Por Miguel Ángel Cid Cid
Qué los lugares de uso colectivo son espacios públicos. Qué es necesario planificar su uso y disfrute. Qué la gestión cultural es clave para la construcción de la identidad municipal. Las tres variables se esclarecieron en los dos artículos anteriores.
Pero parece que sucedió todo lo contrario con aquello de que, la planificación urbana contiene una vinculación íntima con la gestión cultural.
Resulta difícil ver la relación señalada arriba porque aquí urbanizar depende de caprichos en vez del proceso de planificación. Y los caprichos, como dice el cantante de salsa Henry Fiol, hay que matarlos.
Ahora bien, de hacer la retrospectiva de miras unas cuantas décadas atrás este artículo no habría sido necesario.
¿Qué sucedió, por ejemplo, en Gazcue, Distrito Nacional? O ¿En Los Jardines Metropolitanos, Hato del Yaque y Cienfuegos en Santiago de los Caballeros?
Es necesario aclarar que la cacareada vocación del territorio no proviene de un designio divino, ni tan siquiera aparece dado por la naturaleza. Muy por el contrario, la vocación del territorio es una construcción sociocultural.
Gazcue
La comunidad de Gazcue es una muestra clara de lo anterior. En sus inicios se pensó como una zona urbana residencial. En las últimas décadas esta zona se transformó en un territorio urbano de vocación comercial.
Pongamos por caso, sólo en la calle La Dánae —unos 400 metros lineales— existen: el Club de Abogados Notarios, una Oficialía del Estado Civil, ocho hoteles, dos colmadones y dos freidurías de yaniqueques. Muy pocas familias viven en esta calle.
Los Jardines Metropolitano
Los Jardines es una comunidad de clase media del municipio de Santiago. Construida en los años 70 del siglo XX por el sector privado en coordinación con el gobierno.
Esta comunidad, como indica su nombre, era un verdadero jardín, una delicia para vivir. A estas alturas, Los Jardines Metropolitanos sigue siendo una delicia, pero no para vivir. El deleite ahora consiste en establecer bares, restaurantes, plazas comerciales, súpermercados, etc. Hasta lavaderos de carros —los llamados car wash— en plena calle.
Hato del Yaque
Cambiando de clase, pero sin pasar de curso, tenemos, Hato del Yaque. Una sección rural, un predio agrícola del Instituto Agrario Dominicano (IAD) en sus inicios. Hoy se erige en un distrito municipal perteneciente al municipio Santiago.
Fue elevado a distrito municipal en marzo de 2003. Está situado a 8 kilómetros al suroeste del municipio cabecera. Consta de 39.3 km2 y unos 50 mil habitantes aproximadamente.
La crecida del Río Yaque en 1979 —debido al paso del huracán David— arrasó todas las viviendas ubicadas a lo largo de su orilla. Las personas desplazadas fueron alojadas en Hato del Yaque. Para ello el gobierno dominicano construyó un residencial con 640 viviendas y 6 calles alternadas con peatones.
O sea, Hato del Yaque, de ser una comunidad rural con dos o tres viviendas devino en un pujante centro urbano. Hoy consta de miles de residencias, parques, instalaciones deportivas, decenas de calles y tres rutas de transporte interurbano.
El predio agrícola quedó atrás en menos de cuatro décadas.
Cienfuegos
La historia de Cienfuegos es parecida a la de Hato del Yaque. Pero la causa fue un incendio en vez del desbordamiento del río. Es decir, las casuchas ubicadas en el Callejón de El Ejido se prendieron en fuego en agosto de 1975. De ahí surgió dicha comunidad.
Las familias afectadas por el siniestro fueron reubicadas al sur de la sección rural de El Ingenio Abajo, a las afueras de Santiago de los Caballeros. Es el área que hoy se conoce como el distrito municipal de Santiago Oeste. Lo de Cienfuegos se debe a la presunción de que fueron cien las viviendas calcinadas.
El Ingenio Abajo fue elevado a distrito municipal en diciembre de 2018 con el nombre de Santiago Oeste. Tiene una población estimada en más de 200 mil habitantes, localizados al oeste de Santiago de los Caballeros.
La síntesis anterior muestra los giros de las cuatro comunidades que sirven de ejemplo en el presente artículo. Demuestra, además, que la observación del fenómeno de la movilidad urbana, por un lado, se expresa de modo voluntario y por el otro de manera violenta.
Es decir, tanto en Gazcue como en Los Jardines Metropolitanos los comerciantes llegaron voluntariamente a establecer sus negocios. Pero los residentes en estas localidades se vieron forzados a abandonar la tranquilidad de su hábitat natural.
En Hato del Yaque y Cienfuegos la expulsión violenta se debió a un fenómeno natural, la primera, y a la fuerza devastadora del fuego, la segunda.
Las dos variantes, la violencia y lo voluntario, violan de manera diferente la tranquilidad de los ciudadanos. Por lo tanto, esa vulneración tiende a cambiar el modo de vida de los pobladores. Estos cambios, a su vez, generan diferentes maneras de expresión cultural.