Por Juan T. H.
El Partido de la Liberación Dominicano, bajo la dirección de Danilo Medina, con la complicidad por omisión de la Junta Central Electoral, metió de contrabando, -fuera de tiempo- una candidatura presidencial que recayó en el alcalde de Santiago, Abel Martínez, el peor de todos los que aspiraban, sin liderazgo, sin arraigo, sin cultura, ni formación política, ni ángel.
De todos los que aspiraban a la nominación presidencial, Martínez era, y sigue siendo, el peor. Hasta Gonzalo Castillo, que es mucho decir, habría sido mejor opción. Lo digo con franqueza.
El PLD está en el peor momento de su historia, con un líder, igual sin formación cultural ni política que no puede ser candidato por mandato de la Constitución, perseguido virtualmente por la justicia al igual que muchos de sus lacayos, acusados de cometido los peores actos de corrupción en perjuicio del Estado que se hayan cometido en los últimos años.
Un partido dividido, que se desarticula y fragmenta diariamente al extremo de que muchos de los que aún se mantiene en esa organización, según el propio Medina, están jugando “dos cabezas”. De acuerdo con Danilo, el 30% de los dirigentes y militantes del PLD están decididos a votar por Leonel Fernández, que anda con una ambulancia recogiendo los heridos y disgustados del PLD, pues sabe es la única manera de crecer.
Un candidato monotemático, sin liderazgo, que no despierta pasión, amor y odio al mismo tiempo, “ni fu ni fa”, que pasa inadvertido entre la gente, es un candidato sin ninguna posibilidad de competir en las próximas elecciones con éxito. Abel Martínez no desplazará al expresidente Leonel Fernández del segundo lugar; seguirá empantanado. Lejos de crecer se mantendrá estático o bajará en el mercado electoral.
Con Abel Martínez el PLD, créanme, no irá a ninguna parte que no sea el despeñadero. Podría convertirse en un Partido Reformista o en un Partido Revolucionario Dominicano, a los que solo le quedan las gloriosas siglas para que dos o tres oportunistas vivan de ellas.
Lo mejor que le puede pasar al otrora poderoso PLD es que Abel Martínez, en un gesto enaltecedor e inteligente, renuncie de la candidatura presidencial y se mantenga como alcalde, que según los santiagueros no la ha hecho tan mal, aunque las transformaciones que registra la provincia sean el resultado de la inversión del presidente Luís Abinader.
Con sinceridad digo que Abel Martínez se hace un favor así mismo renunciando a la candidatura, y de paso se lo hace al PLD.
El PLD precisa de un candidato que tenga condiciones, liderazgo, arraigo, cultura, formación, que despierte pasión, que no pase desapercibido, que hable con propiedad demostrando que conoce al dedillo los problemas nacionales; una persona que pueda ir a un programa de radio o de televisión y expresarse correctamente.
En el PLD hay dirigentes preparados, con muchos años de experiencia partidaria y de Estado. Insistir con Abel es un error. Cambiarlo, aunque sea doloroso y penoso, un acierto, de cara al futuro de la propia organización.
Ambos, Leonel y Abel están empantanados. Uno en un lejano segundo lugar, sin mayores posibilidades, y el otro en tercero, igualmente sin posibilidad alguna de escalar al segundo. Ni siquiera unidos pueden ganarle al presidente Luís Abinader, según las últimas encuestas dadas a conocer. Leonel está tirando su último cartucho, Danilo ya lo agotó. El 2024 será definitivo para el relevo político en las estructuras partidarias caudillistas. Deben surgir otras fuerzas políticas con un nuevo liderazgo, más fresco, más joven y dispuestos a trabajar por el bienestar de todos.