Por JUAN T H
Estoy convencido que este cuatrienio será muy difícil. Tal vez peor que el anterior, que estuvo caracterizado por una pandemia, una crisis económica de grandes proporciones, una guerra que elevó los precios de todos los artículos de primera necesidad, un desabastecimiento de alimentos, de medicinas, pérdida de empleos, cierre de fábricas y empresas en todas partes, descenso del crecimiento económico, etc.
Los cuatro años recién terminados, fueron duros. El gobierno dominicano, encabezado por el presidente Luís Abinader, debió emplearse a fondo. El mandatario debió trabajar de lunes a lunes todas las semanas, durmiendo apenas tres y cuatro horas al día. Los resultados estuvieron a la vista de los dominicanos y del resto del mundo. El país enfrentó con éxito todos los problemas, incluyendo los desastres naturales imprevistos que azotaron el territorio nacional. Gracias a esa labor ininterrumpida, el presidente Abinader fue premiado por el pueblo que lo reeligió con un amplio margen.
“¡Lo mejor está por venir”! Fue la consigna del presidente Abinader. ¡Ojalá lo mejor esté por venir”! Sin embargo, no será “pan comido”, porque en el firmamento se observan nubarrones que ponen en riesgo el buen clima. El fantasma de una guerra a gran escala, nuclear, inclusive, amenaza no sólo la gobernabilidad y la paz global, sino la propia existencia humana. No hemos hecho conciencia, pero todos estamos en riesgo ante el conflicto bélico de gran magnitud, entre Rusia, Estados Unidos, China y la OTAN por expandir su poder y dominio sobre el territorio ruso y los demás países que formaron la antigua Unión Soviética, pueden conducir el mundo a un cataclismos. El panorama geopolítico se complica cada día más. aún no sabemos cómo terminarán las cosas. ¡El tiempo lo dirá!
La República Dominicana no escapa a lo que sucede o puede suceder en el mundo. No estamos aislados del contexto global, aunque vivamos de espaldas al mar siendo un pedazo de isla. Y como si fuera poco, tenemos nuestros propios problemas.
El presidente Abinader está decidido a producir cambios importantes en el país; cambios estructurales profundos. Quiere modificar el Estado, incluyendo, por supuesto, los poderes que lo representan, a saber, el Legislativo, Judicial y Ejecutivo. Quiere dejar un legado histórico, una impronta imposible de borrar con el tiempo.
Pero no le será fácil, porque la gente tiene la tendencia a no aceptar los cambios, a rechazarlos en principio, aunque los favorezcan. Forma parte de la naturaleza humana. La voluntad política del presidente Abinader no bastará, independientemente que tenga el control del congreso. Necesitará de su partido, el Revolucionario Moderno y de otras fuerzas políticas, así como de algunos de los poderes fácticos. Luís no es un dictador, es un demócrata. No utilizará la fuerza ni el poder que le dio el pueblo en las urnas para imponer tanto la reforma fiscal, como la modificación de la Constitución. Conociéndolo, sé que tratará de acudir al diálogo, de buscar un consenso, aunque sea relativo.
Ya el expresidente Leonel Fernández y sus voceros han dicho no estar de acuerdo con las reformas, que no es necesario cambiar la Constitución del 2010, que es su Constitución. En el Partido de la Liberación Dominicana extrañamente tienen el mismo discurso. Se supone que entre ambos partidos debe haber una enorme diferencia política, pero parece no haberla. Leonel sigue intentando disminuir al PLD hasta su desaparición. Inexplicablemente en el PLD lo siguen como si fuera su verdadero líder y guía. En el PLD la táctica se está tragando la estrategia.
De todos modos, no importa lo que haga o diga la oposición, el PRM y el presidente Abinader tienen que seguir trabajando por las reformas al sistema, con o sin el apoyo de la oposición. Como he dicho en otras ocasiones, ahora no hay excusas para no hacer lo que hay que hacer. Ya lo dijo Abinader durante la campaña: Un solo gobierno. Un solo gobierno en lo municipal, en lo congresual y en el partido. La unidad es indispensable. “Unidad de Acero”, como la que se formó en 1970 en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, poco después del vil asesinato de Amín Abel Hasbún, entre Fragua y el Flavio Suero, que llevó como secretario general de la Federación de Estudiantes Dominicanos (FED) al chino Bujosa, estudiante de periodismo, que en ese momento estaba preso en la Penitenciaria de la Victoria. (De la cárcel a la FED) ¡lo recuerdo como ahora!
Esa “unidad de acero”, guardando la distancia y la coyuntura de entonces, es necesaria, no sólo en el PRM, sino en todas las fuerzas políticas, económicas y sociales de buena voluntad, de la cual no puede estar marginado el pueblo dominicano, como fuerza revolucionaria transformadora.