Por JUAN T H
No creo que haya un dirigente político que no crea, que no sepa, que no esté claro, que no esté consciente de los resultados de las próximas elecciones, tanto en este mes de febrero, municipales, como de mayo, congresuales y presidenciales, del Partido Revolucionario Moderno.
No hay dudas que el PRM tiene el triunfo asegurado, como bien lo establecen todas las encuestas, incluyendo las de trabajo que ordenan los partidos de la oposición. La lucha se ha tornado muy desigual.
Ahora bien, el PRM no debe dormirse en sus laureles creyendo que ya ganó. No, no ha ganado. Lo hará cuando hayan concluido las votaciones, cuando la gente haya acudido a las urnas, ordenada y pacíficamente, en un clima de paz y concordia, para depositar su voto por los candidatos de su preferencia.
Las elecciones se ganan y se pierden, el día del sufragio. Por lo tanto, hay que estar preparado para el último combate. Los equipos dirigenciales tienen que estar bien organizados, por cuadrantes, sectores y circunscripciones, en todo el territorio nacional, para “llevar” a la gente a sufragar, lo cual requiere de una estructura orgánica, una logística y una línea política.
En cada municipio, en cada distrito, los compañeros del PRM tienen que trabajar, no como si los candidatos pasaran del 50 o del 100%; tienen que trabajar como si estuvieran en cero, para lo cual hay que buscar los votos, sacarlos hasta debajo de las piedras. Es el voto final, cuando se cuentan, lo que decidirán la victoria. Olvidemos la percepción que producen las encuestas. Como en el béisbol, “el juego no termina hasta que no se acaba”.
Si alguien parece estar absolutamente convencido de esa realidad, es el presidente Luís Abinader, que está recorriendo todos los municipios para acompañar a los candidatos del partido, echándoselo encima bajo la consigna de “un solo gobierno”, un solo partido, una sola línea política, un solo objetivo: ¡Ganar! Y ¡ganar contundentemente! ¡Que no haya duda, ni derecho al pataleo!
Respondiendo a esa línea política es que el presidente Abinader, personalmente, de manera entusiasta, aprovechando su liderazgo, ha recorrido, en compañía de los respectivos candidatos, Santiago, Ulises Rodríguez, el Gran Santo Domingo, con todos sus municipios y distritos, la Capital, junto a Carolina Mejía, que se ha convertido en un fenómeno de popularidad, al igual que Kelvin Cruz, en la Vega, Dio Astacio, Santo Domingo Este, Francisco Peña, Santo Domingo Oeste, Alex Díaz, San Francisco de Macorís, Karina Aristy, Higüey, entre otros.
Como diría Hipólito Mejía, artífice importante del gobierno, del PRM y de la reelección, el presidente Abinader “está tirado en la calle”, en el “seno de la sociedad”, como un tsunami en la cresta de la ola junto a sus compañeros de partido para garantizar el triunfo. (Hay que estar a la altura de la victoria, para evitar que la derrota de la oposición tenga más dignidad que la victoria del PRM, como diría Jorge Luis Borges)
Ahora bien, una advertencia: los dirigentes del PRM, como decía el “Gran Timonel” de la revolución China, Mao Zedong, hay que “luchar con razón, con ventaja, y sin sobrepasarse”. La humildad debe caracterizar a los dirigentes y militantes. La arrogancia y la petulancia no son buenas consejera en las tareas políticas. Los compañeros del PRM deben trabajar arduamente, no un día, sino todos los días, hasta alcanzar los propósitos. Como decíamos los miembros de la antigua Línea Roja: Nada que beneficie al enemigo, todo lo que favorezca la unidad.