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Por Emmanuel “eMMa” Márquez / Easy Endurance

Altice

Jordan Cintrón tiene grabada en su mente la imagen de su madre Lissette, llegando a su casa en el Bronx de Nueva York todas las noches después del trabajo. La dama no llegaba a quitarse los tacones ni a enviar correos electrónicos. Tampoco llevaba lápiz labial. De hecho, llegaba con la ropa sucia, el rostro tiznado del sol y las manos un poco más ásperas que las demás mujeres del vecindario.

La señora Lissette trabajaba en construcción. Esa fue la mejor manera que encontró para sustentar a su familia. Ni orgullo ni ego, solo las ganas de progresar y la necesidad de sobrevivir y proveer para seis hermanos.

Con un ejemplo así en el hogar es difícil no ser un fajón, no querer competir, no querer ganar. Jordan Cintrón está obsesionado con las tres de ellas. El jugador de los Indios de Mayagüez no tiene otra opción que dar el máximo cada día, en cada juego y en cada posesión. Hacer lo contrario sería echar a perder todo el sacrificio de la señora Lissette. 

“Siendo una madre soltera y que ella trabajara en construcción era algo que me tocó cuando yo era un niño y trataba de entender la vida y lo que significaban las cosas”, dice Cintrón. “Cuando crecí, pude entender cuánto ella hacia por nosotros”.

Cintrón, de 25 años, sabe que su madre es un caso particular. Un unicornio. El hecho de que se dedicara a un trabajo tan físico y raro para las mujeres siempre le resultó admirable. Lo normal para él era tropezarse con un par de botas con punta de acero en la cocina o con el capacete color naranja que se encontraba por la sala. Diferente, claro, pero muy especial.

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“La construcción no es fácil. Muchas personas lo consideran como un trabajo de hombres”, explica Cintrón. “Ella se levantaba muy temprano cada día y llegaba tarde en la noche para poder proveer para nosotros. El trabajo físico que ha hecho, la angustia, es algo que me tocó el corazón y me ha impactado hasta hoy. Por eso voy duro. Trabajo duro porque ella nos dio el ejemplo, la base con su ética de trabajo. Tener una madre como esa me fortaleció, me mostró lo que es ser fuerte y lo que es ser resistente”.

Cintrón, quien actualmente participa de su tercera temporada en el BSN, explicó que como parte de las labores en la construcción, su madre lo mismo podía estar todo el día controlando el tráfico con un cartel de precaución, que levantando materiales pesados o inclusive realizando excavaciones en diferentes carreteras. 

Si alguna vez haz visitado la ciudad de Nueva York sabrás que los trabajos de construcción no se detienen. En la llamada “Jungla de Concreto” no importa si hace frío o calor, si llueve o cae nieve, siempre hay alguna carretera, edifico o puente por mejorar.

“Ella sentó las bases para todos nosotros sus hijos y estamos muy agradecidos. Gracias a Dios por una madre como ella que realmente nos enseñó el camino. Ella fue muy consistente, sin importa cuan horribles fueran las circunstancias. Ver eso me hizo valorar lo que hizo por mí y tratar de ejemplificarlo siendo lo mejor que yo pueda para representarla”, manifestó Cintrón quien ya formó parte del Equipo Nacional de Puerto Rico y también ha participado en las ligas de México, República Dominicana y Nicaragua.

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Con imaginar las vicisitudes que la Sra. Lissette tuvo que navegar durante su tiempo como obrera, se puede entender la mentalidad de Cintrón en la cancha. Su identidad defensiva es un reflejo total de lo que vio de niño. Cintrón es energético, determinado y resistente. Su orgullo por la defensa -y versatilidad- es evidente en una liga ultra competitiva donde ha tenido que defender desde Rondae Hollis-Jefferson hasta Hassan Whiteside.

“Yo creo que esa es una de las cosas que me diferencia como jugador. Es algo por lo que tengo mucho orgullo”, indicó Cintrón sobre su defensa. “Esos son tipos que han ido a lugares a los que yo quisiera ir algún día y no puedo tomarlo a la ligera. Lo tomo como motivación para tener la oportunidad de probarme y demostrar que soy capaz de defender a cualquiera”.

Cintrón es pieza clave en una plantilla mayagüezana que atraviesa por su mejor momento bajo la era de Christian Dalmau. El alero de los Indios posee un maletín de herramientas que le permiten construir en la ofensiva y demoler en la defensa. Quizás por eso dicen que: “el que lo hereda no lo hurta”.

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