan los líderes europeos, quienes en la coyuntura global se comportado frente a Trump como peones más que como aliados?
La ruptura unilateral del acuerdo nuclear con Irán por parte de Estados Unidos así lo evidencia, pues fue suscrito por las potencias europeas, China y Rusia con el auspicio de Naciones Unidas, pero Trump lo echó al zafacón.