Luis González Fabra
La reforma fiscal y tributaria está sobre el tapete. Distintos grupos han estado expresándose a través de los medios de comunicación, en defensa cada uno su parte, según la óptica de sus intereses. Llama la atención que voceros de la oposición política estén anunciando acciones callejeras de movimiento de masas cuando aún el gobierno no ha presentado su propuesta ni revelado la mecánica que utilizará para presentar a discusión pública su proyecto.
El Presidente Abinader ha dicho que con la reforma se invertirá más en la atención primaria en salud pública, mejorará la calidad de la educación y dispondrá de más policías para la seguridad ciudadana.
Pero lo que dijo el presidente en esa ocasión y que más llamó mi atención es su intención de eliminar la pobreza absoluta en nuestro país. Es una buena intención y ojalá que pueda convertirla en realidad. Pienso que es muy difícil. Lo que si puede conseguir es la disminución, no la eliminación de la pobreza absoluta.
Para que se entienda de que hablamos, la pobreza absoluta se refiere a la condición en la que una persona o familia no puede satisfacer sus necesidades básicas esenciales que le permitan tener una vida en condiciones dignas.
Esas necesidades son alimentación adecuada, agua potable, saneamiento, vivienda, educación y atención médica.*
A esto hay que agregar que un alto porcentaje de la población, casi el 40 por ciento, según organismos internacionales, vive en situación de vulnerabilidad.
Y para completar, el Banco Central al revelar los datos de la Encuesta Nacional de las Micro, Pequeñas y Medianas Empresas 2022-2023, informa que el 82.5 por ciento de esos negocios es informal, es decir, no figura en el Registro Nacional de Contribuyentes (RNC). De las 404,527 mipymes identificadas en el censo, solo el 14.8 por ciento está registrado y paga impuestos.
Estos datos revelan lo complejo y dificultoso que es aplicar una reforma fiscal que no debe incluir a los pobres ni hay manera como incluir a la mayoría de las mipymes que a nivel nacional tienen una ocupación de 3,052,449 personas, a menos que no se registren.
Pero por compleja y dificultosa, no debe dejar de hacerse la reforma. Se puede diseñar de manera que minimice el impacto negativo sobre los sectores mas vulnerables. Se debe mantener o aumentar las exenciones fiscales para los ingresos más bajos favoreciéndolos en la salud, los alimentos y la educación.
Hay espacio, y mucho, para aumentar los impuestos a bienes y servicios de lujo que consumen personas de altos ingresos.
Cada vivienda debe tener un contador de la energía consumida. A las familias clasificadas dentro de los limites de pobreza absoluta y relativa, el gobierno puede subsidiarles parte o todo el consumo de energía, según sea el caso.
Pienso que se puede hacer la reforma y disminuir la pobreza absoluta al mínimo, en cuatro años. Pero hay que hacerlo con cautela para que la carga no caiga en los hombros de los mas necesitados y menos necesitados de nuestros ciudadanos.
* El Banco Mundial fija el umbral de pobreza absoluta en 2.15 dólares, equivalentes a 134 pesos dominicanos por día y 2,743 mensuales. Se estima que el 3.5 por ciento de la población de nuestro país se encuentra dentro de los parámetros de la pobreza absoluta, esto significaría unos 150 mil hogares compuestos por 400 mil personas (Cándido Mercedes, entrevista periódico Hoy).