La serie española de Netflix retoma las frentes abiertos e inconclusos de la tercera parte. ¿Qué pasa con Nairobi? ¿Y con Lisboa? El rol clave de Palermo. ALERTA SPOILERS
Un puñado de personas que sin rumbo en sus vidas son reclutadas por un hombre al que le confían todo, hasta su vida. El Profesor es el líder de una banda que ejecuta un robo. Pero La Casa de Papel nos acerca también a un grupo de desahuciados que no esperan casi nada del mundo que conocen. Están jugados y no tienen mucho que perder, pero tampoco son los absolutamente relegados de la sociedad.
Pueden ser vos o cualquiera de nosotros que, en un momento determinado, no sabemos para dónde ir y se nos aparece antes nuestros ojos la posibilidad cierta de dar el batacazo: eso si, cometiendo un delito. Ellos, que vienen de historias diferentes pero con dificultades, dicen que sí y deciden arriesgar mucho -en algunas oportunidades hasta su vida- pero en este salto pueden encontrar aquello que parece lejano: una vida llena de lujos y dinero para sobrevivir.
La Casa de Papel no es solamente una historia que relata un robo. Es una serie que habla de riesgos, de oportunidades, y de la ausencia de ellas. Nos invita a reflexionar en quién decidimos confiar y a quién entregarle las llaves de nuestro destino.
Así llegaron todos los atracadores hasta aquí, donde no hay un punto de retorno. Lo hecho, hecho está. Y ahora solo se espera salir lo menos averiado posible de este nuevo robo.
Comienza la guerra
Un cerebro detrás de todo este robo en la piel de El Profesor (Álvaro Morte) ponía a estos ladrones en el centro de la escena mientras él, desde un lugar remoto, ideaba y resolvía todos los imprevistos que iban surgiendo. Nada se le escapaba a este hombre introvertido, correcto, que manejaba a la perfección sus emociones. Ningún impulso desde el exterior podía modificar su esquema preestablecido. Pero como a todo Napoleón le llega su Waterloo, en esta cuarta temporada lo veremos tropezarse con muchos imprevistos que, contaminados por su historia de amor, lo pueden hacer caer en errores que antes parecían imposibles.
Así fue como llegamos a esta cuarta temporada, con sus nuevos 8 episodios. La anterior entrega nos había dejado a Nairobi (Alba Flores) al borde de la muerte, a Lisboa atrapada por la policía (de la que ella formaba parte), a la amenaza latente dentro del Banco de España con el jefe de seguridad, Gandía (José Manuel Poga), y a Palermo (Rodrigo de la Serna) al mando de un grupo con el que comenzó a tener diferencias. Muchos cabos sueltos quedaron en los últimos episodios de la tercera parte. El destino de ciertos personajes y la resolución del nuevo atraco son algunos de ellos.
Una de las claves de esta temporada es esperar cómo El Profesor podrá resolver con éxito este robo, que cuenta con Nairobi herida y con la sensación de haber perdido a su amor, la ex agente Raquel Murillo, ahora Lisboa.
Si la incorporación de Palermo había sido una de las mejores decisiones en la temporada anterior, en esta se reafirma. Su carácter explosivo, verborrágico y sus determinaciones, que parecen ser tomadas a las apuradas, forman parte nuevamente del éxito de su personaje en estos nuevos episodios. Una decisión de Palermo genera un giro argumental en la serie que tendrá como protagonista al jefe de seguridad del banco, que se asomó de a poco como alguien amenazante y ahora se convierte alguien siniestro. ¿Tiene Palermo en su mente un plan paralelo al del Profesor? Y de ser así, ¿va a conducir al éxito de la misión? Estas son algunas de las aristas que deberán resolverse.
El arresto de Lisboa es otro de los ejes centrales de la trama. Ella sabe cómo actúan los detectives a la hora de interrogar y de qué manera pueden hacerla pisar el palito ante preguntas que remitan a sus fibras más íntimas. Y las incisivas preguntas de la detective Sierra (Najwa Nimri) hacia su ex compañera son de los momentos más tensos de la serie, en la que las dos mujeres se tiran con todo su arsenal de inteligencia.
Otro punto clave es este nuevo villano, Gandía, que genera más miedo dentro del Banco que la policía por afuera. Una especie de malo desde las sombras, perturbante y lleno de rencor hacia este grupo de ladrones que intentará derribarlo (muchas veces sin éxito).
El regreso al pasado es uno de los grandes logros de La Casa de Papel en general. Ese viaje en el tiempo nos permite a los espectadores entender cómo todas las situaciones inusuales que puedan surgir están resguardadas dentro del plan que El Profesor, Berlín (Pedro Alonso) y Palermo idearon en un tiempo no tan lejano. Es justamente el hermano del ideólogo del plan, Berlín, quien vuelve a brillar en esta temporada que le otorga el alter ego a El Profesor, porque se entrega a los placeres de la vida sin por ello dejar de pensar en la mejor estrategia para llevar a cabo el mejor robo de la historia de España.
Lo más flojo de la serie siguen siendo algunas situaciones inverosímiles dentro de un contexto de toma de rehenes, y a su vez, algunas actuaciones que resultan poco creíbles. Un planteo sobre cómo seguir el vínculo amoroso entre Estocolmo (Ester Acebo) y Denver (Jaime Lorente) en medio de un atraco o sobreactuaciones de algunos de los ladrones hacen que la serie encuentre sus puntos más débiles.
Pero la ficción remonta cuando plantea escenas dignas del terror en un giro argumental que se genera en esta nueva parte. Centrada en el personaje de Gandía, la trama se vuelca a un género más de acción, con tiroteos y tramos en los cuales reina el miedo, que le dan una vuelta de tuerca interesante a la historia.
Todas las piezas de este rompecabezas que tiene El Profesor en su mente serán reveladas en el final de la temporada. O no.
Una serie que hizo historia
Creada por Álex Pina, La Casa de Papel marcó un antes y un después en las ficciones de España y del universo del streaming. El éxito mundial -se convirtió en la serie más vista de Netflix en habla no inglesa- generó el reconocimiento global de sus actores. Así, este grupo de atracadores que están fuera de la ley, se ganaron los corazones de cada espectador que solo deseaba que el plan funcionara.
“Bella Ciao”, la canción que la hemos escuchado en fiestas, en la radio y hasta en las aperturas de los boliches, fue otro de los éxitos que la serie tuvo más allá de Netflix. Las máscaras de Salvador Dalí y el mono rojo fueron los más elegidos para reuniones donde se tenían que llevar disfraces.
Encontrar una sucesora
La Casa de Papel significó para la plataforma una mina de oro. Pero, como sucede en estos casos, estaremos todos -directivos, productores y espectadores- a la expectativa de una serie que pueda heredar el espíritu de esta ficción tan amada por todos.¿Existen sucesoras de éxitos? ¿Acaso hubo series seguidoras de Lost, Friends o Game of Thrones? Difícil de responder. Por ahora nos conformamos con los ocho nuevos episodios de la banda de atracadores de nuestras vidas. infobae.com