Por Miguel Ángel Cid Cid
Pero al llegar a la Hidalga pasó rasante por el Monumento a los Héroes de la Restauración, el Gran Teatro del Cibao (GTC) y luego aterrizó en el antiguo Palacio Consistorial de Santiago, inaugurado el 16 de agosto de 1897 por el presidente de la República Ulises Heureaux (Lilís).
Gina viajaba Invisible, palpable y a la luz de todos. No viajaba sola, sus obras le hacían compañía.
¿Qué es la proporción áurea del arte?
La proporción divina —como también llaman a la proporción áurea— es una unidad matemática presente en la naturaleza. Luego de ser descubierta es aplicada por diferentes artistas en el diseño de sus obras. También se le conoce como sección áurea, razón áurea o número de oro, entre otros.
Cuenta la historia que, la proporción áurea es responsable de generar obras de arte que siendo perfectas son agradables a los sentidos. Proporciona la capacidad de crear composiciones acordes a la estética del universo.
La proporción divina permitió a Gina diseñar su obra maestra. Hacerse Invisible. Abrazada a la razón áurea —en principio instintivamente— luego, con la madures la asumió con conciencia plena. Con amor, disciplina y tesón.
Incorpórea, la artista enfrenta las adversidades de la vida para hacerse visible en las pinceladas de Invisible. La calidad de su obra artística elevó su espíritu al espacio, a bordo de un artefacto surrealista. Cabalgó en un globo alivianado con helio, a cuesta llevaba sus pinturas impregnadas de realismo mágico.
El helio —en la individual Invisible— la elevó a la altura del país, a la altura de Santiago, más allá del nivel del Monumento. Sobrevoló bordeando la esencia de la simbología local hasta trascender los mitos de la realidad visual.
Para incitar o motivar la curiosidad de los observadores la artista se vale de cuantos recursos haya en su entorno. La madera, pedazos de metal, partículas de vidrios, cartón, juguetes, etc. En fin, diseños geométricos basados en la proporción divina.
La pintura de Gina se presenta con una paleta en la que predominan los colores terrosos (ocre), rojo intenso y bermellón. El “Negro detrás de la oreja”, está delante, de perfil y en el rostro entero.
Porque Invisible es un “Infalible destino” colmado de “Voces de lo inevitable”. Voces que la imaginan “Todos a la vez en todas partes”. A sabiendas de que “Todo es parte”, la artista se sumerge en las “Aguas efímeras de lo irremediablemente eterno” para evitar lo peor. Evitar chocar con “El muro, una parte del todo”. Se propone darle un “Jaque al Caribe”.
La primera puesta en escena de Invisible se hizo —ya se dijo— en el Museo de Arte Moderno, de Santo Domingo. El cartel publicitario, igual la invitación se ilustró con la citada “Espiral sagrada”. La segunda vez es en el Palacio Consistorial, Santiago de los Caballeros.
Aquí —en la Ciudad Corazón— por el contrario, la individual llegó en un globo sobrevolando la ciudad. Otros globos siguen al primero, cargan las obras de la exposición y exhiben la representación gráfica del número de oro.
Con todo, visitar la exposición Invisible es un espectáculo visual. Es una dosis de colores violentos administrados en una paz perfecta. Porque al hacerse Invisible, Gina es más visible que nunca.
El Palacio Consistorial se encuentra en la Calle Benito Monción esquina Calle Del Sol, frente al parque Duarte, en el mismo Centro Histórico de Santiago.
Miguel Ángel Cid
Twitter: @miguelcid1