La historia de Enrique Gómez y La Quinta Avenida
El encanto de las vitrinas en la Ciudad Corazón
En mi llegada a la Ciudad Corazón, mis hermanas me llevaron a pasear por el casco urbano, específicamente por la calle “El Sol”. Una de las paradas obligatorias era la tienda “La Quinta Avenida”.
La creatividad en las vitrinas
En aquellos tiempos, las vitrinas de las tiendas eran el centro de atención para los transeúntes. Los anuncios publicitarios eran escasos, por lo que la creatividad en la decoración de las vitrinas era fundamental para atraer clientes y aumentar las ventas.
- Los dueños de tiendas competían por llamar la atención con exhibiciones llamativas.
- Enrique Gómez, propietario de La Quinta Avenida, destacaba por su ingenio en la decoración de su tienda.
El zapato gigante de La Quinta Avenida
La magia de La Quinta Avenida residía en un zapato gigante de tipo Mocasines. La promesa era que si el zapato le ajustaba a alguien, se llevaría 100 pares de zapatos nuevos como premio.
Esta peculiar atracción se convirtió en tema de conversación en la ciudad, atrayendo a muchos curiosos que pasaban horas contemplando el zapato gigante.
El legado de Enrique Gómez
Enrique Gómez, un hombre de pocas palabras, amante de la lectura y la música clásica, dejó un legado de humildad y honestidad en su negocio de zapatos. Su familia, incluyendo a sus hijos Aida, Luciano y Pablo, continúan recordando su pasión por el comercio y sus valores humanos.
A pesar de su importancia como comerciante, Enrique Gómez nunca perdió sus valores de bondad y humildad, siendo un ejemplo de que los valores humanos pueden convivir con el mundo empresarial.
En la actualidad, su legado perdura a través de su familia y de aquellos que tuvieron el privilegio de conocerlo, como el autor de este artículo, Miguel Ángel Cid.
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