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Miguel Ángel Cid  

Altice

Los camioneros protestaban en la autopista Joaquín Balaguer próximo al puente seco. Los policías municipales llegaron a imponer el orden. Michael García desenfundó su arma e hizo lo que él sabe hacer de sobra, apuntó a uno de los protestantes y disparó “punnn”, sonó el cañón. La bala  le arrancó la vida a Anderson García.

En efecto, el lunes pasado la policía municipal de Santiago de los Caballeros mató por error a uno de sus propios compañeros. El muerto resulto ser el hermano del matador.

Michael García se cree diestro en el manejo de las armas. Es por ello que ante cualquier incidente su primera reacción es disparar. Así aconteció cuando unos conductores aparcaron sus camiones en las inmediaciones del Ingenio, Santiago Oeste. Se recuerda que finalizando el mes de diciembre 2018 esta demarcación fue elevada a distrito municipal. Entonces, ¿qué hacían estos policías en el Ingenio si este territorio ya no le corresponde al Ayuntamiento de Santiago?

Michael es famoso por su ligereza cuando tiene el índice sobre el gatillo. Él se convirtió en hombre-noticia desde el 2016 cuando Abel Martínez le dio súper poderes a la policía municipal de Santiago. A Michael le va como anillo al dedo el dicho gaucho “dicen que son guapos, / porque son ligeros pa hacer de un cuerpo una vaina”.

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Como designio del destino la bala disparada por Michael fue a parar al cuerpo de su propio hermano Anderson García. Se dice que Michael exclamó: “¡Qué desgracia, mate a mi hermano!”.

La responsabilidad del sangriento hecho recae sin dudas en el Ministerio de Interior y Policía, la dirección de la Policía Nacional y el Alcalde de Santiago.  También le toca su parte al Presidente de la República. Así se interpreta porque esto se veía venir desde el primer día que Abel Martínez creo el grupo policial para poner ¿orden? en Santiago. Desde sus primeras acciones públicas, a lo que más se parece la policía municipal es a una banda de forajidos al mejor estilo del Oeste Norteamericano.

Según la palabra del señor, “violencia engendra violencia”, y la sabiduría de la calle establece que “el que la hace la paga”. Ahora Michael llevó la cruz a su propia la casa.

Santiago está en orden de acuerdo a los criterios de Abel Martínez y sus seguidores. Si esto es cierto  hay que preguntar: ¿cuál es el costo del supuesto orden que Abel le está dando a Santiago?

El periodista Esteban Rosario afirma en su cuenta de Facebook que Michael ha hecho de todo en el Ayuntamiento. A su pesar  Abel Martínez lo mantiene como “encargado de Medio Ambiente por encima de Dios y sus santos…”. Acto seguido se pregunta Esteban, “Si es encargado de Medio Ambiente, ¿porque está en todo lado, como un todopoderoso…?”.

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Pregunto yo: ¿Cuántas personas deberán ser maltratadas a trompadas, patadas, estrellones y empujones para que la Policía Nacional enfrene a la policía municipal de Santiago?

¿Cuánta mercancía tendrá que ser derramada y pisoteada indiscriminadamente por los policías malhechores de Santiago?

¿Cuántas personas más tendrán que morir en maños de la policía municipal de Santiago para que las autoridades competentes intervengan?

Se sabe que la intimidación está institucionalizada e impuesta por el alcalde Abel Martínez desde el Ayuntamiento de Santiago. Parece que se hace tarde para ablandar habichuelas. Aun así opino que Interior y Policía, la Policía Nacional y el Presidente Danilo Medina están en la obligación de detener la violencia en Santiago.

Las iglesias católica y evangélicas –tan ligeras para protestar–, deben elevar sus oraciones al cielo para detener la vorágine. Hechos como el sucedido el lunes pasado donde perdió la vida Anderson García no deben repetirse.

 

Miguel Ángel Cid

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