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Reynaldo Peguero

Altice

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Desde la década de los años 70 del pasado siglo XX, hasta nuestros días, todos los estudios epidemiológicos y de movilidad territorial objetivos y con calidad técnica, demuestran estadística y matemáticamente que, en el mundo entero, la causa precipitante de accidentes mortales o «sinestros del tránsito», es el modo de comportarse de las personas, en las vías de tránsito.

Es grato saber que ese es uno de los enfoques que tendrá en cinco (5) meses, el nuevo Plan Estratégico Nacional de Seguridad Vial (PENSV) que impulsa Milton Morrison, director ejecutivo del Instituto Nacional de Transporte Terrestre (INTRANT). Que, a diferencia de otros planes viales precedentes, éste tendrá visión, estrategias, proyectos y presupuesto a mano alzada.

Consideramos certero este enfoque dado que una parte decisiva de las acciones de impacto, deberán crear un sistema de sanciones y estímulos (régimen de consecuencias), para generar una cultura preventiva derivada de un modo saludable de la ciudadanía de cada nación de comportarse en las vías.

Sean estos conductores, acompañantes o peatones, de cada 100 personas que fallecen en las vías del 69% a 75%, mueren por asumir una conducta de riesgo que precipita el siniestro fatal. Lo demostramos en Centroamérica luego de presentar una investigación sobre la epidemiología de los accidentes de tránsito en esa región, metodología que fue premiada por la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

Hoy, la República Dominicana ocupa el segundo lugar en mortalidad por siniestros del tránsito en las Américas, solo detrás de Haití. Asimismo, se ubica en la posición 13 a nivel mundial. El riesgo a morir en una carretera en el país es más del doble que en cualquiera otra nación en América. Las muertes a causa del tránsito ocupan la primera causa para todos los grupos de edad entre 10 y 49 años de edad. En el país, fallecen diariamente más de 8 jóvenes en las vías.

La tasa de mortalidad por 100 mil habitantes llegó a estar en 41.7 en el año 2013 y de este valor ha venido bajando paulatinamente, pero no a lo que se requiere e impone con urgencia, hasta unos 27 por 100 mil.

Con el avance de la inteligencia artificial en el diseño moderno de vehículos, y el control del vehículo por un sistema automático de conducción y alertas, esta cifra se irá reduciéndose, pero hasta ahora, son las malas conductas viales que generan la desgracia.

Se impone crear una cultura de cambio y de responsabilidad ciudadana en seguridad vial. Este es un enfoque central. BID, OPS/OMS y Grupo Banco Mundial han apoyado iniciativas para concientizar a la población sobre los principales temas de la seguridad vial y sus implicaciones. Utilizando actividades como las semanas de seguridad vial, campañas direccionadas a jóvenes, programas educacionales a escuelas primarias y secundarias; también estudios y diagnósticos transversales, de investigación y acción.

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La pregunta clave será ¿cuál es Modo de Vida saludable en las vías? Hay al menos 10 conductas de riesgos en las vías, asumidas por los conductores, acompañantes y peatones.

Modos de comportarse en las vías que precipitan el riesgo relativo (RR), el riesgo atribuible (RA) y la fracción etiológica de riesgo (FER) para generar un siniestro mortal.

El primero es ingesta riesgosa de alcohol. Todos los estudios de realidad virtual evidencian que por encima de dos cervezas hay suficiente alcohol para reducir en más del 50% la precisión al conducir.

La Asociación Médica Mundial https://www.wma.net/es demuestra que sin considerar la cantidad de alcohol consumido, la máxima concentración de alcohol en la sangre se alcanza después de media hora con el estómago vacío o luego de una hora con comidas. Esto es clave para los dominicanos que ingieren grandes cantidades de alcohol y luego consumen una gran comida para “quitarse el jumo”.
El cuerpo necesita mucho tiempo para eliminar el alcohol. Una persona saludable prescinde el alcohol a un ritmo que disminuye la concentración de alcohol en la sangre de 0.1 a 0.15 gramos por litro de alcohol cada hora. Por esto, la capacidad para conducir se mantiene alterada mucho después de que la persona ha dejado de ingerir alcohol. El consumo excesivo del alcohol tiene consecuencias neurológicas y psiquiátricas de corto y largo plazo que pueden poner en peligro la seguridad vial.

Se conoce que varios medicamentos interactúan negativamente con el alcohol. En particular algunas combinaciones disminuyen la atención en la vía. Cuando se ingieren medicamentos, ya sea legales o ilegales, con alcohol, el efecto se multiplica. La mezcla genera disfunciones mentales que son muy peligrosas para los conductores.

En consecuencia, dado que en cada estación dominicana de gasolina existe grandes ventas de alcohol; ha llegado el momento de prohibir el consumo de alcohol en las estaciones de expendio de combustibles. Se pueden adquirir productos como ron, cervezas, vinos, vodka y wiski, pero no debiera permitirse su consumo al interior de los vehículos, sea usted chofer o acompañante.

Hace un tiempo en una visita de Estado a Iowa, Dubuque EUA para medir el cambio climático y también en un Congreso de Urbanismo Estratégico a Mendoza, Argentina, nunca podré olvidar las caras de asombro, pasmo y estupefacción del conductor y del expendedor, cuando le solicitamos que nos destapara una botella de cerveza, la respuesta fue inmediata: “si lo hacemos, cierran el negocio y además si lo encuentran a ustedes en la calle con una botella de alcohol, la multa superará los US$ 2,000 dólares”.

Existan alcoholímetros o no en las manos de los oficiales de la Dirección General de Seguridad de Tránsito y Transporte Terrestre (DIGESETT), hay al menos cinco (5) procedimientos de inspección para controlar el consumo de alcohol al interior de los vehículos de motor.

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Otro factor clave es la vida sedentaria, el consumo de exceso de calorías y grasas de los conductores de los vehículos. Se conoce que más del 70% de los conductores dominicanos (PUCMM 1994-1995) acumulan una de las siguientes condiciones: son hipertensos, tienen sobrepeso, obesos o diabéticos.

No entendemos ¿por qué? las empresas dominicanas que transportan más de 30 millones de toneladas de productos al día por las grandes vías dominicanas; en especial en los corredores más críticos como la autopista Duarte o el corredor del Sur-Este, no tienen programas de salud primaria para sus conductores, previniendo o controlando a tiempo cualquier condición que genere dormirse de forma espontanea o también la aparición de la “apnea del sueño”.

El sedentarismo en la actividad de conducción tiene carácter degenerativo afectando al usuario tanto de forma física como mental, estando propenso a padecer de enfermedades crónicas y aumentar el estrés, debido a la demanda de trabajo que implica estar gran cantidad de horas diarias sentado, sin tener un horario de trabajo fijo, estar expuesto a agentes externos (ruido, vibraciones, bocinas y otros), y no dedicar tiempos para una actividad física y una alimentación saludable.

Se han estudiado alteraciones en la actividad de conducción de vehículos con métodos de estudio para determinar las variables que disponen a la aparición de enfermedades crónicas y problemas músculo-esqueléticos desarrollados en la actividad de conducción de vehículos por el sedentarismo.

La situación actual y proyecciones de no presentar actividad física de forma regular, precipitan el deterioro mental del conductor. Existe un avance en la Unión Europea (UE) en dar un seguimiento de forma anual en un análisis médico que pueda identificar el estado de salud de los trabajadores para determinar sus capacidades físicas para estar en condiciones de conducir.

Concluimos, con la existencia de abundante evidencia para considerar al síndrome de apnea obstructiva del sueño (SAOS) como un factor de riesgo significativo en la ocurrencia de siniestros del tránsito. En Chile, en 2018, los accidentes de tránsito provocaron 1,507 muertes, 60 mil lesionados, y generaron un costo país de US $5,985 millones al año (2.1% PIB), muchos de ellos provocados por esta patología.

En 1998, la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica, indicó que la apnea del sueño era la segunda causa más frecuente de accidentes de tráfico. Un estudio llevado a cabo por Terán-Santos y colaboradores estimó que los conductores que padecen apnea del sueño, «índice de apnea­hipopnea (IAH)>10», tienen un riesgo 7 veces mayor de sufrir un accidente de tráfico.

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