Las tropas rusas lanzan otro intenso ataque contra Járkov, la segunda ciudad más grande del país, donde un misil impacta contra un edificio administrativo
Por MARÍA R. SAHUQUILLO
El presidente ruso, Vladímir Putin, intensifica su ofensiva contra Ucrania. A medida que las tropas de Moscú enfrentan resistencia del Ejército y de las milicias civiles, el Kremlin ha pasado a lanzar ataques más agresivos y contra infraestructuras civiles. En un intento por aislar la región del Donbás y hacerse con el control de todo el este de Ucrania, Putin ha iniciado esta mañana otro intenso ataque contra la ciudad de Járkov, la segunda más grande en población del país (1,4 millones de habitantes) y de mayoría de habla rusa. La enorme explosión ha golpeado el centro de la localidad —sitiada desde hace tres días y con las fuerzas ucranias reprimiendo la ofensiva—, alcanzando el edificio de la Administración Regional, según ja informado el Ministerio de Situaciones de Emergencia de Ucrania.
El vídeo de una cámara de seguridad frente al inmueble muestra las consecuencias del ataque, que ha tenido lugar alrededor de las ocho de la mañana, poco después de que se levantase el toque de queda en la ciudad. Tras el impacto del misil, una gran bola de fuego ha engullido los coches aparcados frente al edificio, junto a la simbólica plaza de la Libertad. El asesor del Ministerio del Interior Anton Geraschenko asegura que la intención del bombardeo era acabar con la vida del gobernador y de la cúpula política de la ciudad.
Aún no hay información sobre muertos o heridos de este nuevo bombardeo sobre Járkov, pero este lunes, en otro ataque contra infraestructuras civiles, diez personas murieron durante un bombardeo a un barrio residencial de la ciudad, según el alcalde, Igor Terejov. La explosión acabó con la vida de una familia entera —los dos padres y sus tres hijos— que viajaba en un coche por la zona atacada. Además, el castigo aéreo provocó decenas de heridos, con lo que las víctimas mortales podrían aumentar en las próximas horas.
“Un exterminio consciente”
El ataque del lunes contra Járkov, el más destructivo hasta el momento en la guerra de Putin contra Ucrania, visibiliza el cambio de estrategia de Rusia en este conflicto, el mayor en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. “Hoy se ha demostrado que esto no es solo una guerra, es un asesinato de nuestro pueblo, el pueblo ucranio”, dijo el lunes Terejov en un vídeo mensaje publicado en las redes sociales.
Casi 90 edificios de apartamentos de Járkov, capital de Ucrania en las décadas de 1920 y 1930 y un importante centro educativo, han sufrido daños por los sucesivos bombardeos. Muchas partes de la ciudad están sin electricidad, agua o calefacción en pleno invierno y un buen número de personas pasan las noches acurrucadas en los refugios antiaéreos.
”Esto no es un ataque equivocado al azar, sino un exterminio consciente de personas. Los rusos sabían a lo que estaban disparando”, denunció el presidente ucranio, Volodímir Zelenski el lunes por la noche. “Esto es, sin duda alguna, un crimen militar. Una ciudad pacífica. Barrios residenciales tranquilos. Ni un solo objeto militar a la vista”, remarcó el líder ucranio, que ha llevado a Rusia ante la Corte Penal Internacional de La Haya por crímenes de guerra. En concreto, Kiev denuncia que 16 niños han muerto en el país como consecuencia de distintos ataques y que hospitales y otras estructuras civiles han sido bombardeadas o han sufrido daños por ataques en zonas residenciales en los cinco días de ofensiva rusa.
Zelenski ha exigido la paralización “de inmediato” de los ataques, la expulsión de Rusia de la ONU y que ningún país adquiera recursos al régimen de Vladímir Putin. Por su parte, Moscú ha justificado la invasión del Estado vecino por un supuesto peligro de que obtenga armamento nuclear. Mientras se intensifica la ofensiva, el ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, ha afirmado en una intervención por videoconferencia ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra: “Ucrania tiene aún tecnología nuclear soviética. No podemos no actuar ante ese peligro”.
En Járkov, Maria Avdeeva, una analista ucrania que vive en esa ciudad, cuenta que los bombardeos están siendo muy intensos. Avdeeva estaba en la calle este lunes, con un grupo de medios, cuando uno de los bombardeos alcanzó un área residencial de la ciudad. “Fue terrible”, explica por teléfono. “Estábamos en espacio abierto sin ningún sitio para esconderse. Los ataques han seguido durante 15 minutos. Esa área residencial, con apartamentos y tiendas, sin objetos millares que pudieran ser objetivo de esos ataques”, comenta Avdeeva, por teléfono. La experta cree que el ataque contra Járkov, a 30 kilómetros de la frontera rusa, es la demostración de Putin de que puede atacar a civiles y no le temblará el pulso en hacerlo, como en las guerras de Chechenia, donde aplicó una política de tierra quemada.
El bombardeo de este lunes en Járkov se produjo, además, al tiempo que una delegación ucrania y una rusa se sentaban por primera vez a negociar en Bielorrusia, junto a la frontera de Ucrania, para tratar de alcanzar un alto el fuego. La mesa de diálogo no tuvo logros concretos, aunque los equipos de ambos países se han emplazado a volver a conversar “en los próximos días”. La reunión podría ser esta vez en la frontera entre Ucrania y Polonia, según fuentes del Gobierno de Zelenski.
Mientras, muy cerca de Kiev, una inmensa caravana de vehículos militares rusos que se extiende a lo largo de 60 kilómetros al noroeste de la ciudad, según informa AFP, amenaza con incrementar las hostilidades en la capital de Ucrania, según las imágenes satelitales captadas por la empresa estadounidense Maxar. El ministro de Defensa de Reino Unido ha advertido de que Rusia tiene preparadas “largas columnas de blindados y vehículos con logística” a pocos kilómetros de la frontera y listas para sumarse a la ofensiva y apoyar a sus tropas sobre el terreno. Putin tiene la mayor parte de sus fuerzas terrestres a más de 30 kilómetros al norte de Kiev, que sigue estando en la mira del presidente ruso, que quiere extremar la ofensiva contra la capital, de 2,8 millones de habitantes, para forzar a Zelenski a capitular.
Con los intensos ataques a la sitiada Járkov y el avance de las tropas rusas por el sur, donde han logrado hacerse con el control de Berdiansk, en el mar de Azov, y la dura ofensiva contra la ciudad portuaria de Mariupol, donde la resistencia está plantando cara a las fuerzas de Putin, el Kremlin trata de hacer una pinza para envolver el Donbás. En Mariupol, la mayoría de los vecindarios están sin electricidad ni calefacción, después de que varios ataques alcanzaran puntos de suministro y subestaciones eléctricas, denunciaron las autoridades locales.
Con esos mimbres, también avanza la perspectiva de construir un corredor desde la península ucrania de Crimea, que Moscú se anexionó en 2014 con un referéndum ilegal, hasta las regiones de Donetsk y Lugansk. Ese corredor permitiría una conexión con la estratégica península, que ha estado teniendo problemas de suministro de agua desde la anexión. Además, Putin intensifica su ataque contra la ciudad de Jersón, en el flanco izquierdo de Crimea, un punto clave que permitiría lanzar una dura ofensiva contra Odesa y hacerse con el control de todo el acceso al mar Negro, donde tienen salida tres países de la OTAN: Turquía, Rumania y Bulgaria. Las fuerzas rusas rodearon durante la pasada noche Jersón y desplegaron puestos de control a su alrededor, según las autoridades locales. elpais.com