JUAN T H
Hoy más que ayer es necesarios que entendamos que le hacemos un favor al país, a la libertad, la justicia y la precaria democracia que aún nos queda, acatar el llamado de la Junta Central Electoral para que acudamos masivamente a las urnas el próximo 5 de julio para producir un cambio de mando el 16 de agosto como lo ordena la Constitución, impidiendo de ese modo un vacío político que podría terminar con una poblada, protestas, huelgas, represión sangrienta, y posiblemente, una revuelta armada como sucedió después del golpe de Estado contra Juan Bosch.
Es una aventura, un salto desde el abismo, la propuesta de no hacer elecciones mientras dure la crisis provocada por el coronavirus que, al ritmo que va –advierten los doctores- puede prolongarse en el tiempo y hasta convertirse en una enfermedad endémica. Otros países, en iguales o peores circunstancias han ido a las urnas con mucho éxito. Aquí también podemos hacerlo y evitar problemas mayores.
Si no realizamos las elecciones, se rompe el orden institucional. Evitar los comicios, como pretende un sector de lo que aún queda del PLD, sería un golpe de Estado constitucional que nadie aceptaría pacíficamente.
Podemos ir a votar. Nada la impide. Tomando las precauciones de lugar atendiendo a un protocolo riguroso, la gente puede presentarse en los recintos y hacer una cola que no tomará tanto tiempo como en los bancos, supermercados, etc. Votar es fácil. Y es rápido. La salud de la población no estaría en riesgo si se hace correctamente.
La desesperación de quienes están en el poder y no quieren cederlo, los está llevando a la demencia, a lo absurdo, a lo inaceptable. Por suerte la JCE no ha detenido los preparativos de las elecciones. El calendario está hecho. Se trabaja arduamente para que sean exitosas, lo cual es reconfortante.
Los líderes políticos tanto de lo oposición como del gobierno, (PLD) bien podrían reunirse y ponerse de acuerdo para que el proceso transcurra en armonía, tranquilidad y paz. Que la gente vote sin obstáculo, sin presiones ni arbitrariedades, que las Fuerzas Armadas y la Policía se coloquen al margen, igual que el Ministerio Público, a excepción de la procuradora adjunta encargada de perseguir y castigar los delitos electorales.
Todos, manteniendo la distancia establecida por las autoridades, con nuestras mascarillas, sin tumultos, podemos votar, lavarnos las manos al entrar y al salir del recinto, donde habrá el gel para desinfectar, podemos cumplir con nuestro deber ciudadano y patriótico –en este caso- de sufragar.
No podemos permitir que ilegal e ilegítimamente Danilo Medina y su grupo cada más reducido pero poderoso económicamente por el control de las instituciones públicas, pero no de la gente, se mantenga en el poder indefinidamente mediante un Golpe de Estado. ¡No podemos permitirlo!
Termino este breve comentario con las palabras del prócer Juan Pablo Duarte, que tienen aún una vigencia extraordinaria, como si las dijera hoy: “Nunca me fue tan necesario como hoy, tener salud, corazón y juicio; hoy que hombres sin juicio y sin corazón conspiran contra la salud de la Patria”.