Hace 21 años, en la primavera de 1999, la principal selección cubana de béisbol se midió dos veces al equipo de Grandes Ligas Orioles de Baltimore, en jornadas memorables que paralizaron a la Mayor de las Antillas.
El 28 de marzo, en un repleto estadio Latinoamericano, la franquicia norteamericana se agenció cerrado triunfo de tres carreras por dos en 11 entradas. Días después, en el no menos mítico Camden Yard Park, de Baltimore, los cubanos se vengaron con pizarra amplia de 12 anotaciones por seis.
Más allá de lo sucedido sobre la grama de ambos escenarios, el suceso pasó a la historia como la primera vez que equipos de Cuba y la MLB se medían tras el Triunfo de la Revolución de 1959.
Aquella fiesta del béisbol, seguida gracias a la televisión y la radio por miles de seguidores en Cuba, Estados Unidos y más allá, prometía un acercamiento mayor que a la postre se frustró, entre otras razones porque George W. Bush asumió la presidencia en 2001 y lideró una feroz política de acoso hacia Cuba, que afectó entre otros los intercambios culturales, deportivos y estudiantiles que se habían podido lograr.
La posibilidad de que equipos cubanos y de Grandes Ligas se vieran las caras pudo cristalizar hacia la década de los 70, cuando las autoridades de la Isla mostraron su total acuerdo y fueron las norteñas quienes pusieron trabas y negativas que echaron por tierra la iniciativa.