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Banco Popular

Por Carlos Ricardo Fondeur Moronta

Altice

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Políticos y economistas encumbrados en el poder durante los últimos diez años, han propalado orgullosos que la economía de la República Dominicana es, asombrosamente, una de las mejores de América Latina. Y es cierto.

Lo que no es cierto es que es el resultado de ponderaciones, análisis y ejecuciones de políticas económicas acertadas, escondiendo, encubriendo la verdadera razón de la fortaleza del sistema económico y bancario de República Dominicana.

El Banco Central tiene como su Gobernador a una de las personas más juiciosas y meticulosas de toda América, ahí, en Gazcue. Y él, Licenciado Héctor Valdez Albizus, no ha dicho las verdaderas razones del florecimiento y solidificación de una de las economías con más aserciones. No se lo han preguntado, pero todos sabemos las razones.

A raíz de la asunción al poder del Coronel Hugo Rafael Chávez Frías y su consolidación como gobernante en Venezuela, de esa nación emigró una inmensa cantidad de inversionistas que eran allí grandes y medianos empresarios, siendo muchos de ellos personeros de los regímenes corruptos, como el de Carlos Andrés Pérez, que cargaron sus fardos de dólares y hasta maquinarias, su personal exclusivo y sus familiares y amigos, también exclusivos y se instalaron en países de la región, donde fueron adsorbidos gustosamente, representando un factor preponderante para la estabilidad económica.

Dicho acontecimiento también marco un cambio, pero negativo, para el Fondo Monetario Internacional (FMI), empresa multinacional que extraía, impúdicamente, jugosos dividendos de los bancos centrales de nuestras bananeras repúblicas. Supuso el hecho un cambio estruendoso de los valores económicos, ya que traía a nuestro país dinero fresco, ciudadanos educados y bien entrenados.

Los dominicanos rápidamente aprendimos a comer bueno. Los venezolanos instalaron desde pequeños establecimientos, hasta lujosos negocios de la venta de comida. Empezábamos a topetarnos con ellos, limpios, educados y respetuosos, en las calles, tribunales de la República, bancos, en el transporte e  pasajeros, en sí, en todos los estamentos sociales del país. Por suerte, nos tocó la mejor parte: Los que por su juventud no participaron en actos bochornosos y otros, aunque no tantos, que sí se ven impedidos de rehacer sus vidas en el país sudamericano, por haber participado en refriegas y protestas violentas, específicamente en Caracas.

En los solares donde antes había algunas desvencijadas casitas, se erigieron grandes edificios comerciales y de apartamentos.

A la entrada de Santiago de los Caballeros, de sur a norte, pueden verse todavía inmensas cantidades de edificios en etapa de construcción, junto con cientos de edificios existentes desde la década de los 90s, la mayoría propiedad de inversionistas venezolanos. La valoración es excelente para nosotros, ya que propicia el surgimiento de una era de desarrollo económico que tiene sus efectos en el ámbito de la macroeconomía.

Pero todo lo bueno trae sus malas consecuencias. No lejos estamos de la entrada de la primera etapa de desarrollo económico, a partir de las modificaciones de los impuestos aduanales en 1985, aprovechando el boom económico de Nueva York, un hecho histórico que marcó el cambio de rumbo de muchas economías globales. Entraron las lavadoras de ropa y las lavadoras de dólares. Entró el televisor a colores, las computadoras, el internet para las empresas bancarias, las yipetas, los carros de lujo y, como expresé en al arranque de este párrafo, también entró la droga, el comercio ilícito de armas, las bandas delictivas modernas, “a lo Nueva York” y “a  Los Ángeles”  y una cierta mejoría en la estabilidad macroeconómica.

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La aceleración económica en la República Dominicana es factorial. Ocurrió en Panamá y terminó en puros papeles: Los Panamá Papers. Y ocurrió sin avanzar debidamente en el devenir económico de ese país, porque su economía esta desde hace años dolarizada. Se presta más para hacer negocios de transito, lavado de activos, porque sus leyes facilitan enormes transferencias de personas no sospechosas que sí, desde que se apersonan a la República Dominicana, sí son visibles ante el público común.

La fortaleza de la economía de la República Dominicana es como una mentira dicha miles de veces.

Tenemos que tragarnos todo la mentira que repiten desde los altos cargos del motor económico, simplemente porque la dicen tantas veces, que nos resultaría casi imposible dejar de creerlas.

Existen sectores que mueven el dinero, las inversiones, el trasiego de valores internacionales, como el caso de Venezuela, que usan como referencia de estudio lujosos capítulos de El Capital, de Carl Marx, El Príncipe, de Nicolás Maquiavelo y las teorías sobre la información y la propaganda como objetivo, del militar alemán Paul Joseph Goebbels, (De acuerdo con Wikipedia “FILOLOGIA: Ciencia que estudia los textos escritos y, en ellos, la estructura y la evolución de una lengua y su desarrollo histórico y literario, así como la literatura y la cultura del pueblo o grupo de pueblos que los han producido”.

Aunque Paul Joseph Goebbels fue un experto en propaganda política y militar, antisemita, anticristiano, perverso, fue quien en plena crisis económica alemana, cuando se destinó la casi totalidad de recursos económicos al patrocinio de la guerra, éste mostraba a Alemania como un ente económico gigante, mediante el apoderamiento de los medios de comunicación masiva. Los usaba a su pleno antojo.

En la época actual persiste y persistirá, los  Paul Joseph Goebbels y por eso se crean bloques económicos con su antesala comunicativa, para manejar las informaciones de acuerdo con el momento y siempre a su favor.

La propaganda es una forma de transmisión de información que tiene como objetivo influir en la actitud de una comunidad respecto a alguna causa o posición, presentando solamente un lado o aspecto de un argumento.​​ Esta es usualmente repetida y difundida en una amplia variedad de medios con el fin de obtener el efecto deseado en el plano escogido, como el de hacer creer una mentira como una verdad a favor de un fin que puede ser político o económico, esencialmente.

En un reciente artículo elaborado por quien suscribe, publicado en varios medios de comunicación digital bajo el titulo de LA MENTIRA COMO OBJETIVO, esbozo lo que considero es la mejor manera de mantener fija en la memoria del dominicano, lo que la clase política de turno considera un patrón inagotable de mantener una mentira que les deja cuotas de poder que le mantendrán en Palacio. “La mentira se trata de un recurso biológico cuya función inicial es ocultar una intención por diversos temas…”

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“la mentira puede ser útil en la política para preservar el control y la justicia del Estado en manos de los gobernantes (Platón).

La mentira se esparce como moscas sobre la carne. Para ello se utilizan los tentáculos de la propaganda y sus diversos medios para lograr un dominio extenso.

 El término propaganda proviene del latín «cosas a ser propagadas» y fue el Papa Gregorio XV en el año 1622, poco después de la Guerra de los 30 años, el que formó el ‘Congregatio de Propaganda Fide’ o Congregación para propagar la fe cristiana. La propaganda es el vehículo predilecto para hacer valer un criterio que muchas veces resulta ser una verdad opaca, como el hacernos ver que somos pobres porque alguien debe ser rico y nos victimizan por la carencia de riquezas como un método aberrante de obligarnos a pensar que somos así porque no tenemos inteligencia, a sabiendas de que muchos ricos ostentan grandes patrimonio debido a que su padre, abuelo o bisabuelo “se sacó la lotería por la internet, cuando aun ni existía quizás la electricidad.

El producto interno bruto (PIB) real registró un crecimiento de 4.9 % en 2022, luego de que el indicador mensual de actividad económica (IMAE) experimentara una variación interanual de 3.3 % en el mes de diciembre, en línea con las últimas proyecciones de esta institución, de acuerdo con datos económicos del Banco Central de la República Dominicana.

Lo que no explican cuales han sido las bases del crecimiento y su consolidación.

No lo dicen porque la economía dominicana tiene un crecimiento superfluo; que se debe al resquebrajamiento de la economía en otros países en estado convulsivo, que es el resultado del movimiento de capital hacia éste país, lo que supone un posible retorno cuando las aguas vuelvan a su nivel. La República Dominicana tiene una tasa de empleo también falso. La mayoría de los empleados de nuestras empresas y de los sectores agrícola y construcción son extranjeros que laboran en empresas de capital mixto o extranjero.

Si no es así, véase el balance de importación y exportación: “En el año 2021 las importaciones de bienes de República Dominicana sumaron US$24,485.1 millones; eso es poco más del doble de los valores exportados de US$11,644.5 millones, según cifras de la Dirección General de Aduanas (DGA).”

Importaciones:         US$24,485.1 millones

Exportaciones:      US$11,644.5 millones

Diferencia:           US12,840.6  millones

Pero de acuerdo a las autoridades nuestra economía está estable, cuando nos estamos convirtiendo en una sociedad exclusivamente de servicios

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El Jacaguero es una fuente de noticias en línea que se especializa en brindar a sus lectores las últimas novedades sobre la República Dominicana.

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