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El dolor emocional puede causar dolor físico o modificar su curso, de modo que la tensión muscular en el cuello puede tener su origen en una situación de ansiedad mientras que las molestias en la zona dorsal de la espalda pueden ser consecuencia de una depresión, de ahí que sea mucho más efectivo un abordaje global de este tipo de patologías que tenga en cuenta tanto los aspectos físicos como los mentales y sociales.

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De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud como el estado completo de bienestar físico, mental y social por lo que desde un modelo biopsicosocial para lograr un estado completo de salud es necesario tener en cuenta tanto los aspectos psicológicos o emocionales, como los biológicos y los físicos.

Como la presión social puede influir en una lesión de tobillo

Pensemos en dos jugadores de fútbol que sufren en la recta final de la temporada una lesión similar en el tobillo. Uno juega en las filas de un equipo que lucha por el título, el otro en las filas de un club clasificado en la zona media de la tabla que no se está jugando nada.

La presión que sufre el primero, tanto por parte de la sociedad como quizá por su entorno familiar e incluso por él mismo puede actuar como factor de motivación para dar todo de sí y lograr recuperar antes o bien puede causarle tal inquietud que termine provocándole agobio, malestar emocional y lastrando su evolución. En el caso del deportista que no se juega nada de cara a esos últimos partidos el elemento presión no está presente, pero esta misma situación puede actuar como factor de motivación o de lo contrario. Lo que está claro es que los aspectos sociales y emocionales pueden influir de modo significativo en el curso y evolución de la lesión.

Es el ejemplo que pone Margarita Alonso Posada, de la clínica Emendare Fisioterapia, en Oviedo, graduada en Psicología y fisioterapeuta especializada en Salud Mental, para tratar de mostrar como el dolor emocional y el dolor físico están íntimamente relacionados, de tal modo que “no podemos pensar que alguien que tiene una depresión, por ejemplo, tiene una enfermedad mental pero física y socialmente puede estar perfecto porque hay una interrelación entre estos tres componentes y cada uno de ellos va a tener implicación en las otras dos esferas”.

Y del mismo modo que, como veíamos en el caso de los dos deportistas, un aspecto físico puede verse modificado por factores sociales y psicológicos, cuando la dolencia es emocional sucede lo mismo.

La postura delata una depresión

Un ejemplo claro es la depresión. “Frecuentemente somos capaces de identificar a una persona que está atravesando una depresión sin que ella nos lo diga”, explica Margarita Alonso, en referencia a elementos como la expresión de su cuerpo y de su cara y la forma de moverse y comunicarse que “aunque son físicos van a ser un reflejo de su situación mental. Vemos como un problema que, en principio no tiene relación con lo físico, si tiene traducción clara a este nivel”.

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Esas manifestaciones físicas en el caso de la depresión se van a presentar en forma de:

Enroscamiento hacia adelante

Postura cifótica de la columna

Cuello hacia abajo, con lo que para mirar debe forzarse, tirando de él hacia arriba

Introversión

Rechazo a comunicarse

Feedback al cerebro para mantener la depresión
Lo más relevante a tener en cuenta es que esta postura del cuerpo mantenida en el tiempo tiene consecuencias importantes, entre ellas, una que nos puede ser más desconocida, como es el hecho de que el propio cuerpo está enviando un feedback al cerebro de que debe mantener la depresión.

El caso de la ansiedad

Lo mismo puede suceder en el caso de la ansiedad, que se suele traducir en:

Una posición postural que ocasiona tensión en los hombros y el cuello, que tiende a mantenerse en el tiempo, incluso cuando ha desaparecido el episodio generador del estrés.

Bruxismo, con tendencia a apretar la articulación temporomandibular.

El cuerpo prolonga la respuesta al estrés

“Cuando el organismo humano vive situaciones de estrés prolongadas en el tiempo de alguna manera se acostumbra y aunque el episodio que genera el estrés cese es como si hubiera interiorizado que esa es la situación normal y sigue respondiendo de la misma manera, y la postura continúa enviando un feedback al cerebro de que algo pasa y debe continuar en estado de alerta, con lo que se entra en una especie de bucle”, explica Alonso

Y es que se ha comprobado que la posición del cuerpo y los gestos que adoptamos repercuten de alguna forma en nuestro estado mental. “Se han hecho ensayos y se ha visto que cuando se estimula a las personas a que realicen el gesto de sonreír, aunque sea ayudándose de los dedos y tirando de la comisura de los labios, se logra que al final el gesto aparezca de una forma natural y así se envía un estímulo positivo al cerebro”, señala esta especialista.

Trabajar las tres esferas

Por eso la fisioterapia en salud mental es una rama muy efectiva en el abordaje de patologías que tienen que ver con lo emocional. “Es importante trabajar los problemas en todas sus vertientes, no solo la parte física sino también la mental, a través de la psicología que estudia el daño emocional, la psiquiatría que trabaja más a nivel bioquímico y la fisioterapia, que nos permite diseñar y aplicar ejercicios de rehabilitación y control postural”.

Y también es importante analizar los aspectos sociales porque “es fácil darse cuenta de que una persona que está atravesando una depresión, adopta una posición enroscada hacia adelante, tiende a la introversión, no facilita la comunicación y eso hace que quienes le rodean también encuentren problemas para interactuar con él. No nos relacionamos igual con alguien que va por la calle con la cabeza erguida y sonriendo. Todo esto es importante saberlo porque si no, al igual que decía anteriormente, lo que se hace es acentuar un círculo vicioso”.

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La clave es tener claro que ninguna patología lo es exclusivamente emocional o física, sino que tiene implicaciones en la otra esfera y también en el ámbito social.

Trastornos de la alimentación

Además de la depresión y la ansiedad, otro tipo de trastornos en los que se ve claramente esta interrelación es en los trastornos de la alimentación. En el caso de la anorexia se produce una pérdida de peso y de masa muscular y uno de los músculos que resulta afectado es el diafragma, que está muy relacionado no solo con la respiración sino también con la digestión, de tal modo que, aunque se inicie una fase de resolución de la situación y el paciente trate de empezar a comer con cierta normalidad, es posible que el organismo le diga “no”.

Qué pasa si el diafragma comprime el estómago

Y esto tiene una explicación no solo emocional sino también física porque el diafragma es un músculo con forma de paraguas, que cuando pierde fibras musculares tiende a aplanarse y al hacerlo comprime el estómago, de ahí que en estas situaciones las personas sientan menos necesidad de ingerir alimentos y más sensación de saciedad que cuando el diafragma está expandido. “Así se aprecia claramente como se produce una situación física que retroalimenta la enfermedad de base que es mental”.

Incluso en casos de Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC), una enfermedad respiratoria que evidentemente en principio nada tiene que ver con los trastornos de la alimentación, también algunos pacientes acaban desarrollando una especie de anorexia, cuando la enfermedad se prolonga mucho en el tiempo, precisamente porque el diafragma comprime el estómago y no permite que este se expanda, generando sensación de saciedad aunque la ingesta de alimentos sea escasa.

Mensaje al cerebro cuando respiramos

Y en el abordaje de todas las situaciones que provocan malestar emocional aprender a respirar para hacerlo de una forma realmente efectiva es una cuestión clave, activando el diafragma. “Cuando respiramos de una manera profunda le estamos enviado un feedback al cerebro de que pase lo que pase tan grave no es porque, al menos, tenemos tiempo para respirar y esto tiene efectos positivos claros. Lo mismo sucede cuando alguien está ante una situación que le provoca tensión, por ejemplo, hablar ante un auditorio, y se toma un tiempo para beber un sorbo de agua. El cerebro recibe un mensaje de tranquilidad”.

Alonso destaca que la fisioterapia de salud mental es aún una gran desconocida en España, a diferencia de lo que sucede en algunos otros países de Europa, pero que cada vez entre los profesionales está calando más el conocimiento y la importancia sobre los beneficios de un abordaje integral de cualquier trastorno, molestia o patología, y también la sociedad va reclamando cada vez más este tipo de enfoques y estrategias.

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