Por Yenifer Gil, M.A.
Uno de los valores más importantes y que por generaciones se enseñó con ahínco en los hogares y en las escuelas, lo vemos hoy en día en decadencia. Se trata de “La Cortesía”. Resalto su relevancia, porque sin lugar a dudas, aunque muchas veces lo que se considera cortés en una cultura en otra no es así; sin embargo, este valor, como muchos lo consideramos, se requiere en todos los espacios y actividades donde se manifiestan las relaciones interpersonales, haciendo que estas sean más saludables y armoniosas.
¿Esto por qué? Pues la cortesía no es más que la demostración o acto con que se manifiesta la atención, el respeto o el afecto que se tiene hacia alguna persona. Tiene que ver con los buenos modales, la humildad, el comedimiento en el trato hacia los demás, la compostura al hablar, la decencia y la buena educación. Se trata de dar a los demás el mismo trato que nos gustaría recibir de ellos. También en la Biblia, guía de muchos encontramos algunos versículos que se refieren al uso de la cortesía y los buenos modales, Proverbios 15:1 señala lo siguiente: “La respuesta amable calma el enojo,
pero la agresiva echa leña al fuego”. Igualmente Proverbios 16:24 establece que: “Panal de miel son las palabras amables: endulzan la vida y dan salud al cuerpo”.
De lo señalado anteriormente, se infiere que no podemos hablar de posicionamiento, clases sociales o nivel educativo, si no existe esa calidez, esa amabilidad, ese respeto hacia los demás, sino se evidencia en el trato y la consideración que se tiene con los semejantes. Ser amables nos permite recibir un trato igual, lograr aquello que deseamos y vivir una vida más grata y feliz.
No es un secreto, que resulta difícil convivir con personas descortés, groseras, maleducadas, de todo lo cual no solo sufren los que le rodean, sino también aquellos que por ignorancia no saben comportarse, pues son objeto de rechazo y constantemente viven situaciones complicadas debido a su forma de expresarse, de reaccionar y de solicitar lo que necesitan.
Es importante hacernos la siguiente pregunta: ¿Cómo podemos poner de manifiesto la cortesía? Como expuse al inicio, la cortesía y los buenos modales deben estar presentes en todas las áreas de nuestras vidas, con nuestra pareja, nuestra familia, en el trabajo, salón de clases, en las calles (sobre todo en estas, que tantos problemas se han presentado por las imprudencias que a diario se cometen). Para ser cortés es necesario decidirlo y hacer un hábito, lo que para muchos requerirá de tiempo y esfuerzo. Saber respetar las reglas y normas, pedir las cosas con las palabras y la actitud adecuada, pedir disculpas, no tirar la basura en las calles, tener pequeños gestos de atención con los que nos necesitan, sin lugar a dudas son pequeños actos que nos permitirán recuperar y cultivar este importante valor.
Reitero, son tantos los resultados positivos que obtenemos al ser afables y cordiales con los demás, que vale la pena practicar La Cortesía. Se trata de iniciar con nosotros mismos, deteniéndonos, evaluándonos para saber si actuamos y reaccionamos de la manera correcta ante las diferentes situaciones que se presentan; este es el primer paso. Se enseña con el ejemplo, así las generaciones que están creciendo, podrán ver el uso de los buenos modales como algo normal y requerido para un mejor convivir con los demás. ¡Empieza por ti mismo y hazlo ya!