Por JUAN T H
Creo que es muy temprano para una campaña electoral de cualquier partido, incluyendo el oficialista Partido Revolucionario Moderno (PRM), que ha sido el primero en comenzar una campaña desgarrarte y divisionistas, tras el anuncio del presidente Luis Abinader de que terminará su segundo mandato en el 2928, “y nunca más”, estableciendo un hito histórico en la política dominicana: Un hombre que terminará su mandato con apenas 61 años, presidente, como lo será de la principal fuerza política del país, decide terminar definitivamente, atendiendo al mandato constitucional de un periodo, la posibilidad de un segundo, y nunca más.
Tan pronto Abinader dijo que no seguirá más allá de lo que ordena la Constitución, se desató en el PRM el germen de la ambición y la división en procura de la candidatura presidencial que dejará vacante el mandatario. Perdí la cuenta de los dirigentes del PRM, la mayoría funcionarios, que buscan el favor de la militancia del partido de gobierno. Lo dije antes, y lo digo ahora, es muy temprano. El partido de gobierno, por mandato de su dirección, debió establecer una tregua de por lo menos dos años, para iniciar la campaña electoral interna. Por orden política de la dirección, se debió trabajar, exclusivamente, por el éxito del gobierno de Abinader, única garantía del triunfo del PRM en las elecciones del 28.
Pero los funcionarios del gobierno, con el dinero de la nomina pública, lo cual no es ético, ni moral, se lanzaron a las calles, recorriendo provincias, municipios, distritos y parajes, estableciendo compromisos y formando comandos de campaña. Ya no hay quien detenga el proselitismo. ¡Se soltó el loco en el PRM! No sé cómo terminará eso, descalificándose uno como otro, produciendo heridas que luego nadie podrá curar.
En el PRM, de momento, nada está definido. De acuerdo con algunas encuestas que me han caído en las manos, hay muchos potenciales candidatos, pero la lucha parece estar centrada entre un hombre y una mujer, David Collado, ministro de Turismo, y Carolina Mejía, secretaria general del PRM y alcaldesa de Santo Domingo. Pero, repito, nada está definido. El presidente Abinader tendrá que ejercer su liderazgo y convertirse en el árbitro para una convención diáfana, libre y plural que evite la división.
Por otro lado, en los partidos de oposición también se ha iniciado una campaña electoral indetenible, en violación con la ley de Partidos que debe hacer cumplir la Junta Central Electoral. El Partido de la Liberación Dominicana (PLD) tiene varios precandidatos presidenciales, Francisco Javier García, entre ellos. La recomposición y fortalecimiento de ese partido será difícil mientras el expresidente Danilo Medina, impedido por la Constitución para presentarse como candidato, continúe gravitando de manera determinante en sus decisiones.
En la Fuerza del Pueblo (PFP) la situación es distinta. En esa organización puede, igualmente, desatarse el loco en un futuro no muy lejano, porque, “mientras Leonel respire, que nadie aspire”; ni siquiera su hijo, el senador Omar Fernández, un joven que, como bien dijo su padre, “apenas tiene tres meses como Senador de la República”. Es mucho lo que tiene que aprender y mucho más lo que tiene que trabajar para forjarse un espacio en el escenario político del país. Los liderazgos no se forjan de la noche a la mañana, ni se heredan.
Leonel Fernández es un candidato sempiterno. Aspirará a la presidencia de la República mientras tenga fuerzas, mientras le quede un halito de vida. Es el último de los caudillos del país. Y uno de los últimos de América Latina. Una especie en extensión.
Al joven Omar Fernández, simpático, agradable, de buen trato al igual que su padre, aún no muestra sus garras. Fue diputado durante cuatro años sin mostrar sus habilidades, sin crear un liderazgo en la cámara, sin presentar proyectos y propuestas trascendentes. Su inexperiencia fue notoria. Convertirlo en candidato presidencial, por encima de Leonel y de otros experimentados dirigentes de la Fuerza del Pueblo, no es tan fácil, ni recomendable. A Omar hay que dejarlo que continúe desarrollándose y creciendo en la política. Los esteroides no lo favorecerán.
Reitero, considero que el candidato presidencial de la Fupu será el expresidente Leonel Fernández, a menos que la providencia decida otra cosa. No olviden que el mundo da muchas vueltas. (El mejor aliado de Omar es el tiempo. Puede esperar su momento.)
Joaquín Balaguer, un caudillo de excepcionales condiciones, no permitió que ningún otro dirigente del Partido Reformista se presentara como candidato y ocupara su lugar. El Partido Reformista murió con él. Leonel, su discípulo más avanzado, hará lo mismo. Me temo. Igual que Balaguer, “mientras que él respire, que nadie aspire”. Ni siquiera su amado hijo Omar, que no tiene sus condiciones políticas.
La propuesta de Omar Fernández, para que sustituya a su padre en la candidatura presidencial, tan a destiempo, es, un caramelo envenenado o un chiste de mal gusto. Es lo que pienso.