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Por Rafael Santos

Altice

A diario pensamos, analizamos, reflexionamos y hasta tomamos decisiones un tanto apresuradas; decisiones de muy baja calidad y las cuales cuando las analizamos con “la cabeza fría” llegamos a la conclusión de que estas fueron tomadas en base a lo que anteriormente hemos planteado como colofón de entrada del presente escrito; sin embargo, casi nunca nos detenemos a pensar de si en verdad estamos tomando las decisiones correctas cuando decidimos pensar con calidad.

Es innegable que la gran mayoría de los seres humanos estamos plagados de mezquindades, de impurezas mentales, de miserias humanas, las cuales muy poco nos atrevemos a reconocer que viven en nuestro interior, batallando en contra de aquellas buenas intenciones que también poseemos y que muchas veces no explotamos a lo mejor porque no nos dan la oportunidad, o porque sencillamente, el caparazón que cubre la parte egoísta que tenemos es tan gruesa que hasta nos olvidamos de que también somos seres en cuyas interioridades también existen cosas buenas que podemos dar para beneficio de otros, que no necesariamente tiene que ser en el aspecto material.

Qué pena me dan aquellos, en cuyo interior se anidan ejércitos de negatividades con las cuales no solo dañan a los demás con sus palabrerías malsanas e hirientes, sino que terminan haciéndose un daño terrible a su interior, cuya gangrena mental no les permite ver más que el YO indisciplinado, malcriado y soez que yace en la mente pobre de quien nunca da un paso de avance para desarrollar esas potencialidades tan necesarias para el perfeccionamiento y el bien común!!, y en este caso adherimos a la clase política que nos rodea.

Pensar con elegancia para al final tener riqueza mental, es cosa de aquellos que en su interior practican el lado bueno o positivo de las cosas. Claro, sin perder la perspectiva de que vivimos en un mundo en donde yacen por doquier gérmenes y ejércitos provocadores a dañinas situaciones con las cuales debemos enfrentarnos cada día para poder resistir y optar por el triunfo frente a las adversidades que el día a día nos depara.

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La pobreza mental, más que un estado del cual se debe ser valiente para salir de él, es una situación poco decorosa que al final termina destruyendo a quien la posee.

Sépase usted que lee el presente texto, que quien es pobre mentalmente, solo le espera el camino de la infelicidad, pues el pobre mental sufre con el triunfo del otro, inventa situaciones para dañar a quien cree su rival no sabiendo que el rival de quién es pobre en su psiquis, es el mismo.

La pobreza mental produce envidia, resentimientos; retrasa las buenas intenciones y carcome poco a poco los nobles pensamientos que pudieran tenerse para terminar hundiendo a quien la posee dentro de un denso y oscuro laberinto interno, el cual solo le proporciona soledad espiritual, infelicidad sordera para escuchar la parte dulce o positiva de la vida, lo que se traduce más temprano que tarde en una especie de sintomatología física que hasta enferma nuestro cuerpo.

El pobre mental nunca propone cosas tendentes a mejorar su entorno. Casi siempre abre su boca para con el triste y nauseabundo ruido de su desesperación interna dañar, insultar, ofender, calumniar, pues, es tan baja su autoestima que termina creyéndose el Superman de la triste película, la cual estamos totalmente convencido no le deja siquiera tener calma ni paz espiritual a la hora que trata de conciliar el sueño bajo su almohada.

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En la política como en todas las actividades de la vida, abundan en quienes ejercen esta disciplina muchos que son pobre, pobrísimo mentales, enanos de sus creencias y actitudes, en donde solo conocen de las debilidades de los pueblos para sobre ellas montarse y lograr sus objetivos que es llegar a la cima que se han propuesto.

La pobreza mental es tan perniciosa que para salir de ella se debe tener por lo menos una dosis de valentía y reconocer que la carencia de pensamientos de calidad es una condición que lacera los buenos sentimientos de aquellos que no quieren salir del fangoso estado en el que se encuentran.

En el político o en aquellos que dicen llamarse como tal, esta terrible situación es un arma poderosísima, ya que la misma tiene un accionar directo cuyo radio de acción es la población misma.

Ahora bien, debemos precisar que la calidad del tipo de pensamiento que tenga cada cual, es el resultado del nivel bajo, alto o medio de la inteligencia emocional que tenga el individuo y si no se tiene lo segundo (o sea, la inteligencia emocional) pues lamentablemente por muy encumbrado que se esté, al final del camino, el fracaso no tendrás obstáculos.

Este articulo va dedicado a quienes desde la cúspide del poder presente y a otros tantos que han pasado por el mismo, trataron y tratan de avasallar, olvidando que la palabra poder, así como es magia que ofreces bellos presentes, también es pesadilla que nos hace vivir una un muy tormentoso futuro…..feliz sábado

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